16/08/2009 19:47
| Adriano destacó por su afición a la filosofía estoica y epicúrea, por sus viajes a lo largo y ancho del imperio, por la construcción en Britania de la muralla de su mismo nombre y porque dejó a Judea vacía de judíos, que se habian rebelado, después de muchos años de calma desde que Vespasiano y Tito conquistaran Jerusalén y destruyeran su templo.
Nació en el seno de una familia acomodada oriunda del Piceno (Italia) y establecida a fines del siglo III a. C. en Itálica (Hispania Baetica), cerca de la moderna ciudad de Sevilla (España). Era sobrino segundo por línea materna de Trajano, quien, aunque nunca le nombró públicamente su heredero, le dió varias muestras de preferencia durante su reinado y, de acuerdo con lo manifestado por su esposa, Pompeia Plotina, lo declaró como tal momentos antes de morir.
Aunque es posible que debiera el trono sobre todo al favor de Plotina, su condición de posible sucesor fué siendo marcada por el propio Trajano durante su reinado. Así, en el periodo comprendido entre los años 100 - 108 le concedió la mano de Vibia Sabina, le nombró quaestor Imperatoris y comes Augusti, le regaló el diamante de Nerva como «esperanza de sucesión» y le recomendó como consul suffectus, amén de otros honores y distinciones. Aunque era descendiente de Trajano, el apoyo de Plotina y de Lucio Licinio Sura (m. en 108) fueron determinantes en su ascenso al trono.
Sus relaciones con el Senado no fueron buenas; quizá tuviera algo que ver con ello el que Adriano, a diferencia de muchos emperadores anteriores, no deseara desempeñar el consulado ordinario más que dos veces, ambas consecutivas y al comienzo de su reinado: en el primer semestre de 118, teniendo como colega a su sobrino, el barcinonense Cneo Pedanio Fusco Salinator, y, en el primer cuatrimestre de 119, con Publio Dasumio Rústico, otro posible pariente, esta vez de los Dasumii italicenses. Asimismo, las reformas administrativas llevadas a cabo durante su reinado suscitaron la oposición de los senadores; el emperador modernizó el sistema administrativo estatal ascendiendo a expertos y tecnócratas, lo que supuso que muchas secciones de la administración quedaran en manos de estos funcionarios. A causa de ello la élite senatorial y aristocrática vió mermada su influencia.
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