¡Qué probable eres tú!
Si los ojos me dicen,
mirándote, que no,
que no eres de verdad,
las manos y los labios,
con los ojos cerrados,
recorren tiernas pruebas:
la lenta convicción
de tu ser va ascendiendo
por escala de tactos,
de bocas, carne y carne.
Si tampoco lo creo,
algo más denso ya,
más palpable, la voz
con que dices: «Te quiero»,
lucha para afirmarte
contra mi duda, al lado
un cuerpo besa, abraza,
frenético, buscándose
su realidad aquí,
en mí, que no la creo;
besa
para lograr su vida
todavía indecisa,
puro milagro, en mí.
Y lentamente vas
formándote tú misma,
naciéndote,
dentro de tu querer,
de mi querer, confusos,
como se forma el día
en la gran duda oscura.
Y agoniza la antigua
criatura dudosa
que tú dejas atrás,
inútil ser de antes,
para que surja al fin
la irrefutable tú
desnuda Venus cierta,
entre auroras seguras,
que se gana a sí misma
su nuevo ser, queriéndome.
PEDRO SALINAS (La voz a ti debida)
DE LA MANERA MÁS SENCILLA
Es sólo el comienzo. Más tarde duele,
y se le pone nombre.
A veces le llaman pasión. Que puede
ocurrir de la manera más simple:
unas gotas de lluvia en el cabello.
Acercas la mano, los dedos
se desatan ardiendo inesperadamente,
retrocedes por miedo. Esos cabellos,
sus gotas de agua son el comienzo,
sólo el comienzo. Antes
de que acabe tendrás que coger el fuego
y hacer del invierno
la más ardiente de las estaciones.
EUGÉNIO DE ANDRADE
SÓLO SÉ QUE ESTOY EN MÍ
Sólo sé que estoy en mí
y nunca sabré quién soy,
tampoco sé adónde voy
ni hasta cuándo estaré aquí.
Vestido con vida o muerte
o desnudo sin morir,
en los muros de este fuerte
castillo de mi vivir,
o libre por los confines
sepulcrales de los cielos,
desgarrando grises velos,
ignorante de mis fines,
no sé qué cárcel espera
ni la libertad que ansío,
ni a qué sueño dará el río
de mi vida cuando muera.
MANUEL ALTOLAGUIRRE
Salgo a esperarla y no llegaLa busco y no la encuentroRegreso con la mente vacíaDuermo DespiertoSalgo de nuevo a esperarEn vanoLlega otro díaCuando ya no la esperoLa veo venirAbro la puertaY la veo lanzarse como una nadadoraEn la página blanca.
ALICIA RODANTE Lo que está en movimiento no se hunde en el sabor de la tierra.
El tronco que rueda hacia el río guarda en su cuerpo cada muesca cada marca, cada insecto, las manchas de las plantas arrasadas, intérprete de las piedras.
Mi cuerpo se tensa para recibir el impacto del futuro posible.
SOFÍA RHEI
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