Quiero una huelga donde vayamos todos,Una huelga de brazos, de piernas de cabellos,Una huelga naciendo en cada cuerpo.Quiero una huelgaDe obrerosDe palomasDe choferesDe floresDe técnicosDe niñosDe médicosDe mujeres.Quiero una huelga grandeQue hasta el amor alcance.Una huelga donde todo se detenga,El relojLas fábricasEl plantelLos colegiosEl busLos hospitalesLa carreteraLos puertos.Una huelga de ojos, de manos y de besos,Una huelga donde respirar no sea permitidoUna huelga donde nazca el silencioPara oír los pasosdel tirano que se marcha.
LO QUE QUEDA DESPUÉS DE LOS VIOLINES
Cuando te olvides de mi nombre, cuando mi cuerpo sea sólo una sombra borrándose entre las húmedas paredes de aquel cuarto. Cuando ya no te llegue el eco de mi voz ni el resonar cordial de mis palabras, entonces, te pido que recuerdes que una tarde, unas horas, fuimos juntos felices y fue hermoso vivir. Era un domingo en Hampstead, con la frágil primavera de abril posada sobre los brotes de los castaños. Pasaban hacia la iglesia apresuradas monjas irlandesas, niños, endomingados y torpes, de la mano. Arriba, tras los setos, en la verde penumbra del parque dos hombres lentamente se besaban. Tú llegaste, sin que me diera cuenta apareciste y empezamos a hablar tropezando de risa en las palabras, titubeantes en el extraño idioma que ni a ti ni a mi pertenecía. Después te hiciste pequeña entre mis brazos y la hierba acogió tu oscura cabellera. A veces las cosas son simples y sencillas como mirar el mar una tarde en la infancia. Luego la escalera gris, larga y estrecha, la alfombra con ceniza y con grasa, tus pequeños pechos desolados en mi boca. Sí, a veces es sencillo y es hermoso vivir, quiero que lo recuerdes, que no olvides el pasar de aquellas horas, su esperanzado resplandor. Yo también, lejos de ti, cuando perdida en la memoria esté la sed de tu sonrisa me acordaré, igual que ahora, mientras escribo estas palabras para todos aquellos que un momento, sin promesas ni dádivas, limpiamente se entregan. Desconociendo razas o razones se funden en un único cuerpo más dichoso y luego, calmado ya el instinto y rezumante de estrenada ternura el corazón, se separan y cumplen su destino, sabiendo que quizá sólo por eso su existir no fue en vano.
JUAN LUIS PANERO
PARA MI MUJER UNA NOCHE DE LLUVIA Me preguntas cuando volveré... No lo sé. Los estanques y las colinas están inundadas en otoño. ¿Quién sabe cuándo podremos despabilar las velas, sentados, al pie de la ventana y hablar de esta lúgubre e interminable noche de lluvia? LI-TCHANG-YIN (813–858)
Nosotros niños, nosotros colegiales, Chicas de América obreros, estudiantes dominados por la lujuria
MUJERES No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillaje y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.
MANUEL VILAS
Tomo el cigarrillo
como si fuera una hoja de tabaco
y aspiro ávidamente
la ausencia de tu vida.
Es tan hermoso sentirte fuera,
deseoso de verme
y no poder escucharme jamás.
Soy cruel, lo sé,
pero el lenguaje de los poetas es éste:
un prolongado e incendiado silencio
después de un larguísimo beso.
ALDA MERINI
en la noche azulniebla helada, el cielo brillacon la lunacopas de los pinosse inclinan azul-nieve, se difuminanen el cielo, escarcha, bajo la luz de las estrellas.el crujido de botas.rastro de conejo, rastro de ciervo,qué sabemos.
Gary Snyder
SERÉ TUYA SIN TI EL DÍA QUE LOS SUEÑOS...
Seré tuya sin ti el día que los sueños alejen de mi senda tu mente creadora, el día que tu sed no pueda limitarse al hueco de mis manos.
¡Seré tuya aún sin ti! Dejaré de merecerte en la cuna encendida que tejieron mis besos. Se borrará en tus labios la forma de los míos, y el cielo de tu vida tendrá un color distinto al de mi corazón.
Pero sabré ser tuya sin nublar tu camino con la huella indecisa de mi andar solitario. Me ceñiré a tu sombra, y anudada por ella, te iré dando en silencio lo más puro de mí.
¡Con qué amarga dulzura repetiré, ya sola, esos gestos antiguos que pulió tu mirada! Me seguirás teniendo igual que me quisiste y acunaré en secreto tu amor eternizado.
ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
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