A ti sólo se llega
por ti. Te espero.
Yo sí que sé dónde estoy,
mi ciudad, la calle, el nombre
por el que todos me llaman.
Pero no sé dónde estuve
contigo.
Allí me llevaste tú.
¿Cómo
iba a aprender el camino
si yo no miraba a nada
más que a ti,
si el camino era tu andar,
y el final fue cuando tú te paraste?
¿Qué más podía haber ya
que tú ofrecida, mirándome?
Pero ahora,
¡qué desterrado, qué ausente
es estar donde uno está!
Espero, pasan los trenes,
los azares, las miradas.
Me llevarían adonde
nunca he estado. Pero yo
no quiero los cielos nuevos.
Yo quiero estar donde estuve.
Contigo, volver.
¡Qué novedad tan inmensa
eso, volver otra vez,
repetir lo nunca igual
de aquel asombro infinito!
Y mientras no vengas tú
yo me quedaré en la orilla
de los vuelos, de los sueños,
de las estelas, inmóvil.
Porque sé que adonde estuve
ni alas, ni ruedas, ni velas
llevan.
Todas van extraviadas.
sólo
se va contigo, por ti.
Pronto, de nuevo, será Navidad,
pasa el tiempo, otro año se nos va,
sabemos bien, que jamás volverá,
pero sentimos alegría y no tristeza
por lo mucho que a todos nos deja:
Unas veces paz y belleza,
Otras, soledad y tristeza.
El paso del tiempo nos da
vivencias y experiencia,
esa es de la vida…
su verdadera esencia.
Con sus risas y lágrimas
sus grandes sueños y metas,
llenos de esfuerzo y entrega.
Sin embargo, algo hay,
que compartimos igual,
como a la luz del Sol,
sea o no, la Navidad,
se trata del Amor,
de la verdadera Amistad.
¡Este es mi gran Deseo!
un nuevo amanecer, fuera y dentro,
donde el hombre sea humanidad,
hermano, amigo y compañero,
de unos y otros, de todos por igual,
sin distinción de razas, sexo ni pensamiento,
siendo la paz, el amor y la fraternidad,
la bandera de nuestra vida y unión.
Quiero del hombre su humildad,
que tenga consciencia de su verdad,
no se ha creado a si mismo,
es obra y también, parte
de un todo más importante,
que comparte con muchos otros,
no es dueño de nada ni de nadie,
por lo tanto que no destruya ni mate.
Queramos o, no,
hermanos somos,
de lo más grande,
y también,
de lo más insignificante.
Amar al entorno,
es una prueba al corazón,
de quien cree sin necesidad de ver,
y siente la vida sin poseer.
AZULPLATA. Juan V. Cosin
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