A ver mágico, me refería que evidentemente entre Fluminense y Boca, Boca es más temido. Es cierto que Palmeiras, al igual que Sao Paulo y algún otro club basileño que no el Flumi) junto al xeneixe, animaron el tramo final de la gloriosa Copa Intercontinental que tanto hemos romantizado los anhelantes ochenteros, empresa abandonada desde hace tiempo por los clubes uruguayos y el mismo Independiente que citas, ya que River es conocido en Europa por ser vendedor de talentos. El Boca de Bianchi fue sin lugar a dudas un referente histórico antes de perecer el viejo siglo y nacer el nuevo.Sobre esa aquilatada competición, sabemos que fue más inviable por problemas de la situación región, que económicos. Los primeros encuentros se realizaban ida y vuelta, pero el campeón europeo no quería venir al continente, aduciendo problemas de inseguridad, alguno que otro se atrevió a emprender la rugosa travesía, pero hubo casos que hasta el Atlético jugó una final por la negativa de la contraparte campeonil, se vivían verdaderos motines cuartelarios en los recintos deportivos, inéditos para el formal espectador o deportista europeo. Pero el nivel era supremo y fue la rivalidad americana y europea más cercana que hemos tenido a nivel de clubes, pues en ese entonces, las plantillas se concentraban en su mayoría por naturales de sus países, incluso, los ingleses solían tener como extranjeros a esos exquisitos escoceses que clasificaron a la nación del whisky a sendos campeonatos mundiales seguidos a finales de los 70 y comienzos de los 80. Joder, me he extendido mucho, pero luego y para complacer a los clubes europeos de no ir a ese concierto de apandillados que eran los engramados americanos, se logra concertar Tokio, acertada panacea que dotó de oxigeno al torneo y permitió al campeón europeo no evadir por motivos extrafutbolísticos la guerra deportiva. Allí fueron Boca, San Pablo o Peñarol entre otros y tumbamos a los colosos de Europa en no pocas oportunidades. Aunque los motilones no nos han dejado sin Libertadores, nos dejaron sin Intercontinental. (es figura retórica para describir a cada motilón, aimara, mapuche etc.. que llevamos en nuestra composición étnica y que nos hace propensos a vivir el fútbol de manera acuciante y anárquica).