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Series de los 70 y 80 y otros

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18/07/2020 09:25
Personajes de Misión Imposible
20/06/2020 23:53
Voy a postear una canción de Soda Stereo , De musica ligera


PERO
En el programa "Todo por dos pesos" (conducido por Diego Capusotto. y Fabio Alberti
GRACIAS TOTALES
20/06/2020 23:49
LOS TRES CHIFLADOS
Me acompañan desde mi infancia.
20/06/2020 20:33
La tuerca La mordida
Homenaje a Héctor Maselli se refiere al guionista y creador de muchos exitos en la televisión argentina
20/06/2020 20:06
El trámite del arbolito Del programa La Tuerca
Efraín Troncoso (Joe Rigoli) es el que quiere plantar un arbolito en la puerta de la casa
y el inspecctor es Tino Pascalli
20/06/2020 19:56
De un extracto de otra nota del diario Página 12.
Fragmento de su estada en Argentina
7 Pero todavía no. Todavía falta. Otro de sus monólogos en Suma y sigue gira alrededor de la condición del nómade compulsivo, del turista accidental y vertiginoso, de los tours relámpagos y de las diferentes expresiones locales que va recogiendo en escenarios de México, Cuba, Argentina. De hecho, el segundo volumen de las memorias de Gila se titula Memorias de un exilio: Argentina mon amour y es una apasionante visión extranjera de la segunda patria de Gila durante los dorados años sesenta. Gila llega a la Argentina escapando de Franco y se aleja escapando de Videla & Co. Una mañana lo llaman de Casa Rosada. Gila tiembla y va a ver qué pasa. Va con un pulóver de cuello alto. En la entrada lo obligan a ponerse una corbata. “No fue fácil ponerme una corbata encima del cuello alto”, cuenta Gila. Entra, saluda. Uno de los coroneles le dice: “Hemos pensado que usted podría hacer un programa de humor semanal en la televisión”. Gila, con toda la delicadeza que puede extraerle al asombro, pretexta otros compromisos. Agradece, sale y decide que es hora de irse: de volver. A Gila no le causa ninguna gracia hacer reír al enemigo. En España, un dibujo de El Perich le da la bienvenida con la leyenda: “No todo era malo en el franquismo... Estaba Gila”.
20/06/2020 19:50
Diario Página12 de Argentina del 14 de julio del 2006
Artículo de Carlos Sasturain, actual director de la Biblioteca Nacional. Carlos Sasturain lo conozco de siempre vinculado a las historietas

Ese monstruo de Gila

Por Juan Sasturain

No sé qué habrá dicho Gila cuando se murió, entero y con más de ochenta hace exactamente cinco años, el 14 de julio del 2001, en Barcelona. El, que había hecho infinitos chistes de muertos en el cajón o en el cementerio bajo tierra, de muertos en guerra, de muertos en general, y de viudas, de asesinos y de verdugos, debe de haber vacilado en el minuto final, como uno de sus cejijuntos personajes a rayas frente al pelotón de fusilamiento. “¿Ahora qué pasa?”, lo apura el militar a cargo de la ejecución. “Nada –contesta la inminente víctima–. Que estoy pensando una frase final y no sé si decir ¡Ay, madre! o ¡Mira qué leche!”

La cuestión es que se murió pero es como si no. Ayer estábamos escuchando una cinta con sus monólogos en vivo –creo que el disco original se llamaba Historias de mí– y un amigo recordaba cuando, de pibe y en familia, allá por los sesenta, veían a ese gallego flaco y de gorra haciendo el número del teléfono en “Sábados Circulares” de Pipo Mancera: “¡Que se ponga...!”, etcétera. Todos se reían y el abuelo –un gallego, qué otra cosa iba a ser– repetía habitualmente con incredulidad y sin ironía alguna al terminar el sketch: “¿Y este hombre vive de hacer eso?”. Sí, claro que sí: Gila vivía del humor y es probable que el humor (negro, absurdo, absolutamente bestia, incorrecto, bien de gallego) lo haya salvado, le haya permitido vivir.

Su historia es simple, ejemplar. Miguel Gila Cuesta había nacido en 1919 en el madrileño barrio de Chamberí. Huérfano de padre, pobre de salida nomás, abandonó la escuela para trabajar desde chaval. Fue mecánico y fresador. Militante adolescente en las Juventudes Socialistas, al estallar la Guerra Civil se alistó como voluntario –junio de 1936– en el Quinto Regimiento de Lister. En diciembre de 1938 fue capturado e internado hasta mayo del año siguiente en un campo de prisioneros donde coincidió con Miguel Hernández. Lo pasearon después por varios penales e hizo cuatro años de servicio militar...

Siempre había dibujado, de chico. En 1942 apareció La Codorniz, que dirigía Miguel Mihura. Mandó un chiste –uno lo ve y se acuerda de Landrú, de Oski, que empezaban también por entonces, pero acá– y se lo publicaron: un soldado de rostro y gesto primitivo dice ante su superior: “Mi capitán, se me ha roto el caballo”. Y trae la cabeza y parte del cuello bajo el brazo; el resto está parado, atrás... Una barbaridad, nada que ver con nada. O sí: la añeja negrura española, algo que viene de Goya, de más atrás. Ese costumbrismo feroz, virado al humor negro y absurdo que jamás lo abandonará, será su registro, marca de fábrica y también sello identificatorio de muchos de sus coetáneos y sucesores: de Chumy Chúmez, Perich, Summers hasta Ops o el Forges... Para no hablar de Azcona y Cía. en el cine.

Después Gila colaboró semanalmente en Don José, en Hermano Lobo, hasta que a principios de los cincuenta –sin dejar de dibujar nunca– saltó al teatro como un espontáneo, improvisando un monólogo sobre su experiencia como voluntario en una guerra. Y arrasó. A partir de ahí trabajó en radio y en el escenario con ese material de su invención, sus monólogos seudoautobiográficos, sus increíbles charlas telefónicas con la voz de un solo lado, al estilo de La voz humana de Cocteau. Tuvo un éxito terrible, vendió discos y discos, hizo películas, se convirtió en un cómico famoso. Después, las giras por Latinoamérica que ante la presión e incomodidad del régimen franquista derivaron en exilio. Trabajó y vivió en México, también en Cuba y en todas partes. Hasta que en la segunda mitad de los sesenta recaló en la Argentina, convirtió a Buenos Aires en su lugar de anclaje. Y se quedó muchos años.

En 1972, Ediciones Sunda publicó su único libro acá: Gila y su gente, en el que juntaba chistes de curas, de pobres, de militares, de verdugos, un par de monólogos –“Historia de un militar contada por su huerfanito” y “Recuerdos de mi infancia”– y ciertos “Pensamientos para no pensar”:”Para saber si una tortuga es macho o hembra se le hacen cosquillas en la panza; si se pone contento es macho y si se pone contenta es hembra”. A la muerte de Franco volvió a publicar allá –hay un lindísimo libro del ’75, Libro de quejas– y fue de gira después de tanto tiempo, en 1977. Volvió a su patria definitivamente recién en 1985. Tenía 66 años.

En Internet se pueden encontrar estos datos y muchos más. Sobre todo, los libros que publicó en los noventa e incluso los que salieron después de su muerte: Cuentos para dormir mejor, del mismísimo 2001, por ejemplo. Pero para el que quiera tener una imagen más completa de este gallego de gorra sempiterna que decía “¡Que se ponga!” al teléfono y contaba la guerra en clave de siniestro absurdo, acaso le convenga conseguirse un volumen chico, de 1976, editado por Planeta de España en su colección Fábula, que se llama simple, modestamente, Un poco de nada.

Desde la tapa nomás, un Gila de mirada melancólica avisa del tono. Esas memorias de a pantallazos –que de eso se trata– son por lo menos dos cosas: un documento crudo e imperdible y la revelación de un notable narrador. Gila, un verdadero monstruo.

20/06/2020 19:06
Gila en el Programa A Fondo, con Joaquín Soler Serrano
En Argentina, hay un dicho , "vos tenés la vaca atada"
Se refiere que tiene mucho dinero , generalmente por herencia.
Los ricos de Argentina se iban a Europa en barco y llevaban una vaca para que los hijos no tuvieran problemas con la leche.
Otra es : No es cuestión de "tirar manteca al techo"
Es no derrochar. Pero lo de tirar manteca al techo se refiere a un divertimentos de los jóvenes de las familias ricas, que hacían bollos con manteca y los tiraban al techo. Apostaban cual era el bollo que caía último.

Espero conseguir el programa completo
Otro reportaje a Gilayouy
Otro reportaje a Gila por Pedro Ruiz
20/06/2020 18:58
Gila
20/06/2020 16:46
Alberto Olmedo Programa No toca botón
Rogelio Roldán
Rogelio Roldan (Olmedo, Susana Romero y el Facha Martel, como John Patrick Bartolemeu)
Aberto Olmedo . Javier Portales
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Olmedo y Espalter tienen su homenaje en la calle Corrientes y calle Talcahuano en Buenos Aires Está mejor la foto de más abajo, esta me quedo muy grande y no se quitarla
Homenaje a los actores cómicos Alberto Olmedo y Javier Portales ...Restauraron la estatua en homenaje a Olmedo y Portales tras sufrir ...
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