Después de las respuestas que ha dado a mis trascendentales cuestiones sobre la influencia de la hormonación en animales destinados a la alimentación humana y su negativo dictamen sobre el peso que han tenido o podido tener estas sustancias en el crecimiento del individuo en esta última generación, yo que usted tiraría más por la rama cárnica, oséase, la animal. Si para mí sus respuestas no son muy convincentes ni persuasivas, imagínese si le traslado su escrito al cuñado de Felipe, que cuando le ponen lechuga de guarnición, mira al mozo de arriba abajo con desprecio y le espeta con desdén: "Pero chico, ¿tú has visto alguna vez un grillo de 105 kilos?"...
Dicho esto, le prerrecomiendo que premedite la idea de indagar en este tema para sacar conclusiones que no dejen lugar a la duda. Y ya como sugerencia personal, permítame recomendarle que se inmiscuya especialmente en el campo de las aves, ya que su descendencia directa de los dinosaurios las hacen unas criaturas increiblemente interesantes y puede ayudarle a entender mucho mejor la evolución de las especies, pero sobretodo a cerrar bocazas como las del cuñado de un plumazo.
Así que ya sabe, anímese!
P.D. Si se decide por estudiar las aves a fondo como le recomiendo, no se olvide de hacer un estudio sobre la reverberación del graznido del pato. Estoy seguro que usted con su constancia sacará de dudas a la comunidad científica.
Un saludo preafectuoso
Arda Mulissi, contador de espaguetis y fideos gruesos.