Esa acción decidió el partido. Clave por el momento crucial en que se produjo y lo alevosa y grosera que fue.
La Juve, que había empatado el partido por mediación de Morata, se estaba comiendo a un Barza groggy tras el mazazo recibido, bien adentrada la segunda parte.
En un balón filtrado al área azulgrana Pogba ejecuta un reverso que lo habría dejado solo ante Claudio Bravo, sin oposición alguna para fusilarlo. Sin embargo, su maniobra no llega a buen puerto por el agarrón clamoroso, tal y como apreciamos en la imagen, de Dani Alves, casualmente hoy futbolista juventino. Era penalty y expulsión del zaguero barcelonista, con lo que podíamos hablar de un posible 1-2 para los turineses y ventaja númerica, algo que un equipo italiano gestiona y maneja como nadie.
Sin embargo, entre la sorpresa e indignación, el colegiado del choque no quiso señalar la clarísima infracción, y en la jugada siguiente el Barcelona hacía el 2-1.
Un robo clamoroso que descalifica una nueva Champions lograda por los catalanes a golpe de atraco. Y no se ruborizaron.