
Y rodeado como estoy por tiernos efebos
y la tenue claridad de la noche
a donde ha de escapar mi cuerpo
cautivo como el viento
para los más exquisitos placeres.
Ahora puedo ver en tus ojos
una imagen de los antiguos ritos de Venus
Hemos estado en un sitio
donde decenas de miles de promesas
son urdidas al caer la tarde.
En el viejo castillo sin fantasmas
esperando que la Noche nos dedique
sin más una de sus mejores sonatas.