
Testigo invisible de cuantos amoríos,
relámpagos bravíos, romances melancólicos
en fogosos rayos presente en cada cita.
Perfumada flor, una rosa, Rosas lindas para ella,
de esos recuerdos, huellas fervientes
en los labios quedaron y el imborrable sello
en las copas donde bebieron
las estrellas convertidas en café.
Brisas musicales de un piano,
suave como su sedada piel,
recubierta de pura miel,
Juramos quimeras promesas,
Hoy con el correr veloz
del caudaloso rio, solo se
que con apasionado amor
bebimos las brumas del sabor
de los hechizos del café.