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"Rayuela" para armar

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«45678»
13/07/2016 19:13
Woww Porte, una luz mística se derrama sobre el foro esperando lo siguiente

Y ay Porte, a veces sos implacable con Julito!! :) En principio coincidí con vos al leer tu post, así, medio ego, pero después me quedé pensando. Morelli es indudablemente su álter ego, a través del cual Cortázar muestra su proyecto, sus intenciones e inquietudes con esta novela, pero es también todo un personaje, es un viejo escritor, excéntrico y pedante, al cual le cuadra perfecto que no le gusten los escritores de la generación beat. Morelli se despega de Julio, es un personaje con vida propia. Me gustan sus personajes porque no son héroes, creo que premeditadamente busca la caricatura, la provocación y por supuesto que se ríe de si mismo; Horacio con sus miserias y por eso lo odia Pitibuchi, Morelli con la soberbia que te da tanta bronca. En cambio la Maga es una heroína.

13/07/2016 04:25
Adelanto para mañana:

13/07/2016 04:20

En el cap. 154 se produce finalmente el encuentro de Horacio y Étienne con Morelli, a quien van a visitar al hospital y los tres mantienen una conversación donde el autor, el de la ficción, se expresa “de viva voz” (o que hubiera sido de viva voz de no ser porque esto es un diálogo en una novela y que entonces está mediado por el papel o la pantalla y fundamentalmente que nunca existió porque es una ficción, qué barroco).

Decía que el autor manifiesta sus pareceres acerca de la retórica, sigue con lo que un poco ya adelantó en las Morellianas: “Se trataba de encontrar un lenguaje que no fuera literario.” “… partiendo un poco de las ideas centrales de Ezra Pound, pero sin la pedantería y la confusión entre símbolos periféricos y significaciones primordiales.” “Figuras —dijo Morelli—. Tan difícil escapar de ellas, con lo hermosas que son. Mujeres mentales, verdad. Me hubiera gustado entender mejor a Mallarmé, su sentido de la ausencia y del silencio era mejor que un recurso extremo, un impasse netafísico. Un día, en Jérez de la Frontera, oí un cañonazo a veinte metros y descubrí otro sentido del silencio…” Y atención: “Mi libro se puede leer como a uno se le dé la gana. Liber Fulguralis, hojas mánticas, y así va. Lo más que hago es ponerlo como a mí me gustaría releerlo. Y en el peor de los casos, si se equivocan, a lo mejor queda perfecto.” ¿Qué libro podría ser ese sino Rayuela, un libro todo de partes y que pretende prescindir de la retórica, aunque sólo logre prescindir de la retórica en el sentido más clásico del término? Y si el libro es Rayuela qué otra cosa podría ser Morelli que el alter ego de Cortázar, convicto y confeso, porque claro que ya lo sabíamos…

El capítulo 95 se refiere a una nota de Morelli en la que se interesa por el budismo zen, como simultáneamente lo hacía la generación beat, aunque según el narrador, Morelli era más radical y más exigente que los beatniks, a quienes llama “borrachos de sánscrito y cerveza en lata”. Me parece que te pasaste de la raya, Julio. Kerouac, Ginsberg, Burroughs y otros artistas merecen algo más que esa descalificación, además de que no vale hacerse autobombo diciendo que lo de Morelli (ergo, lo de Cortázar) era más esto y más lo otro. Un poco de humildad, que muestras de soberbia ya van unas cuantas…

Y volvemos a la retórica: “… resultaba irrisoria la intención de escribir una especie de novela prescindiendo de las articulaciones lógicas del discurso (…) aunque quedara en pie el absurdo de elegir una narración para fines que no parecían narrativos.” Esto, lo dice a continuación, ya fue llevado a cabo por los místicos al utilizar los apólogos, pero una novela ya como que sugiere un riesgo mayor, o que sólo se vive como un riesgo mayor por la manía de clasificar (en este caso sería en géneros discursivos, digo yo), manía tan típicamente occidental (que no se corresponde con la mentalidad tan súper superada y contracultural del campeón de todos los zen, Morelli. (Éste escribía “como si él mismo, en una tentativa desesperada y conmovedora, imaginara al maestro que debía iluminarlo” y su libro “constituía ante todo una empresa literaria, precisamente porque se proponía como una destrucción de formas (de fórmulas) literarias.” Hummm….)

Continuará...

11/07/2016 03:47
buenísimo Porte, estoy disfrutando de tus posts :) Esa definición de belleza es magnífica.
Sii, pegó fantástico Juan Filloy, y otro que leí despues también, Felisberto Hernandez, los dos muy buenos para acompañar a Rayuela.

Uy que bueno el videooo
11/07/2016 03:45
11/07/2016 03:39

Antes de seguir con la visita, algunas reflexiones sobre los sueños. Algunas reflexiones más que las que ya ha vertido en esta obra y en otras obras. De hecho el cap. 123 me recuerda mucho a “Esbozo de un sueño” (Otra vez de Historias de cronopios y de famas) y muchos de sus cuentos fantásticos, en los cuales se borran los límites entre diferentes realidades, pueden interpretarse como relatos intercalados de realidad y sueño. En “La noche boca arriba”, por ejemplo. En este caso juega con el lenguaje de lo onírico, otra vez apostando a la sencilla y clara identificación del lector: “El verdadero sueño se situaba en una zona imprecisa, del lado del despertar pero sin que él estuviera verdaderamente despierto…” “En el lugar había otra persona, su hermana que lo ayudaba sin palabras a elegir la parte tranquila, como se interviene en algunos sueños sin siquiera estar, dándose por sentado que la persona o la cosa están ahí e intervienen; una potencia sin manifestaciones visibles…” “Se volvió a dormir como quien busca su lugar y su casa después de un largo camino bajo el agua y el frío.”

El cap 145 es una Morelliana que habla de una obra como suma de partes y a su vez partícula de otra obra, lo cual sería como romper los principios universales del arte de los cuales Morelli ¿Cortázar? Reniega. En definitiva, no es un secreto, Rayuela es una suma de partes, aunque también es un todo, mal que les pese a Morelli (y a Cortázar). Y el cap. 122 es otra Morelliana en el que se retoma el tema de la retórica y su supuesta imprescindibilidad: “… lo que me repele en «emprendió el descenso» es el uso decorativo de un verbo y un sustantivo que no empleamos casi nunca en el habla corriente; en suma, me repele el lenguaje literario (en mi obra, se entiende.” “… si esta repulsión a la retórica (porque en el fondo es eso) sólo se debe a un desecamiento verbal, correlativo y paralelo a otro vital, entonces sería preferible renunciar de raíz a toda escritura. Releer los resultados de lo que escribo en estos tiempos me aburre. Pero (…) sigo tan sediento de absoluto como cuando tenía veinte años, pero la delicada crispación, la delicia mordiente del acto creador o de la simple contemplación de la belleza, no me parecen ya un premio, un acceso a una realidad absoluta y satisfactoria. Sólo hay una belleza que todavía puede darme ese acceso: aquella que es un fin y no un medio, y que lo es porque su creador ha identificado en sí mismo su sentido de la condición humana con su sentido de la condición de artista. En cambio el plano meramente estético, me parece eso: meramente. No puedo explicarme mejor.”

11/07/2016 02:27

En el 108, Oliveira tiene un encuentro ocasional con la Maga (ella está encantada porque Filloy dice en Caterva que los clochards y los linyeras criollos están emparentados… ¿Viste Mechiz que hace poco me decías que Filloy “pegaba” con Cortázar? Yo no me acordaba de esto). Bueno, y de eso hablan mientras pasean y el narrador, ‘uniendo lo útil a lo agradable’ –Julito dice pero en otro lugar-, describe lo que ve. Ella intenta que Horacio le cuente de Pola, pero él elude, hábilmente, primero y más burdamente después diciendo con toda la crueldad que puede y como restándole importancia: “Pura pornografía. No te va a gustar.” Pero hay que ser… Y siguen observando a los clochards hasta que la policía intenta llevarse a una porque “Un clochard es más escándalo que un ladrón, es sabido; en el fondo no pueden contra ellos,…”; y los policías “… debajo de los uniformes tienen el olor de la ignominia de los civiles. Ho detto. Vení, rajemos una vez más. Estoy más sucio que tu Emmanuéle (que sería la linyera en esta escena, no la otra más popular en la época), es una roña que empezó hace tantos siglos…” Al menos se reconoce sucio el desalmado.

Pola y Horacio hablan del arte callejero: “Sólo termina de veras lo que recomienza cada mañana.” “Homenaje a lo efímero, a que esa catedral sea un simulacro de tiza que un chorro de agua se llevará en un segundo.” Hacia el final de este cap. hablan de la enfermedad de Pola, algo muy breve y casual, después Horacio sigue ensimismado centrando su pensmaiento en esas obra que ha visto en la calle que se arman y se desarman cada día y termina “Consiguió dejar de pensar, consiguió por apenas un instante besarla sin ser más que su propio beso.”

Visita con Étienne a Morelli en el hospital: “Hay momento en que por asco, por miedo o porque hay que subir dos pisos y huele a fenol, el diálogo se vuelve prolijísimo, como cuando hay que consolar a alguien al que se le ha muerto un hijo y se inventan las conversaciones más estúpidas.” Se van por otros temas, por esto de las conversaciones estúpidas (pero original, en este caso): “¿Por qué tener vergüenza de masturbarse? Un arte menor al lado del otro, pero de todos modos con su divina proporción, sus unidades de tiempo, acción y lugar, y demás retóricas.” Oliveira hace una parada machista, para no perder su perfil: “Si te crees que por una mujer… Ombú o mujer, todos son yuyos en el fondo, che.”

El resto de la visita y consecuencias, en próximas entregas...

10/07/2016 03:31

Cap. 100: es en el que habla con Étienne por teléfono y le cuenta el sueño de la rebanada de pan. Me llamó la atención que en el lenguaje de Oliveira siempre las descripciones aluden a “la vieja”, “la bizca”, “el chino”, “cara de rata”…

Lo de Pola, nada que hacer, lo comentó suficientemente Mechiz, pero otra cosa es lo que dice acerca de la novela, cuando compara cómo habla la mujer con los personajes de esas novelas en las que el autor “… no quiere perder tiempo y pone lo mejor de la descripción en los diálogos, uniendo así lo útil a lo agradable.” Quizás lo que agregaría es esa forma de estar la Maga presente siempre ahí, cuando Horacio se encuentra con Pola “… pero ya era demasiado tarde, el lazo estaba cerrado y su rebelión no había servido más que para ahondar el goce y el dolor, el doble malentendido que tenían que superar porque era falso,…” “y después, como hago ahora con vos, le iba apartando muy despacio los muslos…” y etcétera hasta el final del capítulo es toda una descripción de cómo hace el amor con una como lo hizo con la otra, de cómo huele una y cómo olía la otra, del ritmo que tiene una… Y así hasta que llega a la conclusión de que fracasar en Pola “era la repetición de innúmeros fracasos, un juego que se pierde al final pero que ha sido bello jugar, mientras que de la Maga empezaba a salirse resentido, …” Con lo de los ritmos también hay una variación, cuando Horacio advierte que debe romper los automatismos con lo cual queda en claro su soledad disfrazada. “Cada momento de su cuerpo frente a un desencuentro delicioso, tener que alargarse un poco más, o bajar la cabeza para encontrar la boca que antes estaba ahí tan cerca, acariciar una cadera más ceñida, incitar a una réplica y no encontrarla, insistir, distraído, hasta darse cuenta de que todo hay que inventarlo otra vez, que el códigono ha sido estatuido, que las claves y las cifras van a nacer de nuevo, serán diferentes, responderán a otra cosa.” (Qué de ecos me hace resonar este párrafo…) “Sólo el placer en su aletazo último es el mismo; antes y después el mundo se ha hecho pedazos y hay que nombrarlo de nuevo, dedo por dedo, labio por labio, sombra por sombra.” (Y tampoco el placer en su aletazo último es el mismo. ¿Será acaso así para los hombres? Entonces, qué pobres son los placeres masculinos…)

10/07/2016 00:48

Notas a capítulos a leer hace mucho mucho tiempo: bueno lo de “Abuso de conciencia” (152), cita de Jean Tardieu, sobre la ajenidad de lo habitual o normalmente considerado propio, que finaliza: “Todo es falso aquí. Cuando me hayan devuelto mi casa y mi vida, entonces encontraré mi verdadero rostro”.

El 143, ya comentado por la lectora indomable e imperturbable que es Mechiz, sobre los sueños de Traveler y Talita – y sobre los sueños en general -, no tiene desperdicio: “Habían dormido con las cabezas tocándose y ahí, en esa inmediatez física, (…) habían soñado sueños distintos, habían vivido aventuras disímiles, el uno había sonreído mientras la la otra huía aterrada, el uno había vuelto a rendir un examen de álgebra mientras la otra llegaba a una ciudad de piedras blancas.” “¿Cómo era posible que la compañía diurna desembocara inevitablemente en ese divorcio, esa soledad inadmisible del soñante?” Y la posibilidad intangible del milagro: “Durante mucho tiempo esperó un milagro, que el sueño que Talita iba a contarle por la mañana fuese también lo que él había soñado. Lo esperó, lo incitó, lo provocó apelando a todas las analogías posibles, buscando semejanzas que bruscamente lo llevaran a un reconocimiento.” ¡Pero nada! “Las cabezas dormían tocándose y en cada uno se alzaba el telón sobre un escenario diferente.” Es que les faltaba fe: “No tenía ninguna fe en que ocurriera lo que deseaba, y sabía que sin fe no ocurriría. Sabía que sin fe no ocurre nada de lo que debería ocurrir, y con fe casi siempre tampoco.” (Primero la recurrencia de Cortázar al divino y omnipotente papel de la fe, después la sutil ironía “… con fe casi siempre tampoco”.)


Sigo dentro de un ratito...

01/07/2016 16:27
De hecho, Mechi, youtube tiene sus graves problemas y cuesta trabajo -al menos aquií- lidiar a veces con los videos.
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