
Hace unos días jugamos una rayuela maravillosa, que ConsignasTrivia tuvo a bien armar para nosotros, con la generosidad de la que es capaz. Fueron unos días a todo juego, muchos de nosotros dedicados a la magia y el empeño que lo lúdico precisa. De esto sabemos mucho, porque a los adultos que nos juntamos en Búho el espíritu del juego nos seduce por completo. Claro que también recordamos los encantos de la obra de Cortázar: la literatura de la buena deleita como el juego y fascina como la magia. A Mechitaz (no estoy segura, pero sí, debe de haber sido Mechiz quien lo planteó), pongamos entonces que a ella se le ocurrió entonces que podríamos leer todos juntos esa novela mítica y compartirla acá.
Ya me estoy regodeando mientras repaso la idea del juego: en un espacio que puede ser cualquiera, porque la imaginación nos permitirá hacer las transformaciones necesarias; en un tiempo que no se mide, porque un juego se sabe cuándo empieza pero no cuando termina; una cantidad cualquiera de personas se dedica a una actividad que no tiene otro fin más que el solaz de los participantes.
Hasta acá suena interesante, pero además puede sumarse que es jugando cuando más aprendemos: a respetar reglas, a dominar el cuerpo, a reconocer el espacio, a compartir… Y hasta aprendemos sobre nuestras sociedades y nuestras culturas, porque los juegos que todos compartimos son los que, desde tiempos inmemoriales, generaciones y generaciones han ido repitiendo sin descanso para que podamos disfrutarlos y que nadie quede afuera. Estos, los juegos tradicionales, son estupendamente mágicos, casi representaciones religiosas.
Y he aquí el caso de la rayuela: haciendo correr la piedra, subiendo uno a uno los peldaños de la escalera que nos lleva al cielo en una superficie perfectamente horizontal, haremos nuestros máximos esfuerzos para llegar a ese paraíso que todo nos lo promete, a esa plenitud que sólo se alcanza cuando la obra está terminada.
Hay muchos comentarios en la red acerca del libro que nos convoca, no pretendo competir con ninguno de ellos, pero estaría bueno saber qué parte de este juego inspiró al gran Julio para disponer todo lo que ya mencionamos: placer, magia, mito, juego, aprendizaje, como para que sus lectores se sirvan a raudales. Desentrañaremos juntos el misterio mientras dejamos que el hechicero nos subyugue a fuerza de sortilegios.
Invitamos a los que no quieran perderse el festín a leer juntos “Rayuela” de Julio Cortázar. Este libro-juego permite básicamente dos formas de lectura, de las cuales elegimos la que el damero que figura en la portada sugiere. Nuestra idea es ir saboreando con tiempo cada palabra y avanzar de tal modo que nadie se desanime en el camino: los que venimos seguido por acá sabemos que el goce es doble si se comparte.