Hola, queridos compañeros de ruta! He tenido este foro abandonado durante algún tiempo, la vida me trajo circunstancias que me impidieron escribir. Pero no dejé de leer, ni el libro ni los post, que agradezco profundamente. Gracias Mechiz por tanta dedicación y enriquecimiento. Por lo pronto, hoy comento lo que corresponde y luego les cuento, medio desprolijamente, sobre algunas cosas que me parecieron recordables de las dos semanas cuyos comentarios no puse en su debido momento.
En el capítulo 63, Morelli hipotetiza acerca de una posible novela fundada en la posibilidad de que las reacciones del hombre se motiven en cambios químicos, lo cual volvería todo drama personal mucho más impersonal. Y cualquier actitud o comportamiento humano sería más irracional, en el sentido psicológico habitual del término. Cierra el cap. con estas palabras: “…el hombre no es sino que busca ser, proyecta ser, manoteando entre palabras y conducta y alegría salpicada de sangre y otras retóricas como ésta.” Y quién sabe? Sólo puedo relacionarlo con el capítulo anterior, donde Oliveira muerde un tango de elevado nivel metafísico con sus párrafos sobre la otredad y la pérdida del amor, que tan acertadamente cita Mechiz (¡subrayé lo mismo, Mechiz!).
El cap. 23 se me hace que le debe gustar especialmente a Leo Maslíah y quizás le haya servido alguna vez de inspiración: el concierto de Berthe Trépat, el relato que se torna jocoso y dramático, no alternativa sino simultáneamente: “…podía resumir su estética en la mención de construcciones antiestructurales, es decir, células sonoras autónomas, fruto de la pura inspiración, concatenadas en la intención general de la obra pero totalmente libres de moldes clásicos, dodecafónicos o atonales…” La descripción es minuciosa y vale la pena leerla: una escena patética y ridícula a cuya protagonista Oliveira acompaña de regreso preguntándose si es él o su doble el que actúa de ese modo, el que solidariamente ofrece su tiempo y su compañía a ese estrafalario personaje que termina asestándole una acusación de abusos deshonestos. Él había estado feliz con su buena acción del día, “Pero como de costumbre había pagado por ese contento insensato. Ahora empezaría a reprochárselo, a desmontarlo poco a poco hasta que no quedara más que lo de siempre, un agujero donde soplaba el tiempo, un continuo impreciso sin bordes definidos.”
Con respecto a la otredad "La otredad es la única patria del poeta. Esta es una premisa, una puerta de oro para el que se encuentra con un poeta verdadero, para el que alcanza a saborear una parte esencial de la vida y la literatura. Sin embargo pocas veces nos preguntamos por las diferentes otredades vivibles e invisibles que pueden habitarse. Por la genealogía de la otredad, por sus especies, sus hibridaciones y sus familiares."Para leer el artículo completo: https://elrostroperdido.wordpress.com/2013/02/19/la-otra-otredad-julio-cortazar-y-fernando-pessoa/...
Para simpli, este texto es de Lalo Mir, o se le atribuye. Es indispensable para saber lo que es el mate:
Lalo Miren el programa “Lalo Bla Bla”Radio Mitre
El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es “hola” y la segunda “¿unos mates?“.
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: “¿Dulce o amargo?“. El otro responde: “Como tomes vos“.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. (CA#1)
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.
Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores…
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