Hoy no pude ir a trabajar. Me quedé cambiandole la tierra y poniéndole abono a la siembra de papas, a la de cebollas, a las hierbas aromáticas, quitándole la maleza a las plantas de limones y a las siembras de caraotas y garbanzos.
Mañana tampoco puedo ir al trabajo porque tengo que ir al veterinario a llevarle las gallinas que las he notado decaídas, últimamente. Tienen días sin darme huevos para el desayuno. La cabra enana que me da la leche para el café parece que se le secó. También tengo que llevarla a revisión, pero eso será el jueves, porque el miércoles me toca ir al supermercado que es el día que corresponde a mi número de cédula. El viernes tampoco trabajo porque ese día me llega agua y tengo que lavar la ropa y aprovechar de limpiar un poco el balcón donde tengo las siembras y el gallinero. Ah, y el cuarto, que la cabra me lo deja hecho un asco porque es el único sitio donde la puedo mantener porque necesita el frío del aire acondicionado para estar bien.
La gente piensa que es fácil vivir en este nuevo socialismo del SXXI ideado por Nicolás y sus ministros, pero se engañan. Yo creo que al final tendré que renunciar al trabajo para poder mantener el conuco. Total, si ya produzco todo lo que necesito en casa, para qué voy a trabajar.
Por cierto, tengo que buscar un día la semana qie viene para ir de farmacia en farmacia a ver si consigo las medicinas de la tensión, mis vitaminas, el desparasitante para los animales, las pastillas para la tiroides y las de bajar los triglicéridos.
¿A mí? A mí me encanta la revolución.
¿Y a ustedes?