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Literatura, Biografías, Relatos cortos, etc. 2

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12/11/2013 22:06
JENARO PRIETO escritor Chileno en 1929 escribio su novela
--EL SOCIO--Julian Pardo un fracasado comerciante se inventa
un socio imaginario,este socio va formando vida es Ingles y tiene un nombre
Walter Davis,quien empieza a especular en la bolsa de comercio,
al protagonista J.Pardo lo hace millonario,pero tambien le quita a su amante
lo engaña con su espasa ,mata a su hijo,tiene relaciones con
otra mujer que le engendro un hijo y al final de la novela lo deja en la ruina
para ser un socio imaginario se las trae este Ingles al final J.Pardo abandonado por su mujer deside suicidarse y para ello le echa la culpa al
socio que lo habia matado,luego de u duelo que tubieron ambos por
asuntos de dinero donde Water Davis salio herido y prometio
vengarse de Julian Pardo.
12/11/2013 21:53
NALCA te dio pena porqie hicieron desaparecer al mono,
no sera acaso Mario Vargas Llosa quen esta de visita en tu ruca.
12/11/2013 17:32
Ay Mechitaz, qué pena me dió el relato.
No se si viene al caso, por lo del mago tal vez, mi nieto el cubanito, realizó su primer trabajo remunerado como mago, animó un cumpleaños infantil. El sabe donde debe y donde no debe cobrar. Yo me pongo orgullosa cuando lo hace en actividades sociales solidarias. Ya verás video.
Estoy leyendo a Rivera Letelier "Historia de amor con hombre bailando" me está gustando mucho, aunque la lectura no me rinde , llegó Mario de visita y hay que atenderlo.
12/11/2013 17:12
Gracias Pince, lo haré.
12/11/2013 03:24

Si quieren descargar un relato largo (o novela corta), les recomiendo mucho:

El Baile de Irene Nemirovsky

http://librosgratis.net/book/el-baile-irene-nemirovsky_16365.html

12/11/2013 03:05

LA FIESTA AJENA

 

Liliana Heker

 

Nomás llegó, fue a la cocina a ver si estaba el mono. Estaba y eso la tranquilizó: no le hubiera gustado nada tener que darle la razón a su madre. ¿Monos en un cumpleaños?, le había dicho; ¡por favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen. Estaba enojada pero no era por el mono, pensó la chica: era por el cumpleaños.

–No me gusta que vayas –le había dicho–. Es una fiesta de ricos.

–Los ricos también se van al cielo–dijo la chica, que aprendía religión en el colegio.

–Qué cielo ni cielo –dijo la madre–. Lo que pasa es que a usted, m'hijita, le gusta cagar más arriba del culo.

A la chica no le parecía nada bien la manera de hablar de su madre: ella tenía nueve años y era una de las mejores alumnas de su grado.

–Yo voy a ir porque estoy invitada –dijo–. Y estoy invitada porque Luciana es mi amiga. Y se acabó.

–Ah, sí, tu amiga –dijo la madre. Hizo una pausa–. Oíme, Rosaura –dijo por fin–, esa no es tu amiga. ¿Sabés lo que sos vos para todos ellos? Sos la hija de la sirvienta, nada más.

Rosaura parpadeó con energía: no iba a llorar.

–Callate –gritó–. Qué vas a saber vos lo que es ser amiga.

Ella iba casi todas las tardes a la casa de Luciana y preparaban juntas los deberes mientras su madre hacía la limpieza.

Tomaban la leche en la cocina y se contaban secretos. A Rosaura le gustaba enormemente todo lo que había en esa casa. Y la gente también le gustaba.

–Yo voy a ir porque va a ser la fiesta más hermosa del mundo, Luciana me lo dijo. Va a venir un mago y va a traer un mono y todo. La madre giró el cuerpo para mirarla bien y ampulosamente apoyó las manos en las caderas. –¿Monos en un cumpleaños? –dijo–. ¡Por favor! Vos sí que te creés todas las pavadas que te dicen.

Rosaura se ofendió mucho. Además le parecía mal que su madre acusara a las personas de mentirosas simplemente porque eran ricas. Ella también quería ser rica, ¿qué?, si un día llegaba a vivir en un hermoso palacio, ¿su madre no la iba a querer tampoco a ella? Se sintió muy triste. Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo.

–Si no voy me muero –murmuró, casi sin mover los labios. Y no estaba muy segura de que se hubiera oído, pero lo cierto es que la mañana de la fiesta descubrió que su madre le había almidonado el vestido de Navidad. Y a la tarde, después que le lavó la cabeza, le enjuagó el pelo con vinagre de manzanas para que le quedara bien brillante. Antes de salir Rosaura se miró en el espejo, con el vestido blanco y el pelo brillándole, y se vio lindísima.

La señora Inés también pareció notarlo. Apenas la vio entrar, le dijo:

–Qué linda estás hoy, Rosaura.

Ella, con las manos, impartió un ligero balanceo a su pollera almidonada: entró a la fiesta con paso firme. Saludó a

Luciana y le preguntó por el mono. Luciana puso cara de conspiradora; acercó su boca a la oreja de Rosaura.

–Está en la cocina –le susurró en la oreja–. Pero no se lo digas a nadie porque es un secreto.

Rosaura quiso verificarlo. Sigilosamente entró en la cocina y lo vio. Estaba meditando en su jaula. Tan cómico que la chica se quedó un buen rato mirándolo y después, cada tanto, abandonaba a escondidas la fiesta e iba a verlo. Era la única que tenía permiso para entrar en la cocina, la señora Inés se lo había dicho: 'Vos sí pero ningún otro, son muy revoltosos, capaz que rompen algo". Rosaura, en cambio, no rompió nada. Ni siquiera tuvo problemas con la jarra de naranjada, cuando la llevó desde la cocina al comedor. La sostuvo con mucho cuidado y no volcó ni una gota. Eso que la señora Inés le había dicho: "¿Te parece que vas a poder con

esa jarra tan grande?". Y claro que iba a poder: no era de manteca, como otras. De manteca era la rubia del moño en la cabeza. Apenas la vio, la del moño le dijo:

–¿Y vos quién sos?

–Soy amiga de Luciana –dijo Rosaura.

–No –dijo la del moño–, vos no sos amiga de Luciana porque yo soy la prima y conozco a todas sus amigas. Y a vos no te conozco.

–Y a mí qué me importa –dijo Rosaura–, yo vengo todas las tardes con mi mamá y hacemos los deberes juntas.

–¿Vos y tu mamá hacen los deberes juntas? –dijo la del moño, con una risita.

– Yo y Luciana hacemos los deberes juntas –dijo Rosaura, muy seria. La del moño se encogió de hombros.

–Eso no es ser amiga –dijo–. ¿Vas al colegio con ella?

–No.

–¿Y entonces, de dónde la conocés? –dijo la del moño, que empezaba a impacientarse.

Rosaura se acordaba perfectamente de las palabras de su madre. Respiró hondo:

–Soy la hija de la empleada –dijo.

Su madre se lo había dicho bien claro: Si alguno te pregunta, vos le decís que sos la hija de la empleada, y listo.

También le había dicho que tenía que agregar: y a mucha honra. Pero Rosaura pensó que nunca en su vida se iba a animar a decir algo así.

–Qué empleada–dijo la del moño–. ¿Vende cosas en una tienda?

–No –dijo Rosaura con rabia–, mi mamá no vende nada, para que sepas.

–¿Y entonces cómo es empleada? –dijo la del moño.

Pero en ese momento se acercó la señora Inés haciendo shh shh, y le dijo a Rosaura si no la podía ayudar a servir las salchichitas, ella que conocía la casa mejor que nadie.

– Viste –le dijo Rosaura a la del moño, y con disimulo le pateó un tobillo.

Fuera de la del moño todos los chicos le encantaron. La que más le gustaba era Luciana, con su corona de oro; después los varones. Ella salió primera en la carrera de embolsados y en la mancha agachada nadie la pudo agarrar.

Cuando los dividieron en equipos para jugar al delegado, todos los varones pedían a gritos que la pusieran en su equipo. A Rosaura le pareció que nunca en su vida había sido tan feliz.

Pero faltaba lo mejor. Lo mejor vino después que Luciana apagó las velitas. Primero, la torta: la señora Inés le había pedido que la ayudara a servir la torta y Rosaura se divirtió muchísimo porque todos los chicos se le vinieron encima y le gritaban "a mí, a mí". Rosaura se acordó de una historia donde había una reina que tenía derecho de vida y muerte sobre sus súbditos. Siempre le había gustado eso de tener derecho de vida y muerte. A Luciana y a los varones les dio los pedazos más grandes, y a la del moño una tajadita que daba lástima.

Después de la torta llegó el mago. Era muy flaco y tenía una capa roja. Y era mago de verdad. Desanudaba pañuelos con un solo soplo y enhebraba argollas que no estaban cortadas por ninguna parte. Adivinaba las cartas y el mono era el ayudante. Era muy raro el mago: al mono lo llamaba socio. "A ver, socio, dé vuelta una carta", le decía. "No se me escape, socio, que estamos en horario de trabajo".

La prueba final era la más emocionante. Un chico tenía que sostener al mono en brazos y el mago lo iba a hacer desaparecer.

–¿Al chico? –gritaron todos.

–¡Al mono! –gritó el mago.

Rosaura pensó que ésta era la fiesta más divertida del mundo.

El mago llamó a un gordito, pero el gordito se asustó enseguida y dejó caer al mono. El mago lo levantó con mucho cuidado, le dijo algo en secreto, y el mono hizo que sí con la cabeza.

–No hay que ser tan timorato, compañero –le dijo el mago al gordito.

–¿Qué es timorato? –dijo el gordito. El mago giró la cabeza hacia uno y otro lado, como para comprobar que no había espías.

–Cagón –dijo–. Vaya a sentarse, compañero.

Después fue mirando, una por una, las caras de todos. A Rosaura le palpitaba el corazón.

–A ver, la de los ojos de mora –dijo el mago. Y todos vieron cómo la señalaba a ella.

No tuvo miedo. Ni con el mono en brazos, ni cuando el mago hizo desaparecer al mono, ni al final, cuando el mago hizo ondular su capa roja sobre la cabeza de Rosaura, dijo las palabras mágicas... y el mono apareció otra vez allí, lo más contento, entre sus brazos. Todos los chicos aplaudieron a rabiar. Y antes de que Rosaura volviera a su asiento, el mago le dijo:

–Muchas gracias, señorita condesa.

Eso le gustó tanto que un rato después, cuando su madre vino a buscarla, fue lo primero que le contó.

– Yo lo ayudé al mago y el mago me dijo: "Muchas gracias, señorita condesa".

Fue bastante raro porque, hasta ese momento, Rosaura había creído que estaba enojada con su madre. Todo el tiempo había pensado que le iba a decir: "Viste que no era mentira lo del mono". Pero no. Estaba contenta, así que le contó lo del mago.

Su madre le dio un coscorrón y le dijo:

–Mírenla a la condesa.

Pero se veía que también estaba contenta.

Y ahora estaban las dos en el hall porque un momento antes la señora Inés, muy sonriente, había dicho: "Espérenme un momentito".

Ahí la madre pareció preocupada.

–¿Qué pasa? –le preguntó a Rosaura.

–Y qué va a pasar –le dijo Rosaura–. Que fue a buscar los regalos para los que nos vamos.

Le señaló al gordito y a una chica de trenzas, que también esperaban en el hall al lado de sus madres. Y le explicó cómo era el asunto de los regalos. Lo sabía bien porque había estado observando a los que se iban antes. Cuando se iba una chica, la señora Inés le regalaba una pulsera. Cuando se iba un chico, le regalaba un yo-yo. A Rosaura le gustaba más el yo-yo porque tenía chispas, pero eso no se lo contó a su madre. Capaz que le decía: "Y entonces, ¿por qué no le pedís el yo-yo, pedazo de sonsa?". Era así su madre. Rosaura no tenía ganas de explicarle que le daba vergüenza ser la única distinta. En cambio le dijo:

–Yo fui la mejor de la fiesta. Y no habló más porque la señora Inés acababa de entrar en el hall con una bolsa celeste y una bolsa rosa. Primero se acercó al gordito, le dio un yo-yo que había sacado de la bolsa celeste, y el gordito se fue con su mamá. Después se acercó a la de trenzas, le dio una pulsera que había sacado de la bolsa rosa, y la de trenzas se fue con su mamá.

Después se acercó a donde estaban ella y su madre. Tenía una sonrisa muy grande y eso le gustó a Rosaura. La señora Inés la miró, después miró a la madre, y dijo algo que a Rosaura la llenó de orgullo. Dijo:

–Qué hija que se mandó, Herminia.

Por un momento, Rosaura pensó que a ella le iba a hacer los dos regalos: la pulsera y el yo-yo. Cuando la señora Inés inició el ademán de buscar algo, ella también inició el movimiento de adelantar el brazo. Pero no llegó a completar ese movimiento. Porque la señora Inés no buscó nada en la bolsa celeste, ni buscó nada en la bolsa rosa. Buscó algo en su cartera.

En su mano aparecieron dos billetes.

–Esto te lo ganaste en buena ley–dijo, extendiendo la mano–. Gracias por todo, querida.

Ahora Rosaura tenía los brazos muy rígidos, pegados al cuerpo, y sintió que la mano de su madre se apoyaba sobre su hombro. Instintivamente se apretó contra el cuerpo de su madre. Nada más. Salvo su mirada. Su mirada fría, fija en la cara de la señora Inés.

La señora Inés, inmóvil, seguía con la mano extendida. Como si no se animara a retirarla. Como si la perturbación más leve pudiera desbaratar este delicado equilibrio.

 

 

 

 


11/11/2013 15:41
No estaba muy errada , había un lazo muy fuerte que unía a Chile con Carlos Fuentes. Recuerdo que su fallecimiento causó consternación , porque fue muy poco después que visitara Chile y se reuniera con el presidente Lagos y su familia.

Emol   Cultura y Espectáculos 

. El indisoluble lazo que unió a Carlos Fuentes con Chile. 

Llegó a los once años y se quedó hasta los quince. Aquí publicó su primer texto, y junto a un chileno coescribió también el último. Habló de Chile en sus novelas y ensayos, y conservó hasta el final las amistades que acá forjó. Así fue la relación del mexicano con nuestro país, donde hoy su partida también se lamenta.

 El indisoluble lazo que unió a Carlos Fuentes con Chile .Fuentes y Lagos, en una de las incontables visitas del escritor a Chile: Fue en 2004, para encabezar una de las conferencias de humanidades que impulsó el ex Presidente. Foto: AFP 

SANTIAGO.- Carlos Fuentes llegó a ser uno de los máximos embajadores culturales de México, aunque en su historia hay también otros países marcados a fuego. Está, por ejemplo, Panamá, el lugar en que nació en el 11 de noviembre de 1928. Está también Inglaterra, su lugar de residencia en los últimos años.

Pero está también Chile, país en el que vivió entre los once y los quince años, y donde dejó parte de sus raíces, además de amistades que perdurarían toda la vida. La razón de ese paso está en la profesión de su padre, un diplomático mexicano que además se asentó temporalmente en ciudades como Montevideo, Río de Janeiro, Washington, Quito y Buenos Aires.

Abogado de profesión, Fuentes se inició en la literatura tempranamente, con sus primeros títulos oficiales publicados poco después de los 20 años. Pero la semilla literaria había germinado mucho antes en él, y se expresó por primera vez en su preadolescencia, precisamente en Santiago. Cuando tenía doce años, el texto "Estampas mexicanas" fue publicado en el Boletín del Instituto Nacional, el lugar en que se interiorizaría sobre la tradición intelectual chilena.

El inicio formal de su carrera literaria, en tanto, se remonta a los años 50, con sus primeros relatos y ensayos publicados. Su primera novela llegaría algunos años después, en 1958, y pese a al rótulo de debut llegó a transformarse en uno de los títulos más relevantes de las letras contemporáneas en Latinoamérica. Se trata de "La región más transparente".

A ella seguirían otros hitos, como "La muerte de Artemio Cruz" (1962) y "Terra nostra" (1975), en una producción que se mantuvo incansable hasta la actualidad. Así, dentro de sus últimas publicaciones se encuentra la novela "Adán en Edén", en la que Chile nuevamente estuvo presente.

No fue sólo porque en ella algunos de los personajes bebieran vino de nuestro país, sino porque además escogió a la Feria del Libro de Santiago para lanzarla mundialmente, en la primavera de 2009.

Ésa fue una de sus últimas visitas, como parte de itinerarios de viaje que siempre consideraban unos días en Santiago, ya sea para hablar de libros o para reunirse con amigos, como los escritores Arturo Fontaine y Sergio Missana, o el ex Presidente Ricardo Lagos.

Junto a este último publicó precisamente su último libro, "El siglo que despierta", un análisis cultural y político de la actualidad, con especial mirada a Latinoamérica y al futuro. Fue el último eslabón de una relación férrea e indisoluble con Chile, país en el que el nombre de Carlos Fuentes vuelve a resonar fuerte hoy, en la hora de su partida.

Emol Martes, 15 de Mayo de 2012, 16:43

11/11/2013 14:18


Carlos Fuentes siempre fue un mercenario de las letras. Lo único que quiso, junto con su esposa (quien vivió para ello), era obtener el Nobel... aun a costa del abandono y la desgracia de sus hijos.

Es muy buen escritor pero se le terminaban de ideas. Una vez se plagió una novela de uno de sus alumnos, un chico de 17 años de provincia. La re-escribió con su gran estilo. El chico lo demandó. Le ofrecieron al muchacho una gran suma de dinero que por supuesto aceptó... y tan tan. Aquí no ha pasado nada.



11/11/2013 11:47
Tenía buenos amigos en Chile, Carlos Fuentes, si no me equivoco el ex presidente Lagos era uno de ellos. Poco antes de morir , visitó nuestro país.
11/11/2013 11:27
Hoy abrí con Google y apareció un reconocimiento a los 85 años del

nacimiento del escritor mexicano Carlos Fuentes

Entiendo que la última vez que estuvo en la Argentina fue durante la 38ava

edición de la Feria Internacional del Libro, del autor al lector, en mayo de

2012, mes en el que falleció, y se llevó todos los aplausos durante sus

intervenciones en la Feria.

Estuvo en Buenos Aires, creo que varias veces y creo que tanto en México

como en Buenos Aires, pudo nutrirse de un beneficio, a costa de la emigra-

ción de editores de España a estas dos ciudades por causa del franquismo.

Igualmente, siempre se pondera a México como una potencia en lo que se

refiere a los pueblos que habitaban América, previa al 12 de octubre, como

los aztecas, los mayas y los incas del Peru, en este último caso,  su influen-

cia llegó hasta las provincias del NorOesteArgentino en Jujuy.

Carlos Fuentes siempre me pareció un hombre digno de admiración.

Una de sus novelas fue llevada al cine, "Gringo Viejo", bajo la dirección de

Luis Puenzo, (había ganado el Oscar como director a la mejor película

extranjera por, "La historia oficial", sobre la dictadura militar argentina),

con actores como Gregory Peck y Jane Fonda.
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