Buho21 - red social y juegos online Multijugador  |  Juegos  |  VIP  |  Clubis  |  Software  |  Foros  |  Búsqueda
Literatura, Biografías, Relatos cortos, etc. 2

Para participar en los foros debes identificarte en la web. Gracias.
«5859606162»
15/11/2013 12:59
Estuve viendo la película "Nine", que creo que se traduce como "La novena",

sobre la novena película que tiene que hacer un director y no puede.

Es una especie de "remake" como se dice ahora de "8 y medio" de Fellini.

Muchas primeras actrices y Dany Day Lewis es el director y trata de hacer

una película pero no puede, mientras intenta hacer un equilibrio entre sus

amantes y su esposa.

(Trabajan Marion Cotillard, Penélope Cruz, Nicole Kidman, Judi Dench (la M

de varias películas de James Bond, en la última muere), y hasta Sofia Loren,

que hace de madre ya fallecida de Guido Contini, el director.

Muchas "prima donna" para una película.

Hay una parte que Guido dice, que su mente piensa en 15 y su cuerpo en 10

Me trajo a la mente la Desiderata, que creo que todos conocen, pero la voy

a dejar posteada por si acaso.

Algunos dicen que es de autor anónimo, otros que es de un norteamericano,

pero creo que eso importa poco.

15/11/2013 03:07
Me gusta , Vidabella, como eliges relatos que dejan gran enseñanza.
El súper y yo nos referíamos a los pícaros en la literatura, ese Pedro Urdemales que consideramos tan nuestro y que aparece hasta mencionado por Cervantes.
Estos pícaros reciben otros nombres en otros países, como Juan maula, malas artes, Juan lanas y son simpáticos personajes que se mueven inducidos por la necesidad.
Y para ti Pseac, ¿cuándo te ando hablando de política? si yo todavía ni se por quien votar., escuché recién a Marcel y estoy que me doy vuelta la chaqueta y tu debieras imitarme para que aprendamos a decir encendidos discursos y nos vamos por los pueblos electrizando a los habitantes. Ahora me cayó la chaucha que lo que me faltó en la aventura que tu, malvado me embarcaste, fue más capacidad oratoria y decir verdades como Marcel y la Rossana, no andar ofreciendo cosas .
Pero hablando en plata, no me gusta la política, prefiero la literatura. 
15/11/2013 03:06
Holaa, vaya cuantoo para leer. Les dejo un cuento, no estaré unos días

La salvación

 

Isidoro Blaisten

 

Buenas tardes, señor —dijo el viejo—, ¿qué desea?

—Señor —dijo el hombre que buscaba la salvación—, ¿tiene algo que me salve?

El viejo dejó el lápiz encima de la boleta, lo corrió justo hasta el borde del talonario, cerró las tapas, apoyó las manos sobre el mostrador, ladeó la cabeza, y se lo quedó mirando por encima de los lentes.

El hombre ya empezaba a ponerse nervioso.

Por fin, el viejo dijo:

—Ajá, ¿conque algo que lo salve?

—Sí. ¿Tiene? —preguntó el hombre esperanzado.

El viejo tiró de la punta que asomaba apenas, extrajo el lápiz y dio unos cuantos golpecitos en el mostrador.

—Conque algo que lo salve —dijo nuevamente.

"Qué despacioso", pensó el hombre, "parece un telegrafista".

El viejo arrugó la cara y miró los estantes de arriba, con un ojo achicado, como si estuviera recordando. Después volvió a observar al hombre, salió de atrás del mostrador, y se alejó hacia el fondo del local, que era muy largo y bastante oscuro. Regresó empujando lentamente una escalera con rueditas, que estaba unida por un riel a los estantes de arriba.

El hombre notó que el viejo renqueaba un poco de la pierna derecha. Creyó que iba a subir, porque ya había apoyado la escalera, muy cerca de él, como a cinco pasos, pero el viejo la sacudió un poco verificando la solidez de los peldaños, se sonrió y dijo:

—Ahora, señor, si usted se diera vuelta...

—¡Eso nunca! —dijo el hombre con el rostro demudado y haciendo un ademán de irse.

— Por favor —dijo el viejo sonriéndose más todavía—.

Por favor —volvió a decir—. No me interprete mal. Tiene que ser sin mirar. Dese vuelta y cierre los ojos.

El hombre se dio vuelta y cerró los ojos.

El viejo tardaba. Por fin oyó que subía, respirando fuerte, como si le costase.

El hombre hizo un amago de girar el cuerpo. Desde lo alto escuchó la voz del viejo.

— Ah, no, así no vale. Ya le dije que tiene que ser sin mirar. Dese vuelta y cierre los ojos. ¡Y no espíe, eh!

El hombre apretó fuertemente los párpados, tanto, que la cara se le distendió en una mueca, como si estuviese riendo con la boca cerrada.

Atrás, arriba, el viejo estaba revolviendo algo, alguna mercadería, que hacía ruido a lata. De pronto el sonido cesó.

El hombre sintió que el corazón le empezaba a latir apresuradamente. Tuvo miedo. El viejito no la podía encontrar. Ya la había vendido toda. Se daría vuelta en la escalera, y le diría:

— Señor mío, lo siento mucho. No queda más. Ya puede mirar. Y bajando despaciosamente los escalones, agregaría:

— Hasta la semana que viene no hay nada que hacer... Usted tendría que darse una vueltita el jueves, o más seguro el viernes.

Entonces él, saturado de cansancio, preguntaría por rutina:

—Y dígame, señor, ¿no sabe dónde se podrá conseguir por acá cerca?

—Pero no le estoy diciendo, señor, que la semana entrante la recibimos seguro —insistiría el viejo ya un poco amoscado y apoyando la pierna renga en el suelo.

—No, no puedo esperar. Gracias —y tendría que irse, y suicidarse con bicloruro de mercurio.

Pero no fue así. El viejo seguía revolviendo cosas. "Probablemente debe de haber cajas de cartón, también", pensó el hombre, porque por momentos el ruido a lata se amortiguaba.

El viejo dijo:

—Ajá, já, por ai cantaba Garay.

Por la forma como le salió la voz, parecía que estaba tironeando de algo. "Como si estuviera sacando una muela", pensó el hombre.

—Ya está —dijo el viejo.

El hombre dio un salto. Una media vuelta como los soldados.

— Ah, no —dijo el viejo desde arriba—, sin darse vuelta.

El hombre volvió a su posición. No había alcanzado a ver más que el saco color gris rata del viejo, un poco del pantalón marrón, de un marrón muy antiguo, porque le trajo un recuerdo impreciso de cuando era chico, y dos rayas anchas y blancas.

La escalera empezó a crujir. El viejo bajaba. Al hombre le pareció que el descenso se le hacía interminable. De frente, escondiendo algo detrás de la espalda, el viejo tarareaba las palabras como los chicos:

—Ya está, ya está, ya está.

Llegó hasta donde estaba el hombre.

— Ahora, sin espiar, se me va a dar vuelta para el otro lado —dijo.

Y le apoyó la mano libre en el hombro, lo ayudó a girar, y verificó que tuviese los ojos bien cerrados.

—¿Ya está? —preguntó el hombre.

—Ya va a estar, ya va a estar —dijo el viejo pasando detrás del mostrador.

Hizo un ruido con la bobina que al hombre le pareció raro, sobre todo al tirar del papel y al cortarlo. Pensó que ya estaba exagerando. "Cuánta parsimonia", se dijo. "Evidentemente, ya está haciendo el paquete. "Y lo que el viejito le estaba por vender debía de ser bastante pesado, porque hizo un ruido contundente al ponerlo sobre el mostrador.

— ¿Ya está? —volvió a preguntar el hombre, impaciente, aunque sabía que no estaba, porque recién, recién el viejito lo había acomodado para envolverlo.

—Ya va a estar, ya va a a estar —y el hombre oyó nítidamente el crujido del primer doblez.

Además, pensó, debía de ser cuadrado, porque el viejito hacía los pliegues con golpes secos, como siguiendo con la palma de la mano unos ángulos rígidos.

Ahora le estaba poniendo el piolín.

El viejo cortó el sobrante del hilo. "Seguro que con un alicate", pensó el hombre. Después el viejo golpeó con el paquete ya hecho sobre el mostrador y dijo, canturreando la a final como dándole la seguridad al hombre de que efectivamente había terminado:

—Ya está.

El hombre primero abrió los ojos, después sacudió la cabeza como un nadador que sale del agua, se dio vuelta y miró el paquete.

El viejo lo sostenía colgado del moñito, con dos dedos, en un gesto casi gracioso. El hombre vio que tenía forma de prisma, y que estaba eficientemente hecho, con papel madera verde.

"La verdad, que da gusto", pensó. Y sonriendo, lo agarró con las dos manos, como si sacara la sortija.

Lo tuvo un momento contra el pecho. Después, como si recapacitara, lo puso debajo de la axila, y metiendo la mano en el bolsillo del pantalón, preguntó apurado:

—¿Cuánto es?

— Novecientos noventa y cinco pesos —dijo el viejo—. ¿Necesita factura?

—No, no hace falta —dijo el hombre.

El viejo rebuscaba en el cajón del mostrador. El hombre hizo un gesto con la mano rechazando el vuelto.

— Está bien, señor, déjelo.

— Valiente —dijo el viejo dándole una moneda de cinco pesos—.Que lo pase usted bien. Buenas tardes —Y se agachó para recoger el lápiz que se había caído.

El hombre apretó el paquete y salió. Recién entonces se dio cuenta de que al abrirse la puerta, sonaba como un carillón, o una caja de música.

El paquete era más o menos como un ladrillo, no tan grande, como le había parecido al verlo, ni tampoco tan pesado.

El hombre deshizo el nudo con impaciencia, y consiguió desenvolver la primera vuelta del hilo, porque el viejo le había dado dos. Cuando le estaba sacando los parches de dúrex, y mientras pensaba: "Qué curioso, no me había dado cuenta de que le había puesto dúrex. Prolijo, el viejito", lo atropelló el Mercedes de color verde musgo.

Prácticamente le aplastó la cabeza con la rueda izquierda.

Se juntó un montón de gente.

Lo taparon con una bolsa de cal, que un corredor de seguros mandó traer enseguida de la obra en construcción que estaba al lado.

Cuando llegó la ambulancia, todos se corrieron y le dejaron paso. Deportivamente, bajaron el chofer y el practicante; parecían dos jugadores al entrar a la cancha. Trotaron hasta el hombre, se agacharon, lo destaparon y se miraron entre ellos.

El practicante quiso saber qué había en el paquete. El muerto lo sostenía apretado contra el pecho. Trató de abrirle las manos, pero no pudo. Tampoco pudo separarle los dedos. Entonces lo llevaron al hospital Pirovano. Lo bajaron con camilla y todo, y lo dejaron en la guardia, encima de otra camilla verde, con las patas despintadas.

El enfermero fue a llamar a la doctora.

Vino la doctora. La doctora era joven y gorda. Hablaba como un hombre, y decía malas palabras. Cuando lo destapó, hizo un gesto negativo con la cabeza.

Sintió curiosidad por el paquete. Intentó sacárselo. El practicante le dijo que no era tan fácil, que él ya había probado.

La doctora dijo, poniendo cara de inteligente: "Es que los muertos son muy duros". Y el practicante dijo: "Sí, parecen hijos de vascos".

La doctora tironeó de los restos del dúrex, y los desprendió. Sacó el papel nerviosamente, el doble papel, porque el viejo había sido muy minucioso. Entonces su expresión cambió. Su cara tenía ahora un visaje de asombro y desencanto.

La doctora creyó necesario hacer una frase entre el silencio de todos. La ocasión era propicia y a la doctora le gustaban mucho las frases. Miró alternativamente al enfermero, al chofer y al practicante, y dijo:

— Vean a qué cosas se aferran los seres humanos.

15/11/2013 02:16
El Juicio

Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de asesinato. El culpable era una persona muy influyente del reino, y por eso desde el primer momento se procuró hallar un chivo expiatorio para encubrirlo. El hombre fue llevado a juicio y comprendió que tendría escasas oportunidades de escapar a la horca. El juez, aunque también estaba confabulado, se cuidó de mantener todas las apariencias de un juicio justo. Por eso le dijo al acusado: “Conociendo tu fama de hombre justo, voy a dejar tu suerte en manos de Dios: escribiré en dos papeles separados las palabras 'culpable' e 'inocente'. Tú escogerás, y será la Providencia la que decida tu destino”.
Por supuesto, el perverso funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: “Culpable”.
La víctima, aun sin conocer los detalles, se dio cuenta de que el sistema era una trampa. Cuando el juez lo conminó a toma uno de los papeles, el hombre respiró profundamente y permaneció en silencio unos segundos con los ojos cerrados. Cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y, con una sonrisa, tomó uno de los papeles, se lo metió a la boca y lo engulló rápidamente. Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon.
—Pero, ¿qué ha hecho? ¿Ahora cómo diablos vamos a saber el veredicto?
—Es muy sencillo —replicó el hombre—. Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué.
Con refunfuños y una bronca muy mal disimulada, debieron liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.

“Nunca dejemos de luchar hasta el último momento. En momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”.
Albert Einstein

14/11/2013 22:26
NALCA lamento lo de tu hermana,que su alma
descanza en paz
tu y tus versos
me hacem escribir de mas,
las chirimoyas jamas en my live he probado ese verde fruto
ademas esa s chirimoyajas se dan en Quillota,,a 30 kilometros
en donde vivo aun,
Estando yo a tu lado
conversas de politica
y si me callo ,y si me callo
solo hablas de politica................
sabes porque los politicos odian al pueblo,porque en estos dias
tienen que humillarce delante delpopulacho para obtener
un trabajo de politiquero,que por lo demas ganan harta
plata estos llenate nunca por eso para vengarze del perraje se
meten en una sala los politiqueroburros y de todos colores
y se suben el sueldo en dos millonajos.
PINCELHADA
rucia en chilensis significa rubia.
LA novela el socio de J,P, en 20 dias
la lei dos veces.son 150 psginas.
14/11/2013 16:08
ELCABALLERO PREGUNTÓN 
Entró una vez un caballero a la bodega de su hacienda y al abrir la puerta vio adentro a Pedro Urdemales que llenaba muy tranquilamente un saco de trigo. Pedro Urdemales lo miró y como si tal cosa, siguió en su operación. El caballero, que era hombre de mucha calma, lo contempló un rato y por fin le preguntó: 
— ¡Qué estás haciendo, hombre? 
Pedro Urdemales le contestó con mucha flema: 
— Ahora no le 'igo ná por preduntón! 
El caballero lo dejó hacer; y cuando Pedro, repletó ya el saco y convenientemente amarrada la boca, se lo echó al hombro y salió con él muy suelto de cuerpo, sin mirar siquiera al hacendado, éste le dijo: 
— !Bueno, pues, amigo, cuando haga tortillas, convídeme con una! 
Pedro le respondió con aire indiferente. 
— ¡Ahora no le doy ná por pirigüeño! — y siguió muy campante con su carga. 
14/11/2013 15:36

La leyenda de Pedro de Urdemalas

Pedro de Urdemalas La leyenda de Pedro de UrdemalasPedro de Urdemalas es un personaje legendario español, que su fama trascendió las fronteras y también es muy popular en varios países de Latinoamérica, en donde se le conoce con alguna variante de su nombre. En México y  Chile se le conoce como Pedro Urdemales; en Brasil se le llama Pedro Malasartes; en Perú, Argentina, Paraguay, Bolivia y Venezuela se le conoce como Pedro Urdimal o Pedro Ordimán. Este personaje es protagonista de varias obras literarias populares de antaño.

La leyenda de Pedro de Urdemalas empieza en España en las leyendas medievales. La primera referencia que se tiene de él, es la hecha por el historiador español Antonio Ubieto Arteta, a fines del siglo XII. En el que sitúa este personaje en Cogullada (un barrio ubicado en  la margen izquierda de Zaragoza).

Quizá su nombre sonó más en refranes populares, en donde lo describían como un joven muy inteligente, de gran ingenio y con una facilidad increíble para burlar la ley y a las personas, un personaje muy pícaro y sagaz. Este carácter lo convertía en personaje favorita de novelas picarescas de la época.

Pero su fama rápidamente atravesó las fronteras, llegando primero de manera literaria a Chile, en donde se registra en el año 1885 la obra  “La Historia de Pedro Urdemales”. En esta historia Pedro nace en la ribera izquierda del caudaloso río  Maule, en esta versión también era un personaje pícaro y embaucador, pero muere joven y con mucha vergüenza. En una versión posterior cuenta que Pedro habría engañado a la propia muerte.

Quizá la mención más importante de este personaje, vino de la pluma de Miguel de Cervantes, quien lo nombra en el primer acto de la Comedia famosa de Pedro de Urdemalas. Desde entonces cuando alguien califica a otro de Pedro Urdemalas, lo califica de malo y pícaro.

14/11/2013 13:53
Tu relato , Vidabella, me recordó a los pícaros en la literatura. pondré algo de un personaje que consideramos muy nuestro(tal vez no lo sea  tanto) se trata de Pedro Urdemales.
EL CAPACHO 
Iba Pedro Urdemales por un camino y se encontró con un caballero que, hallándole cara de hombre inteligente, le preguntó: 
— Dígame, amigo, ¿qué tal es usted para calcular? 
— No muy malo, señor, le contestó Pedro; Casi siempre la acierto. 
— Bueno, pues; dígame entonces ¿de cuántas capachadas podría sacarse toda la piedra y la tierra de ese cerro?, y le señalaba con el dedo uno bastante grande que se veía cerca de ahí. 
— Según el tamaño del capacho, pues, señor, — respondió Urdemales; si el capacho hace la mitad del cerro, de dos cosechadas; si es del tamaño del cerro mismo, de una sola.
14/11/2013 04:05
En la red me encontre este otro,aver si les gusta....


Aprovechar una situacion desfavorable

Cuenta esta historia que un joven de la ciudad se fué al campo y le compró un burro a un viejo campesino, por $ 100.

El campesino acordó entregarle el animal al día siguiente, pero al día siguiente el campesino le dijo:

- Lo siento hijo, pero tengo malas noticias... el burro murió.

- Bueno, entonces devuélvame mi dinero...
- No puedo, ya lo he gastado…
- Bien... da igual, entrégueme el burro...

- Y ¿para qué?... ¿Qué va a hacer con él?
- Lo voy a rifar.

- ¡Estás loco! ¿Cómo vas a rifar un burro muerto?

- Es que no voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto.

Un mes después de este suceso, se volvieron a encontrar el viejo vendedor y el joven comprador.

-Que pasó con el Burro?

- Lo rifé, vendí 500 rifas a $ 2.- y gané $998.-
-¿Y nadie se quejó?

- Sólo el ganador... pero a él le devolví sus $ 2.

CONCLUSIÓN: éste es un ejemplo de cómo convertir una situación desfavorable, en un éxito.

P.D.T.A Narracion entre abusivo e inteligente bamos a tomarlo cada quien como mejor nos parezca  
13/11/2013 17:48
Mucha sabiduría, sin duda alguna. Tu siempre eliges bien lo que pones. Hace falta alimentar el espíritu. Gracias.
«5859606162»

10 siguientes

Descuentos de Jack-&-Jones, aprovecha la oferta promocional!..

Sí, quiero ser socio VIP  | Ayuda | Contacto