Si hablamos de descripciones de cómo se ama a alguien, me gusta la siguiente frase de Bukowski que no podría ser más precisa para que el lector se dé cuenta de qué es lo que sentía el personaje.
«Yo te quería como un hombre quiere a una mujer que nunca ha tocado»
Charles Bukowski.
...Tengo que decir que este libro aunque lo tengo en la mesilla de noche ,aun no lo he leido.Pero como esto es un foro de literatura os dejo este enlace por si quereis darle un vistazo, a este y alguno mas.Ya sabemos que no es lo mismo un libro que un archivo pdf,pero bueno, es una pequeña biblioteca para compartir.
Un saludo para todos.“la amaba, como sólo se puede amar a alguien que es un eco de uno mismo, en el momento de la pena más profunda.”
Fragmento de: “La voz de los muertos” Autor: Orson Scott Card
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El azul mapuche
La cultura mapuche parece emparentada con las culturas del Tíbet, de la India, la maya, la sumeria y la egipcia.
Para todas ellas, ser "humano" es tener conciencia de la dependencia de las Fuerzas Superiores. Indica sumisión cósmica.
Para los egipcios, el azul era el color de la verdad; para ellos es el azul lo que une al hombre con el más allá; el azul atrae al hombre hacia lo infinito y profundo, y lo despierta al deseo de la pureza y la sed de los grandes ideales.
Para los mayas es el color sagrado, el color de las ceremonias, el que los hace visibles ante los dioses; lo mismo que consideran los tibetanos y Vishnuistas.
Para los hindúes es el color de la conciencia pura, del conocimiento y de la luz.
Para los mapuches el color azul representa confianza, reserva, armonía, afecto, amistad, fidelidad, amor, serenidad, tranquilidad, verdad, dignidad, constancia, fiabilidad, poder.
El poeta mapuche ELICURA CHIHUAILAF dice que el azul tiene una connotación mágico- religiosa; es uno de los colores más potentes dentro de la visión del mundo mapuche, representa la fuerza, lo superior y lo que es sagrado para ellos: sus montañas y hondonadas, sus lagos, sus bosques sureños, su cielo.
En la bandera mapuche también es un color representativo.
Otro de los momentos donde el azul se refleja, es en los sueños de las machis. Cuando una machi es llamada a ejercer su don, éste se manifiesta mediante sueños; cuando tiene un sueño azul, es porque tiene un “llamado a ser machi”..
Publicado por Arte, Física, Filosofía y Futuro en 3:50
Kallfu Mapu. Tierra Azul. Ya el título invita a cambiar de escenario. Entrar en poesía. Comienzo a leer y, sin notarlo, abro la boca, como si quisiera que las palabras entraran, permanecieran allí, y después abrirla y que los labios comenzaran a pronunciarlas en otro tono. La poesía. La poesía azul. Quisiera estudiar el idioma mapuche para escuchar la misma poesía pero con otros sonidos. Los sonidos azules de la tierra.
Néstor Barron ha hecho este libro. Poesía mapuche contemporánea. Una poesía que no conocemos. Que siempre fue escondida por la cultura oficial. ¿Por qué? Si ellos, los habitantes de la tierra azul, viven en esa tierra desde siempre, milenarios en estas pampas interminables. ¡Tienen tanto que decirnos! Tienen tanto que enseñarnos...
En este libro de sus poesías empezaremos a conocerlos como son. Nos muestran un mundo distinto al nuestro. Con ellos viven las piedras, los colores, los arroyos; nos hablan los árboles, los ojos de la naturaleza viva en la noche; nos traducen los cantos de los pájaros que son distintos hora tras hora, y también las palabras del viento al pasar por la tierra azul... El Sur.
Néstor Barron transmite lo que le dijo un poeta de esa tierra sureña: “la lengua sólo existe para poder nombrar las cosas sagradas de la naturaleza, la piedra, el agua, el árbol, el río.” Y así termina su canto el poeta azul: “quisieron arrancarnos la existencia. Por eso es que cantamos todavía...”
Sí, no fueron derrotados para siempre. Resistieron con la palabra. Cantan todavía. Se los persiguió, se les quitó su Sur, se los llevó esclavos o fueron muertos con el remington en sus propias tierras por generales y gente de uniforme, se les quitó hasta sus hijos. Pero esos hombres y mujeres de la tierra siguieron escuchando a las piedras, a las aguas, a los senderos que ellos habían marcado en siglos, y siguieron respondiendo a los pájaros, a los árboles, a los vientos, a la lluvia.
Aquí está todo ese canto. Por eso, la poeta Graciela Huinao nos dice con la voz de su padre: “en lenguaje indómito nacen mis versos de la prolongada noche del exterminio”. Exterminio cuyos autores se quedaron con el Sur pero no pudieron acallar a los que pudieron salvarse, ni a sus hijos, ni a los hijos de sus hijos. La gente de la tierra. Por eso esa poeta nos enseña cómo fue: “Es tu vida, me dijo una vez mi padre colocándome un puñado de tierra en la mano... mi pequeña palma tembló”. Nos habla del “pequeño universo de mi palma”. Y por eso sabe ver a la lagartija cuando nos dice: “ante mí entibia su carne con el sol de cada día”. La lagartija. Y así aprendemos a descubrir la tibieza de la lagartija. Que es también la tibieza de la tierra. En Walinto: “Un niño tiene que haber pintado las pampas de Walinto. Por la forma de sus árboles, lo simple de su geografía”. Sí, todo el Sur fue pintado por los niños, diseñado por ellos, pensado por ellos. Todo tiene algo de grandeza infantil, de profunda inocencia. Por eso “Hacha en mano, abuela, defendiste tu tierra. Cerraron tus cicatrices y yo abro este poema”. La abuela, su niñez, el horror de la guerra: Almerinda Loi Katrilef.
Y luego se abren las páginas de Elicura Chihuailaf quien nos va a dar la clave de dónde viene la poesía. Nos dice: “mis autores clásicos favoritos son mi familia, esos relatos que escuchaba, las adivinanzas y sus conversaciones”. Claves. “El destello del fuego, de los ojos, de las manos”. Y nos va abriendo el paisaje porque insiste en que “los árboles, las piedras, dialogan entre sí, con los animales y con la gente”. Largos silencios. Largos relatos. El abuelo le describía: “las almas que colgaban en el infinito como estrellas” y nos enseñaba “los caminos del cielo, sus ríos, sus señales. Los caminos del cielo. ¿Las estrellas son almas? Las señales del cielo. Hay que mirarlo mucho para descubrirlas. Y las estaciones del año tienen otros nombres y son más: Brotes de Luna fría, Luna del verdor, Luna de los primeros frutos, Luna de los frutos abundantes y Luna de los brotes cenicientos. La Luna y el verde nos van indicando los tiempos. Antes de despedirse nos va a definir la poesía: es sólo un respirar en paz. Y el poeta es un “avestruz del Cielo”. Y se nos va, entregándonos “El caballo azul de la palabra”. Se despide desde lejos “Saludando con pájaros la Cruz del Sur”.
Nos dejará con Leonel Lienlaf quien nos anuncia: “Se ha despertado el ave de mi corazón”, ave que “extendió sus alas y se llevó mis sueños para abrazar la tierra”.
En él, ya la poesía es un vuelo. Nos pide: “escuchen hablar a mis lágrimas”. Pero alguien lo consuela: “Tus lágrimas debes dárselas a las flores / me habló el pájaro chicao”.
¡Qué solución, que consejo da la Belleza. Por eso nos despide diciéndonos: “comencé a sentirme árbol”. Árbol.
Por eso, María Teresa Panchillo Neculhual nos enfrenta con la visión de un árbol muerto: “el tronco de un hualle / tirado en el suelo/ parece el cuerpo desnudo/ de un hombre muerto”. Ante esto, Néstor Barron nos alerta y nos informa: “Esa es la mirada de la madre tierra, sin distinciones en la ternura hacia todas sus criaturas. Desde esa mirada y a través de su poesía, Marta Teresa Panchillo plantea la reconstrucción de los territorios originarios”. Y la poeta no se queda ahí y recurre a su ser mujer: “Saber que palpar vuestros cuerpos / es palpar la tierra”. Poesía como primera instancia: “tú abriendo surcos en la tierra/yo versos en la poesía”. Dos acciones para un mismo fin.
Pero no se olvida del pasado cuando en la tierra no había aduanas ni límites. Y les canta a “mis antepasados” que “defendieron con sus vidas esta tierra sin fronteras” y “en alguna cascada / río o vertiente / tomaré mi agua con harina tostada / en memoria de ellos”.
Bien. Quiero que mi prólogo no sea nada más que un abrir la puerta a este paisaje tan profundo como subyugante. No quiero hacer mi interpretación. No, a la poesía hay que leerla y levantar la mirada. Hemos hablado de cuatro poetas hasta ahora. Al lector le esperan diez más. Pero además, también el original mapuche, para comenzar a verlo, a leerlo, a pronunciarlo, a escuchar sus sonidos naturales, plenos, sonidos de la noche y del silencio. El lenguaje de la tierra. Y como dice aquí el poeta Wewün Nagtül: “coceremos estas alfarerías con nuestras manos / alegres iremos a encender el fuego”.
La poesía de Elicura Chihuailaf, siempre tan unida a los elementos de la naturaleza me remite a los poetas chinos. Gracias, nalca.
SUEÑO AZUL
ELICURA CHIHUAILAF
La casa Azul en que nací(Ñi Kallfv ruka mu choyvn)
.......... La casa Azul en que nací está situada en una colina rodeada de hualles, un sauce, nogales, castaños, un aromo primaveral en invierno -un sol con dulzor a miel de ulmos-, chilcos rodeados a su vez de picaflores que no sabíamos si eran realidad o visión ¡tan efímeros!.......... En invierno sentimos caer los robles partidos por los rayos. En los atardeceres salimos, bajo la lluvia o los arreboles, a buscar las ovejas- a veces tuvimos que llorar la muerte de alguna de ellas, navegando sobre las aguas.......... Por las noches oímos los cantos, cuentos y adivinanzas a orillas del fogón, respirando el aroma del pan horneado por mi abuela, mi madre, o la tía María, mientras mi padre y mi abuelo -Lonko de la comunidad- observaban con atención y respeto.......... Hablo de la memoria de mi niñez y no de una sociedad idílica. Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía. Las grandezas de la vida cotidiana, pero sobre todo sus detalles: el destello del fuego, de los ojos, de las manos.......... Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de árboles y piedras que dialogan entre sí, con los animales y con la gente. Nada más, me decía, hay que aprender a interpretar sus signos y a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento...........Tal como mi madre ahora, ella era silenciosa y tenía una paciencia a toda prueba. Solía verla caminar de un lugar a otro, haciendo girar el huso, retorciendo la blancura de la lana. Hilos que en el telar de las noches se iban convirtiendo en hermosos tejidos.......... Como mis hermanos y hermanas .más de una vez- intenté aprender ese arte, sin éxito. Pero guardé en mi memoria el contenido de los dibujos que hablaban de la creación y resurgimiento del mundo mapuche, de fuerzas protectoras, de volcanes, de flores y aves.......... También con mi abuelo compartimos muchas noches a la intemperie. Largos silencios, largos relatos que nos hablaban del origen de la gente nuestra, del Primer Espíritu Mapuche arrojado desde el Azul. De las almas que colgaban en el infinito como estrellas. Nos enseñaba los caminos del cielo, sus ríos, sus señales. Cada primavera lo veía portando flores en sus orejas y en la solapa de su vestón o caminando descalzo sobre el rocío de la mañana. También lo recuerdo cabalgando bajo la lluvia torrencial de un invierno entre bosques enormes. Era un hombre delgado y firme.......... Vagando entre riachuelos, bosques y nubes veo pasar las estaciones: Brotes de Luna fría (invierno), Luna del verdor (primavera), Luna de los primeros frutos (fin de la primavera y comienzo del verano), Luna de los frutos abundantes (verano), y Luna de los brotes cenicientos (otoño).......... Salgo con mi madre y mi padre a buscar remedios y hongos. La menta para el estómago, el toronjil para la pena, el matico para el hígado y para las heridas, el coralillo para los riñones -iba diciendo ella. Bailan, bailan, los remedios de la montaña -agregaba él, haciendo que levantara las hierbas entre mis manos........... Aprendo entonces los nombres de las flores y de las plantas. Los insectos cumplen su función. Nada está de más en este mundo. El universo es una dualidad, lo bueno no existe sin lo malo. La tierra no pertenece a la gente. Mapuche significa Gente de la Tierra -me iban diciendo.......... En el otoño los esteros comenzaban a brillar. El espíritu del agua moviéndose sobre el lecho pedregoso, el agua emergiendo desde los ojos de la tierra. Cada año corría yo a la montaña para asistir a la maravillosa ceremonia de la Naturaleza. Luego llegaba el invierno a purificar la tierra para el inicio de los nuevos sueños y sembrados.......... A veces los guairaos pasaban anunciándonos la enfermedad o la muerte. Sufría yo pensando que alguno de los mayores que amaba tendría que encaminarse hacia las orillas del Río de las Lágrimas, a llamar al Balsero de la muerte para ir a encontrarse con los Antepasados y alegrarse en el País Azul. Una madrugada partió mi hermano Carlitos. Lloviznaba, era un día ceniciento. Salí a perderme en los bosques de la imaginación (en eso ando aún). El sonido de los esteros nos abraza en el otoño.......... Hoy, les digo a mis hermanas Rayén y América: Creo que la poesía es solo un respirar en paz -como nos lo recuerda nuestro Jorge Teillier-, mientras como Avestruz del Cielo por todas las tierras hago vagar mi pensamiento triste. Y a Gonza, Gabi, Cawi, Malen y Beti, les voy diciendo:.......... Ahora estoy en el Valle de la Luna, en Italia, junto al poeta Gabriele Milli. Ahora estoy en Francia, junto a mi hermano Arauco. Ahora estoy en Suecia junto a Juanito Cámeron y a Lasse Söderberg. Ahora estoy en Alemania, junto a mi querido Santo Chavez y a Doris. Ahora estoy en Holanda, junto a Marga, a Gonzalo Millan y a Jimena, Jan y Aafke, Juan y Kata.......... Llueve, llovizna, amarillea el viento en Amsterdam. Brillan los canales en las antiguas lámparas de hierro y en los puentes levadizos. Creo ver un tulipán azul, un molino cuyas aspas giran y despegan. Tenemos deseos de volar: Vamos, que nada turbe mis sueños -me digo. Y me dejo llevar por las nubes hacia lugares desconocidos por mi Corazón.
(Kallfv Pewma mewSueño Azul)
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