Vagábamos por NY Pepe y yo cuando decidimos entrar a “Intrepid”. Los americanos bautizan así a cualquier aparato. Éste es un portaviones. Viejito pero “mamey”, como decimos en México. Ya obsoleto, lo retiraron de servicio hace algunos años. Participó en Korea (as they wrote), Viet Nam and New Wars. Visitamos el portaaviones, varias salas de su política pacifista-agresiva (?) y, al final, cansados y con ganas de sentarnos, nos ofrecieron un “simulador de vuelos”… fascinante, pensé.

Nos dieron algunas indicaciones en un mal inglés (o más bien en uno que yo entendí mal), y como lo que quería era sentarme les dije okey a todo. Pepe me imitó.

Pasamos a una pantalla, dábamos vuelta a la izquierda, a la derecha y todo bien.

¡Habíamos aprendido a volar! Los instructores platicaban entre ellos mientras Pepe y yo movíamos los simuladores de pantalla, sin entender muy bien qué carajos hacíamos.

Nos preguntaron si estábamos listos. Sir yes sir! Abrieron las compuertas y nos invitaron a pasar. Pepe y yo avanzamos con seguridad.

Nos sentamos cada uno en un asiento, como de piloto, hasta exclamé ¡qué bonitooos! (pobre ilusa).

Los tipos, vestidos de aviadores, invadieron nuestro espacio vital y, de algún sitio arriba de nosotros sacaron unos cinturones. Afortunadamente para Pepe, dejaron que él se asegurara la hebilla, porque quedaba muy cerca de los wevos, aunque tenía como un cojincito que, de alguna manera, los protegía.

Quedamos amarraditos. Hemos de haber puesto cara de pendejos porque los gringos esos sonrieron y se aseguraron de que nuestras hebillas se hubieran cerrado perfectamente.

La sonrisa fue lo que más me preocupó.

Se prendió una pantalla al frente, ahora los que sonreímos fuimos nosotros. Seguro otra cara de pendejos. La pantalla (muy grande) tenía un azul cielo (literal) precioso, hasta nubecitas había. No supimos cómo, pero despegamos. ¡Todo pasaba hecho la madre! Agarré la palanquita… Pepe alcanzó a gritar: ¡Nooo!!!!

Empezamos a girar… En la pantalla, que era toda nuestra visión panorámica al frente, se veía que el méndigo avión subía en vertical y luego, en un movimiento bajaba como montaña rusa, pero en pinche. Pepe tomó el control creyendo que la situación mejoraría. Fue bastante peor. Me empecé a reír a carcajadas de los nervios, gritaba, me volvía a reír… y a gritar. Nos agarrábamos de la palanca. Entonces, a caer en barricada (como dentro de un barril pero girando).

Se nos ocurrió gritar algo que se entendiera.

¡Ya no nos queremos divertir!

¡Please! ¡De verdad!

¡Me cae! ¡Ya estuvo!

Recordé a los Beatles en medio de mi desesperación.

¡Help! ¡Help! ¡I need somebodyyyy! ¡Helppp!

Por los gritos se compadecieron… ¡Stop! ¡Palabra bendita!

Sentí, ya no vi, tenía rato con los pinches ojos cerrados, que aterrizamos.

¡No mames! ¡Los dos nos agarramos el pecho! (cada quien el suyo), parecía que se nos salía el corazón.

Los pinches gringos nos abrieron la puerta con una sonrisita, ¡hdp!

Estábamos como dos tercios de bandera: ¡verdes y blancos!

De verdad que uno es pendejo… desde que nos hicieron firmar dos pinches papelitos y me quitaron la bolsa nos la hubiéramos olido. ¡No tienen madre!

Cuando vayan a NY no dejen de ir al “Intrepid”. ¡Pinches gringos!

Gracias alysz, por detenerte en este foro, que en el último tiempo ha estado un tanto olvidado. Tal vez tengas razón al decir que a lo mejor este espacio no es el adecuado para publicar tu bagatela. Por mi parte creo que toda experiencia es digna de ser anotada precisamente aquí. Lo que busqué cuando ideé este sitio, es vida, y creo que muchas de las bagatelas enviadas cuentan con ella. No vida o biografías de grandes señorones, no, nuestra vida, nuestras experiencias y nuestras sensibilidades... y ese sentimiento que tu expresas es necesario hacerlo notar y exponerlo ¿por qué no? Eso es todo.