Vivía en ese tiempo en una casa que estaba situada a una cuadra de la escuela donde yo trabajaba. A unos pocos metros había una plaza que se construyón con aporte de los vecinos y con mucho sacrificio.
Tuve el privilegio de ser la presidente de la junta de vecinos de esa población y me sentía muy querida y respetada.
Llegaron las Fiestas patrias (como ahora) y en mi pueblo se celebran durante varios días.
Como todos los años , debi organizar las festividades, contando con un gran apoyo.
Los pobladores no escatimaron nada. Se cerraron las calles adyacente, en la plaza se
levantó un proscenio y de mi escuela se trajo todo lo que hízo falta . El programa comenzaba en forma solemne con la entonación del himno nacional y luego un pie de cueca bailado por la presidente y algún vecino importante, mi marido, se hizo humo y lo reemplzó el mejor cuequero de la puebla. Yo muy ufana agitaba el pañuelo y hacía algunas insinuaciones como que la cueca iba a ser muy prometedora.
Vestía yo, una blusa con vuelos y una falda con elástico en la cintura , bonita no me veía , porque fea he sido siempre, pero algo de gracia tenía.
Debía haber empezado por presentarles un personaje muy importante en nuestra familia, de la cual tomé su nombre acá en búho. Se trataba de una hermosa perrita doberman, ella era casi humana y adoraba y cuidaba a cada uno de nosotros. Por supuesto ella estaba en esa ocasión muy protagonista, metida en todo, pero con buenos modales.
Y empezó la cueca mi alma, alcancé a dar una vuelta con mi pareja y la perrita se lanza a sacarme de la pista tirando de mi falda, que como les dije antes era con elástico, de modo que la tiró hasta dejarla en mis tobillos.
Resultado una cueca frustrada y una primera dama en calzones