¿Me siento? ¿no me siento?
Como personas responsables, sabemos que deberemos levantarnos tarde o temprano para ceder nuestro precioso lugar. Miramos el dibujito que se encuentra en la pared y apelamos a nuestra memoria fotográfica: “Una embarazada, una silla de ruedas y un anciano con bastón”.
Cada parada que realice el autobús, nuestro corazón se paralizará y espiaremos por la ventana para ver si alguna persona de las que suben encaja en la señalización: “Una embarazada, una silla de ruedas y un anciano con bastón”.
Vemos que una mujer coqueta en edad avanzada, corre olímpicamente con tacones de 10 cm para llegar, y aunque nuestros deseos de que se caiga, no se hacen realidad. Sólo nos queda contar con la buena fe del chofer para que le cierre la puerta en la cara y arranque de una buena vez. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, la vieja ya se encuentra sacando el boleto.
Ahí es donde calculamos la edad de la señora… ¿60 – 65 años? En la señal del asiento no dice nada de edades y la mujer no tiene bastón, pero aparentemente envejeció 10 años cuando notó que no quedaban asientos disponibles y se apostó al lado nuestro, esperando que consideremos levantarnos….¿Qué hago? ¿Qué hago?!!
La señora decide apoyar su cartera en nuestro hombro, como para que notemos que está allí, parada, esperando que le ceda el asiento. Cerramos los ojos y recordamos “Una embarazada, una silla de ruedas y un anciano con bastón” . Definitivamente la vieja no encaja en “personas con movilidad reducida", pero un alma piadosa no lo cree así y se escucha un ofrecimiento quejoso –Señora, venga a sentarse aquí, porque no le van a dar el asiento.
Siguiente parada, un enano… Pensamos: “Una embarazada, una silla de ruedas y un anciano con bastón” … Vemos que el pobre tipo no llega a colocar las monedas en la máquina y el chofer le dice que viaje gratis. –¿Por qué?!! Tiene las piernitas chiquitas, los bracitos chiquitos y... ¡Opa! ¡El mito de los enanos! ¡No voy a ver, no voy a ver!
Si el chofer sintió pena por él, ¿debería yo cederle el asiento? No tiene movilidad reducida, pero ¿por qué le cedieron el asiento más atrás? Debería haberme levantado y dárselo yo.
Para entonces, los 5 minutos desde que te sentaste fueron los más estresantes de tu vida y piensas que si hubieses decidido viajar parada, al menos no tendrías cargos de conciencia.
Es ahí cuando decidiste unirte a los buenos y te paraste antes de que llegue la próxima parada, porque a lo lejos pudiste observar una mujer con hermosa panza que paraba el colectivo. Tras sacar el boleto, la mujer camina directamente para el fondo y tú, con voz casi maternal le dices: -SEÑORA, POR FAVOR, SIENTESE ACÁ. (Mirando con sonrisa vengativa a la vieja de mierda y al enano).
La mujer te agradece y luego de sentarse pregunta por qué le cediste el asiento si aún no bajabas del bus.
- QUÉ, ¿NO ESTÁS EMBARAZADA?
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