Día lluvioso y de guardia. Le alcanzo el vuelto por la ventanilla a un gordo grandote que me dice: -me hace acordar a Olmos, así era cuando recibíamos la visita; se extraña a veces, sabe?. Una sonrisa y se va, me deja pensando en las posibles causas de su encarcelamiento, asesino, ladrón, estafador o un inocente tal vez. Pero lo que realmente me queda dando vueltas en la cabeza, es su añoranza y su confesión...
Lo conocí en una galería de arte. Fui a hacerle una entrevista para una revista. Se llamaba Brian. Era el pintor de la obra expuesta. Muy interesante el señor. La entrevista duró una hora. No pudo disimularlo, sus ojos se derretían al topar con cualquier parte de mi cuerpo. Cuando yo hablaba, había algo que le hacía entrecerrar los ojos. Yo advertía la coquetería de mi voz. Me invitó un café después de la entrevista, pero siempre suelo ir a casa directamente para vaciar mis impresiones entre los huecos invisibles de las respuestas y darle al texto un sentido mío. Si pasa tiempo, olvido mis sensaciones y las desperdicio. Me negué, por su propio bien. Se lo expliqué y sonrío.
En la tarjeta de presentación que le di venía mi email, por lo que esa misma noche comenzaron los correos.
Fecha: 22 de octubre 11:32 p.m. Para: Escritora estrella
Asunto: La entrevista
Querida entrevistadora:
Ahora que seguramente ha vaciado, como usted bien le llamó, el rio de emociones que nos rodeaba (más a mí que a usted, por supuesto), me gustaría poder invitarla a salir formalmente.
Brian Triguero
Fecha: 23 de octubre 1:27 p.m. Para: Brian E. Triguero
Asunto: Tengo novio
Le agradezco la invitación y más aun la formalidad, pero estoy saliendo con alguien.
Fecha: 25 de octubre 2:13 p.m. Para: Escritora estrella
Asunto: El noviazgo
Qué afortunado el hombre con quien decide compartir usted su tiempo y su silencio. Quizás, como en la mayoría de los casos, él no lo habrá notado.
La consumación de un noviazgo sería el amar profundamente. El no concebir un futuro sin él. La entrega absoluta. El no pensar ni dudar ni desconfiar. El arrojo absoluto en pos del ser amado.
Si en esas andan, bienaventurados y que el cielo los colme de bendiciones.
Ahora resultaba que el pintor era poeta. En fin… lindas intenciones, pero no. Mayor que yo por lo menos 20 años. Yo tenía 26 y él andaba cerca de los 50. No era algo que deseaba experimentar, ni una yo ni la otra. Ni siquiera un buen pretexto para escribir.
Pasaban los días, distintos unos de otro. Los días como transcurren en las zonas cálidas y pobladas de ciudadanos de buen corazón. Iba al periódico a dejar mis trabajos. Podría haberlos enviado por correo, pero lo hacía para saludar a mis colegas y ponerme al día.
Mi departamento era muy pequeño pero acogedor. Lo había decorado estilo indio y en un rincón tenía cojines en el piso y un tapete. Una esquina estaba dedicada a la meditación, aunque no meditara. Las esquinas meditativas deben tener fuerza en sí mismas, igual que las velas. Dicen que siempre están prendidas aunque sus llamas se vean apagadas.
Tenía una repisa llena de distintos vasos, que eran todos velas. Por las noches, a veces, las prendía. Abría una botella pequeña de vino tinto, ponía la música del género easy listening de mi ipod y un incienso ligero, de lavanda, por ejemplo. Se trataba de crear el habitat para escribir. Cuando lo hacía, tres o cuatro veces por semana, podía pasarme la noche en vela. Yo aludía a que en la noche se me abría la cabeza y a que las ideas que suelen ser indomables de día, se tornan dóciles. Incluso se conforman para ser parte del reparto del nuevo cuento, del reportaje en turno o de la historia por escribir. Siempre me ha gustado la noche. La vigilia es amiga mía. En la que el silencio reina y la compañía de uno mismo resulta conocida y menos atemorizante, o más… Cuando los demás se han ido y no se les puede ver, porque vivimos en dos mundos y solo en uno de ellos están. En la noche todo es mágico y propio. Es verdad y es tridimensional. En la noche las ideas desfilan porque nadie las mira. Solo yo.
Fecha: 29 de octubre 7:09 p.m. Para: Escritora estrella
Asunto: Un café
Escritora favorita, le invito un café. Para que vea lo limpio de mis intenciones, la invito con todo y su novio.
Fecha: 29 de octubre de 1997 8:56 p.m. Para: Brian E. Triguero
Asunto: ok
Será un café AMISTOSO. No sé si lleve a mi novio.
¿Nos vemos mañana a las 6 p.m. en Starbucks del centro comercial del triángulo en Bosques de las Lomas?
Una curiosidad poética me arrojaba a conocer más a este hombre. No era de ninguna manera una táctica. Era genuino mi deseo de ser solamente su amiga. Una yo opinaba que un pintor tenía que ser interesante. Un pintor debía poseer una sensibilidad que no todos tienen. Llevé mi computadora y le mostré algunos de los escritos más preciados que tenía. Tuvimos una larguísima plática. Dos veces mandé calentar mi café. Yo leía, él, casi sin respirar, escuchaba.
Continuará...
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