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bagatelas...

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18/12/2013 17:17
Mientras llega Michirú con sus lindas bagatelas, aquí va una navideña.
Mi hermosa nieta tendría unos seis añitos, esperando la Navidad y viendo el giro consumista que toma la cosa, trato de aconsejar a la pequeña. Ella es muy receptiva, de buen corazón y a veces entre ella y yo se producen momentos mágicos de buena comunicación.
Navidad es compartir trato de explicar y hablo del sentido de esta celebración, pienso que me está entendiendo cuando de repente me pregunta ¿ Y que puedo hacer yo abuela? - Podrías por ejemplo , conversar con tus compañeras y pedirle que se desprendan de algo bonito o que pidan a sus padres que compren regalos y juntarlos todos e ir a visitar a una población para compartirlos con niñitos que no tengan sus padres como celebrar la Navidad . 
Mi nieta se ha quedado pensativa y de repente pregunta ¿Y para quién serán los regalos? - para los niñitos que no recibirán nada para Navidad, respondo. ¡Ah no! exclama la niña, yo quiero que sean todos para mi y a continuación llama a su madre diciéndole: "Mira lo que se le ocurre a la abuela" La mamá se entera de lo sucedido y pacientemente le explica todo de nuevo resultando mucho más persuasiva porque al rato la pequeña quería desprenderse de todos sus juguetes y a partir de ahí ella y su madre se aprestan a llevar a cabo mi sugerencia.con mucho entusiasmo...
17/12/2013 02:20
Adelante Michiru. El foro está abierto a todos los aportes....
16/12/2013 21:48

Según tengo entendido puede postear cualquiera, mientras no sea muy complicado  xD

16/12/2013 21:36
Tengo algunas bagatelas simpáticas, pero ¿se puede postear o se reservan el derecho de admisión?
16/12/2013 19:11
Mensaje borrado
13/12/2013 16:41
Qué lindas estas dos últimas bagatelas , la de los pájaros es muy buena . Si es de tu cosecha raskolnickof te felicito.-
13/12/2013 16:37
Tu eres bien pajarero , Raskol, igual que mi súper, él le junta miguitas de pan a los pajaritos y les deja en un lugar determinado en un parquecito de arrayanes de la parcela de mi hija
Antes de venirme de Puerto Montt a mi Purén, quise practicar con unos semilleros que aprendí en el foro de Pascualita, mi error es que los puse muy cerca de aquel lugar, porque es precioso y soleadito, cosa rara en Puerto Montt y los pájaros amigos del Súper se comieron las semillas.Demás está decir que descargué toda mi ira contra mi amado pajarón.
13/12/2013 15:28
Mi lugar de trabajo se está convirtiendo de a poco en un verdadero zoológico. Diversos aimales por todas partes: conejos que tienen sus camadas en el subsuelo de las oficinas; lo mismo que algunos ratones; perros guardianes que son protegidos por una amiga que todos los días les trae comida; y, pájaros, muchos pájaros que han logrado cierta complicidad culinatria con nosotros. Un día se me ocurrió alimentarlos con las migas de pan que sobraban. Entonces comenzaron a llegar chincoles, palomas, cometocinos, zorzales, tencas y hasta jilgueros y gorriones. Algunos, los más envalentonados, incluso se meten a las oficinas y hacen sus necesidades en el interior. Y la cosa va para grande, porque los muy patudos ahora traen a sus críos para que los alimentemos. Creo que todo se está haciendo antinatural y se nos escapa de las manos, por ello vamos a decidir la suspensión de los alimentos para que todo vuelva a la normalidad, aunque debamos perder la magia que se produce en este lugar. No podemos mal acostumbrarlos. Ellos deben cazar para encontrar su propia comida. No es lógico que nosotros los alimentemos. Creo que está mal. No deben confiar en demasía en el ser humano. Ellos no saben en lo que se están metiendo. Desde ahora mismo suspendo la alimentación y comienzo a espantarlos. Los obligaré a temerme. Y aunque sea a pesar mío, porque destruiré esta armonía que con ellos tengo, sé que al final les haré un bien.
Una prueba:
08/12/2013 14:25
Les conté que tengo un amigo músico que fabrica guitarras?... Creo que no. El, se llama Rolando y vive solo, ya que toda su familia reside Canadá. Lo conocí en la feria de cachureos donde nos topamos comprando libros usados. El, por cierto, buscaba libros de música y yo, algún Nobel extraviado.

 
Entablamos una animada conversación y no sé como apareció en ella el gran guitarrista Andrés Segovia. Rolando logró obtener del músico un valioso tesoro. Envidia me dio al ver ese recorte de diario autografiado y la historia que detrás de él había. Mi amigo es una persona confiada y buena, por eso lo estafaron con billetes falsos un día que vendió un órgano. -"Me dí cuenta cuando fui a comprar al supermercado.., y más encima le cambié al tipo un billete de veinte mil pesos"-, dice apenado, pero asegurando que no cambiará su forma de ser.
En su tiempo era muy conocido en San Antonio y eso le comenzó a molestar.-"No me gusta la fama"-, me dijo la última vez que lo ví.-"Por eso llevo una vida tranquila y salgo muy poco. Me comencé a molestar cuando no podía salir a la calle. En todas partes me encontraba con gente que quería saludarme o hablar conmigo. No me sentía tranquilo. La verdad es que mi tiempo ahora lo dedico en dar clases de guitarra y a fabricarlas"-.
Rolando no fabrica cualquier guitarra. El las hace en forma muy artesanal sin preocuparse mucho de la madera y esas cosas. Les busca nuevas formas y también se preocupa del músico que va a usar el instrumento. En eso "estoy innovando siempre" - dice -. Algo me explica que para el ejecutante es complicado llegar a las notas agudas y que también le complica la curvatura de la guitarra para tocarla en cierta posición. "- Es incómodo, dice, por eso las hago así", me dice y me muestra una extraña y descaderada guitarra, con muchas mutaciones. Algo me dice de las rodillas de ejecutor y de la facilidad que tiene con ese instrumentos para lalcanzar la postura de la mano cuando se buscan las notas más agudas. Y se pone a tocarla y suena bien. En su casa deben de haber fácilmente unas 30 guitarras de diferentes formas y tamaños. Y Rolando toca y toca y se cambia de guitarras como si nada. Según me contó un amigo común, cuando el estudió en el conservatorio, su profesora, una destacada concertista ya desaparecida, le confidenció tras un concierto, que Rolando era el mejor oído que nunca había tenido. Debe ser verdad eso, porque Rolando toca para mi casi sus treinta guitarras, paseándose por diferentes estilos.
En una de esas ejecuciones le hago notar que cuando el toca un tema, como que las cuerdas de otras guitarras que allí hay, comienzan a emitir un ruido. -"Nada de eso, me dice, es que algunas notas se reconocen y se van respondiendo". No sé si fueron esas sus palabras, creo que habló más técnicamente, pero en ese momento él deja de tocar la tonada que interpretaba y comenzó a repetir notas sueltas produciendo un mágico encuentro de notas de casi todos los instrumentos que allí estaban. "Mira, escucha, mira, escucha cómo responden", me decía insistente, casi drogado por la música que parecía emerger de la nada, en sonidos y ecos.
03/12/2013 01:36
El infinito

Siempre caro me fue este  monte yermo
y este seto que tanta parte excluye
del último horizonte a la mirada.
Mas sentado y mirando, un infinito
espacio tras aquélla, un sobrehumano
silencio y una calma profundísima
en mi  mente imagino, con que casi
me tiembla el corazón. Oyendo el viento
murmurar en las ramas me descubro
comparando su voz al infinito
silencio, y en lo eterno pienso entonces,
en las estaciones muertas, y en la presente,
viva, y en sus sonidos. Y de este modo
en esta inmensidad se hunde mi pensamiento:
y es dulce naufragar en este mar.

Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837)
Traducción de Juan Novella Domingo


Solíamos pasar varios días en lo de mis abuelos, en el campo. Me gustaba la hora de la siesta, era un mundo ajeno a los adultos, de  vagabundeo, en alguna de las frescas piezas de altos techos, jugando, leyendo, revolviendo, o así nomás, tirada sin hacer nada. Y sino afuera, la casa tenía un lindo monte.  El aroma de los eucaliptos yendo para el chiquero (crujientes bajo mis pies sus hojas secas) y del jazmín del país bordeando la tranquera de la entrada, el olor a cera de los pisos de madera y de la naftalina de los roperos, el canto bucólico de las palomas.
Mi siesta terminaba al escuchar el ruido de la puerta de mi abuelo al salir, era el que primero se levantaba. Presta, alcanzaba fácil su tranco lento, de piernas combadas y bastón, lo acompañaba por el sendero que pasaba por la quinta, así le decimos a la huerta, el molino, y llegaba hasta el alambrado que estaba al costado de un tanque australiano rodeado de higueras. Ahí se sentaba en su tronco y yo al lado, en otro más pequeño, casi no hablábamos, él se quedaba ensimismado en vaya a saber que pensamientos, que recuerdos, con la mirada en el horizonte.
Era un momento especial para mi, pese a ser una niña, percibía su trascendencia, de comunión. Guardo esos i
nstantes con mucho cariño y creo que la patria, es la infancia.
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