Anoche tenía una Posada y quería ir muy guapa. Me acordé que me había comprado una camiseta muy sexy, de esas que te moldean la figura, elástica, pantyblusa, con un lindo encaje en el escote para ponértela debajo de la blusa. Como hacía frío, quedaba ideal. Entonces después de ducharme, me pongo el desodorante, la crema, la ropa interior y procedo a enfundarme la camiseta. Empecé a luchar con ella cuerpo a cuerpo porque estaba demasiado ajustada y no pasaba por los pechos, pero pensé que así era y que me iba a ver como modelo de Vogue! Así que empecé a forcejear, a sudar, bregar, afanarme y debatirme con dicha prenda hasta que al fin pudo bajar por el cuerpo. Sí que moldeaba ¡y cómo! Me veía divina pero comencé a sentir claustrofobia, a asfixiarme... me sentía constreñida, con una fuerte opresión en el pecho. No podía ir así a la fiesta, no iba a poder moverme, ni siquiera podía hacer gestos. Entonces decidí quitármela, pero ¡oh! ni parriba ni pabajo, quedó hecha bola alrededor el tórax cual boa constrictor. Yo seguía sudando de tanto agitarme. Comencé a desesperarme. Pensé en pedir ayuda pero aparte de que mi aspecto era lamentable, sólo estaba mi papá en casa, y ¿qué le iba a decir? ¿He quedado atrapada por la camiseta infernal? Se hubiera muerto de risa y no me hubiera podido ayudar, sus manotas no podrían pescar la camiseta elasticosa. Así que tuve que agarrar unas tijeritas de uñas y ¡ZAZ! la corté como pude hasta que cedió y pude volver a respirar. El color volvió a mi cara, y la linda y sexy camiseta murió virgen toda tasajeada. Por esta vez, gané la batalla... y fui a mi fiesta no tan curvilínea pero ¡feliz!La teoría:El cadáver:
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