Así lucían los pies vendados de las chinas.
Dice una leyenda que en el siglo X, el emperador Li Yu ordenó a su concubina favorita vendarse los pies con cintas de seda y bailar sobre una plataforma que tenía esculpida una flor de loto. De la corte se extendió a las clases altas y en el siglo XVI se popularizó por todo el territorio chino y en todas las clases sociales.
El vendaje de los pies, el símbolo más característico de la identidad femenina en la China tradicional, fue prohibido en 1911 y duramente perseguido por el gobierno comunista. El motivo principal de su desaparición fue un nuevo cambio de significado, propiciado por la influencia extranjera en el siglo XIX.
Se ponía fin entonces a una tradición de mil años de antigüedad muy paradójica: la deformación de los pies llegó a convertirse en el símbolo máximo de belleza y erotismo y el dolor diurno quedó justificado por las posibilidades de placer nocturno.