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Capilla del Arte. Sala Trivia

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18/04/2012 01:52
Gracias Menecucho.

Yo sólo quiero mostrar un par de obras de un pintor que me encanta.
Henri Rousseau, francés, uno de los máximos representantes del arte naïf. Sus cuadros más conocidos representan escenas selváticas, a pesar de que él nunca abandonó Francia ni vio una jungla. Declaró que no tuvo otro maestro que la naturaleza.

Rousseau frecuentemente desconoce u olvida las perspectivas y las proporciones. En su obra, los claroscuros no sirven para dar profundidad ni una impresión de contorno, con lo que sus figuras suelen parecer "planas".

En Tigre en una tormenta tropical(¡Sorprendido!), logró una vía innovadora con una luz brillante que parece atravesar las pinceladas de gris claro sesgadas sobre el lienzo.




Si bien durante toda su carrera artística pintó obras de corte realista, con frecuencia también dejó que su fantasía se potenciara hasta casi el surrealismo. Por ejemplo, en La gitana dormida (1897) se ve a una mujer durmiendo plácidamente en medio de un exótico desierto mientras un león la observa muy de cerca; el paisaje y el león podrían ser una fantasía onírica de la gitana.



A pesar de las intenciones "realistas", en la obra de Rousseau destacan el tono poético, la búsqueda de lo exótico y, sobre todo, su estilo naif, reflejo de una aparente sensibilidad infantil propia de los artistas con poca o nula formación académica; esta ingenuidad otorga con frecuencia a sus trabajos un aspecto involuntario de caricatura. En el caso del Rousseau, es efectivamente su formación autodidacta junto a una primacía de la fantasía sobre lo real lo que determina este estilo, de difícil inclusión en movimientos artísticos de la época. A pesar de desconocer las técnicas compositivas, logró dotar a sus obras de un sugerente y complejo colorido, muy elogiado entre sus seguidores.

La guerra (La cabalgada de la discordia), 1894




Fuente: Wikipedia





17/04/2012 22:50

Gracias a ti también Jocelyne. De Pissarro me gusta mucho Los tejados rojos

17/04/2012 21:31
"Es necesario tener un poco de armonía para expresar las ideas, y, en consecuencia, es bueno experimentar sensaciones para tener ideas."
Camille Pissarro Camille Pissarro alrededor de 1895
Bañista en el bosque - 1895 -
Bañista en el bosque -1895-
En el tiempo que vivió en Eragny, Pissarro reforzó su interés por la relación naturaleza-mundo campesino con una serie de cuadros que tienen como tema el trabajo en los campos o las bañistas.
17/04/2012 20:27
Menecucho, fue un verdadero placer mirar esas obras de ese artista poco conocido de la mayoria de la gente. Los pintores holandeses en general son desconocidos y es una verdadera lastima teniendo en cuenta la calidad de las expresiones y los detalles que los caracterizan. Muchas gracias
17/04/2012 19:35

Hola, antes que todo tengo que decirles que me han encantado los aportes de Ensisdeus, Badra, Pincelhada, David, Dauntless, CapilladelArte, Erin y Tiale, y espero que muchos más se animen a postear

Y ahora sí llego mi turno. Sorteando la dificultad previa en la elección de un artista en particular de la gran cantidad de obras de arte que me fascinan, finalmente me he inclinado por dos pintores y por tres pinturas de cada uno. Éstos se encuentran conectados por el realismo patente en sus cuadros, con el realismo en el más amplio sentido no ya el relacionado exclusivamente con el movimiento surgido en Francia a mediados del XIX (Courbet, Millet)

El primero de ellos representante de la pintura barroca de los paises bajos del siglo XVII, Johannes Vermeer, el que por su singularidad ocupa un lugar predilecto en mis gustos personales.

Pintor holandés nacido en Delft en 1632. Hijo de un hospedero que además se dedicó al comercio de obras de arte, trabajos a los que también se dedicó su hijo. Sobre su vida se tienen pocas noticias, en 1653 ya estaba inscrito en la corporación de pintores de Delft. En 1653 se casó con Caterina Bolnes, con quien tuvo 11 hijos.

Actualmente se le atribuyen cuarenta pinturas, pero de ellas solo dieciséis están firmadas y dos fechadas, lo que hace difícil determinar cronológicamente su evolución pictórica. De 1656 es La Alcahueta, y a esos mismos años se han atribuido obras como Cristo en casa de Marta y María, Diana y las ninfas y Muchacha dormida, obras que muestran un acercamiento a los seguidores de Caravaggio en Utrecht, especialmente a Terbrugghen, aunque en Muchacha dormida ya aparecen todas las características de lo que va a ser la obra de Vermeer, que se va a convertir en el máximo representante de la pintura intimista.

Sus principales obras serán: Militar y muchacha sonriente, Muchacha que lee una carta, Gentilhombre con mujer bebiendo y Lección de música, en ellas se refleja una atmósfera emocional, conseguida por la difusión de la luz en los interiores a través de ventanas entreabiertas, por los juegos de transparencias, de penumbra y de contraluces. En La lechera, La tasadora de perlas, La mujer azul y La encajera, esa atmósfera íntima hace que exista una sensación de tiempo suspendido, sensación que se manifiesta igualmente en la apartada calma de La callejuela y en La vista de Delft.

En épocas sucesivas se pone de manifiesto nuevos intereses encaminados a la realización de complejas participaciones perspectívico-lumínicas y acentuados contrastes cromáticos, junto a elementos de carácter alegórico, como en El taller del pintor, El geógrafo, El astrónomo o Carta de amor.

Su obra se va a caracterizar por la suave modulación de la luz que penetra del exterior, las actitudes despreocupadas y concentradas de los personajes, realizando variadas tareas, y el sentido amable y pacífico de los cuadros. El gusto por la minuciosidad y la representación de un mundo objetivo donde se desarrolla pausada y satisfactoriamente la existencia humana. Los ambientes cálidos y hogareños son el resultado de un estudio pormenorizado y artificioso, en que los efectos lumínicos constituyen el eje básico de composiciones de perspectivas complejas. Aunque la obra de Vermeer fue apreciada por sus contemporáneos, posteriormente fue olvidada, siendo redescubierto por los artistas del realismo francés de la segunda mitad del siglo XIX y por críticos y escritores como Gautier o Proust.

 

Fuente: http://www.mcnbiografias.com

 

La encajera de bolillos (hacia 1669-1670)

 

Es un pequeño cuadro (24 cm x 21 cm) nos muestra una típica escena de interiores temática predilecta de Vermeer. Es una obra maestra a causa de la concentración de la encajera y el juego de colores que se ve resaltada por el fondo gris claro de la escena. El gran logro de Vermeer fue el de reproducir sus pinturas teniendo en cuenta las distorsiones ópticas naturales del ojo humano creando más profundidad de campo. De esta manera el foco de atención, esto es, la labor de encaje meticuloso está representado con el máximo detalle (especialmente el delgado hilo blanco tensado entre los dedos), sin embargo cuando se va alejando del punto central las formas son más borrosas aunque se hallen paradójicamente en el primer plano. Cada vez que lo contemplo quedo atrapado en ese instante de tiempo que magistralmente el artista capturó. Es imposible no quedar ensimismado en la atención que la propia protagonista pone en su trabajo, ese trabajo manual delicado que nosotros como espectadores en cierta manera espiamos para no destruir la atmósfera de intimidad que es cautivadora, para no distraer de su concentración a la trabajadora y acabar con ese mágico instante.

 

Por supuesto que se pueden decir muchas cosas acerca de la técnica, como por ejemplo de la habilidad para exponer los efectos de la luz (destreza que sorprendió posteriormente a los impresionistas y particularmente a Renoir) o el tema de la composición. A partir del siglo XIX, época en la que se redescubrió y empezó a valorarse su obra, se ha generado polémica acerca de la manera en que Vermeer se ingenió para representar la realidad llegándose a conjeturar que el maestro se familiarizó con la ciencia óptica y que empleó la cámara oscura así como también el telescopio invertido. Se cree que utilizó éste último en el famoso paisaje:

Vista de Delft (hacia 1658-1660)

 

Aquí una vez más hay que elogiar a Vermeer pues sin ser un paisajista se ha dado el lujo de realizar uno de los más maravillosos paisaje de la historia del arte.

Muchacha dormida (hacia 1657)

Es otra muestra del realismo en las escenas de interior que es muy difícil sino imposible encontrar en otros colegas de su época.

 

Ésta última obra de Vermeer nos conecta con el segundo artista que he elegido. Se trata del gran maestro ruso Iliá Iefímovitch Repin.

El descanso (1882)

 

Es un hermoso ejemplo de la pintura realista en la cual se destacan los detalles de los materiales del vestido, el sillón y el contraste con la piel y el entorno. 

 

Pintor ruso, nacido en Tchuguev (cerca de Jarkov, en la actual Ucrania) en 1844 y fallecido en Kuokkala (entonces situada en Carelia, Finlandia, y en la actualidad conocida como Repino, en la región rusa de San Petersburgo) en 1930. Célebre por su habilidad para el retrato y por su capacidad para reflejar en sus lienzos escenas de gran crudeza, está considerado como uno de los grandes maestros de la pintura realista de todos los tiempos.

Nacido en el seno de una familia de colonos fundada por un militar retirado, recibió en su juventud una valiosa formación artística impartida por I. M. Bunakov, un afamado pintor local que gozaba de crédito entre sus convecinos por su maestría en la realización de íconos. A los catorce años de edad (1858), el joven Iliá empezó a trabajar en el taller de dicho maestro, con el que aprendió los secretos del oficio y adquirió esos gustos realistas que habrían de marcar las directrices de su propio estilo.

Con el dinero obtenido de la venta de sus primeros íconos y retratos, Iliá Repin se trasladó a San Petersburgo en 1863, decidido a matricularse en la prestigiosa Academia de Arte de dicha ciudad. Previamente se inscribió en una escuela menor donde, merced a las lecciones del maestro Kramskoy, aprendió los fundamentos necesarios para ser admitido en la citada Academia. Su llegada a la bella ciudad del Neva coincidió con un período de crisis en ésta reputada institución, provocada por catorce jóvenes pintores que prefirieron abandonarla antes de someterse a la imposición, dictada por los maestros, de presentar obras de contenido mitológico para obtener el diploma. Los artistas noveles responsables del alboroto, a los que se sumó con entusiasmo el joven e impulsivo Repin, consideraban que la pintura debía abandonar esos vetustos filones del pasado para ocuparse de la realidad cotidiana de la gente de la calle.

Al hilo de este criterio estético, en mayo de 1870, durante un periplo fluvial por el Volga, Repin tomó una serie de bosquejos que habrían de permitirle, a su regreso, realizar una de sus primeras obras maestras, Remolcadores de una lancha en el Volga (o Bateleros del Volga, 1870-1873), considerada como el punto de partida de la pintura rusa moderna. Pero, antes de concluir este lienzo, ya había sorprendido gratamente a sus contemporáneos con La resurrección de la hija de Jairo (1870), un espléndido cuadro con el que ganó la Medalla de Oro de la Academia de Arte de San Petersburgo, acompañada de una beca que incluía el derecho a visitar diferentes pinacotecas extranjeras.

Antes de disfrutar de las prerrogativas que le otorgaba dicha ayuda, Repin, que se había significado ya como uno de los componentes más bulliciosos de la juventud creadora de su tiempo, fundó en San Petersburgo la asociación Peredvizhniky (Sociedad de expositores ambulantes), en la que tenían cabida los artistas noveles que protestaban contra el rigor encorsetado de la crítica academicista. Luego, ya convertido en una de las grandes promesas del arte ruso de finales del siglo XX, decidió que había llegado el momento de sacar partido de la beca que le habían otorgado por La resurrección de la hija de Jairo. Emprendió, pues, un largo viaje por Europa, en el que se detuvo especialmente en Roma, para contemplar los tesoros de la pintura renacentista, barroca y neoclásica italiana. Luego se trasladó a París, donde quedó tan fascinado por la riqueza artística e intelectual de la capital gala que decidió permanecer en ella durante un prolongado período de tiempo (1872-1876), en el que amplió notablemente su técnica y sus conocimientos. Sin embargo, permaneció firmemente ligado a las costumbres, la idiosincrasia y las figuras humanas representativas de su tierra, que jamás dejaron de ser las auténticas protagonistas de su producción pictórica.

A su regreso a Rusia, pasó por su Tchuguev natal y, tras tomar una serie de apuntes con los que luego habría de elaborar una magnífica estampa de la religiosidad local, Procesión religiosa en la provincia de Kursk (1883), marchó a Moscú y se afincó allí por espacio de seis años (1876-1882). Al lado de viejos colegas y amigos como Stasov y Kramskoy, se intentó congraciar con la pintura oficial y el ámbito académico; pero su irrenunciable tendencia a reflejar en sus lienzos la crudeza de la vida cotidiana le había convertido en uno de los más destacados representantes del arte que, sirviéndose de la descarnada veracidad del Realismo, denunciaba las injusticias sociales del régimen zarista –en una posición cercana a la que, en el mundo de las Letras, podía encarnar Dostoievsky (1821-1881)- lo que no facilitó su incorporación a las instituciones artística oficiales.

Cansado de verse constantemente implicado en discusiones y disputas, abandonó Moscú para volver a instalarse en San Petersburgo, desde donde volvió a emprender varios viajes por toda Europa (en 1883, 1889, 1894 y 1900). Allí continuó siendo uno de los artistas más respetados e influyentes del grupo de los Ambulantes, y alcanzó incluso su deseo de congraciarse con la cultura oficial, al ser contratado como profesor de esa prestigiosa Academia de Arte de la que había sido alumno cuando era todavía un muchacho, y en la que impartió lecciones de pintura entre 1894 y 1907.

En 1900, durante el último viaje que realizó a su amada París, Repin, que había superado ya ampliamente el medio siglo de existencia, entabló relaciones con Natalia Nordman, a la que no dudó en reconocer como el amor de su vida. A su regreso a Rusia, se separó de su mujer Vera y, junto con su nueva compañera, se estableció en la localidad finlandesa de Kuokkala, separada de San Petersburgo por una breve distancia que podía ser cubierta en un trayecto ferroviario de una hora. A partir de entonces contando con el entusiasmo y la colaboración inestimable de Natalia, organizó una reunión semanal que, de miércoles en miércoles, atraía a su bella casa finlandesa a lo más granado de la élite intelectual de San Petersburgo. Los miércoles de Kuokkala gozaron de gran celebridad hasta 1914, año en el que, con la muerte de Natalia Nordman, Iliá Repin cayó en el abatimiento y dejó de convocar semanalmente a sus invitados. Para acentuar su melancolía, una progresiva minusvalía le iba atrofiando la mano derecha, con lo que ya apenas podía realizar esos magníficos retratos que, en la madurez de su carrera creativa, le habían proporcionado fama internacional.

En un ejemplo admirable de tesón y voluntad, con más de setenta años de edad aprendió a pintar con la mano izquierda; pero la calidad de sus nuevos lienzos dejaba mucho que desear, con lo que vino a entrar, en plena vejez, en una grave crisis económica que se vio acentuada, a partir de 1917, con el estallido de la Revolución Rusa, movimiento que el pintor nunca llegó a aprobar. A pesar de ello, las nuevas autoridades revolucionarias reconocieron en su obra un valioso ejemplo de crítica social que podía considerarse precursor del denominado Realismo socialista, por lo que, en varias ocasiones, le invitaron a regresar a la nueva Rusia soviética. Repin se negó, incluso después de haber recibido en 1926, en su casa de Kuokkala, la visita de una delegación del Ministerio de Educación de la Unión Soviética, que le brindó una inestimable ayuda económica al tiempo que volvía a invitarle a regresar a Moscú o San Petersburgo (a la sazón, Leningrado). Tras la muerte de Repin, sobrevenida en 1930, la ciudad de Kuokkala pasó a incorporarse al territorio soviético, donde, a partir de 1948, fue rebautizada como Repino, en homenaje al maestro.

Fuente  http://www.mcnbiografias.com

 

Por último y a modo de contraposición con estas escenas apacibles presento un cuadro que toma como motivo un episodio de la vida del zar Ivan IV. Cuando cierto día éste se encontró con su nuera que estaba embarazada y al parecerle poco decente el aspecto de ella comenzó a golpearla, al oir los gritos de su mujer el hijo del zar acudió en su auxilio y al intentar detener a su progenitor éste le asesta un golpe mortal en la sien con su bastón.

Iván el Terrible y su hijo Iván el 16 de noviembre de 1581 (1885)

 

 

Se capta el instante en que el zar, presa del horror, comprende que mató a su hijo. Como dijo el propio Repin “lo que buscaba resaltar en el cuadro no era el horror externo, sino el amor del padre por el hijo y el horror de Iván, ya que junto con su hijo ha matado a su propio linaje lo cual sería la ruina del reino”

 

De yapa una obra de la etapa en que pintó sobre temas relacionados con el movimiento revolucionario ruso, en ella se representa la sorpresa de la familia ante la llegada al hogar de un exiliado político

No lo esperaban (1884-1888)

16/04/2012 20:27
La Capilla Sixtina. La Bóveda de Miguel Ángel



                        Creación de Eva

En menos de cuatro años (1508-1512), Miguel Ángel pintó, casi en solitario, una bóveda de mil metros cuadrados con trescientas figuras llenas de color y tensión. Hoy está considerada como la obra cumbre de la pintura universal.
Tras la primera serie de pinturas aplicadas en las paredes de la Capilla, el Papa Julio II (Giuliano della Rovere) encargó a Miguel Ángel la decoración de la bóveda, los tímpanos sobre las ventanas, los lunetos y las pechinas de los ángulos. De los tres ciclos de pinturas murales de la Capilla, éste fue el más ambicioso y de mayores dimensiones. A pesar de la envergadura de la obra, en la que aparecen representados unas trescientas figuras, Miguel Ángel realizó la obra en un breve plazo de tiempo, entre mayo de 1508, en que firma el contrato, y octubre de 1512, en que se da por concluida la obra. Al mismo tiempo que se pintaba la bóveda de la Capilla Sixtina, Rafael comenzaba la decoración de las Estancias Vaticanas, que completaba el programa de pinturas impulsadas por Julio II y que convertiría a Roma en un centro pictórico privilegiado.







Miguel Ángel, cuando recibió el encargo oficial de realizar estas pinturas era un joven escultor de 33 años que ya contaba con una notable reputación y grandes obras (“Madonna della scala”, “Baco”, “Piedad”,  “Virgen de Brujas” y el “David”). Sin embargo, la obra de mayor envergadura fue el Sepulcro que le encargó Julio II en 1505 y que se convertiría en una pesadilla para el escultor quedando, en última instancia, sin concluir. Cambios de proyecto, interrupciones y numerosas peripecias hicieron de esta obra una tragedia para el florentino. Uno de los encargos que distrajeron e interrumpieron la ejecución del sepulcro fue la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina.
Cuando Miguel Ángel recibió el encargo de pintar la bóveda de la Capilla Sixtina su labor como pintor era mucho menos relevante que la de escultor. No obstante, algunas incursiones en el campo de la pintura, como el Tondo Doni (Galería degli Uffizi, Florencia, 1504-06), constituyen una aportación singular en la que se apuntan numerosos componentes de su actividad pictórica posterior.
La práctica de diversas especialidades artísticas realizadas por Miguel Ángel, quien posteriormente realizaría importantes trabajos como arquitecto, se explica atendiendo a su formación. Los artistas florentinos, debido a que el fundamento de toda expresión artística radicaba en el dibujo, pudieron hacer incursiones en distintas especialidades.



Rafael Sanzio. Retrato del Papa Julio II. Óleo sobre lienzo. 1511-1512. National Gallery. Londres.

La pintura de la bóveda de la Sixtina fue realizada por Miguel Ángel en solitario o con algunos colaboradores que realizarían algunas partes sometidas por completo a las orientaciones del maestro. Según cuenta Vasari, ciertos ayudantes, cuya colaboración solicitó Miguel Ángel al comenzar la obra, fueron despedidos inmediatamente por el maestro ante su incapacidad para seguir su concepción de los frescos. De ahí el gran efecto de unidad formal y estilística y la coherencia argumental de todo el ciclo.
Nada más recibir el encargo, Miguel Ángel comenzó a realizar los dibujos preparatorios para las diferentes figuras y composiciones. Dada la envergadura de la obra y el número de figuras del conjunto, el florentino tuvo que realizar un impresionante número de dibujos preparatorios de los que nos ha llegado poco más de cincuenta. Hay que tener en cuenta que la bóveda medía 36 metros de longitud y 13 metros de anchura.
No existe unanimidad acerca del orden seguido por Miguel Ángel en la ejecución de los frescos aunque parece lo más probable, según diferentes propuestas formuladas por los historiadores, que Miguel Ángel ejecutase el ciclo por secciones transversales que incluían las historias centrales, ignudi, profetas, sibilas y figuras en los lunetos. Una vez finalizadas estas pinturas, el artista pasaría a realizar la serie de figuras de los tímpanos. Simuló diez arcos fajones que le permitieron dividir la bóveda, de cañón rebajado, en nueve tramos sucesivos atravesados por dos falsas cornisas que producen la partición en tres registros. Aloja nueve historias del Génesis, que van desde la Separación de la luz y las tinieblas, sobre el altar, a la Embriaguez de Noé, aunque las pintó en sentido inverso, pues comenzó sobre la puerta de entrada.



                                  Ignudi


Hasta hace poco el problema de la técnica empleada había sido una cuestión polémica y no resuelta. Frente a las suposiciones de que las pinturas de la bóveda habían sido realizadas al temple sobre una base de fresco, la reciente restauración ha puesto de manifiesto cómo Miguel Ángel utilizó para la ejecución de las pinturas los procedimientos clásicos del buen fresco oculto, antes de la limpieza, por capas de pintura y suciedad.

Inicialmente, el programa de las pinturas se proyectó con un alcance mucho más limitado y modesto. En un principio se planteó decorar solamente la bóveda pero, muy pronto, Miguel Ángel, con la autorización de Julio II, decidió prolongar la decoración hasta el arranque de la bóveda. La idea inicial de realizar una decoración de la bóveda y figuras de apóstoles se abandonó y se procedió a ejecutar un ciclo iconográfico mucho más amplio, coherente y sistemático.
Se ha supuesto que el programa definitivo obedeció a una decisión que correspondió exclusivamente al artista, quien se basó en la Biblia como única fuente de inspiración. Sin embargo, tampoco se puede descartar que las bases del nuevo programa le fueran impuestas al artista. Lo cierto es que la distribución de los diferentes temas de las pinturas plantea una compleja trama de significados.
Miguel Ángel se encontró condicionado por la iconografía de los frescos realizados en el siglo XV en los que se plasmó la idea de la “concordatio” entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, con pasajes de la historia de Moisés en el muro de la izquierda y de Jesucristo en el de la derecha, es decir, la historia de la humanidad antes y después de las leyes. Por lo cual, a Miguel Ángel solamente le cabía una representación de la humanidad ante legem. Es decir, la exaltación del destino y de los pasos de la humanidad con anterioridad a la Revelación, que Miguel Ángel acometió desde una concepción neoplatónica de la existencia humana.





                            Sibilas Libia y Délfica


Desde un principio, el problema inicial fue cómo acometer la disposición e las distintas composiciones y figuras. La primera novedad que ofrecen los frescos de la bóveda con respecto a las paredes laterales es la distinta concepción del enmarcamiento y de la relación de la pintura con la arquitectura. En el primer programa, los pintores del Quattrocento siguieron la forma del enmarcamiento convencional de dividir el muro en recuadros y proyectar las composiciones a la manera de cuadros trasladados a la pared. Miguel Ángel abandonó este sistema creando un enmarcamiento arquitectónico, que rompía los límites de la bóveda, fingiendo una elevación superior a la real. De esta manera, Miguel Ángel distribuyó las pinturas en diversos registros: unos reales, derivados de la arquitectura de la estancia, y, otros, fingidos, ideados por el pintor.
El primer cuerpo está formado por los tímpanos que enmarca el remate semicircular de las ventanas coronando el plano vertical del muro. El conjunto inicial estaba formado por los seis tímpanos de cada paño mayor y los dos de cada uno de los lados menores de la capilla. Dos de estos últimos serían posteriormente eliminados años más tarde por el propio pintor cuando acometió la pintura de El Juicio Final en el testero.
Los personajes de los tímpanos, al igual que en los lunetos y enjutas, se hallan en el registro inferior de las pinturas realizadas por Miguel Ángel y representan el discurrir de la humanidad en una dimensión sometida a las tensiones de la existencia humana anterior a la iluminación espiritual. Miguel Ángel pintó en los tímpanos figuras de espaldas contrapuestas entre las que figuran cartelas, situadas sobre las ventanas, con el nombre de los distintos personajes que representan la genealogía humana de Cristo hasta Abrahán.
La lectura de los personajes de los tímpanos debe hacerse alterando las de un tímpano del muro de la derecha con otro de la izquierda siguiendo el orden de las composiciones del cuerpo inferior pintadas durante el siglo XV.  La serie siguiente está formada por las figuras de los ocho lunetos sobre los tímpanos de las ventanas de los muros mayores de la capilla, y las cuatro pechinas de los ángulos con representación de Judith y Holofernes, David y Goliat, La serpiente de bronce y El castigo de Amán.


            Detalle del profeta Zacarías

A partir de aquí, Miguel Ángel creó un enmarcamiento arquitectónico fingido. En este sentido, debe notarse cómo Miguel Ángel estableció esta división en consonancia con el sentido jerárquico de los distintos niveles de la composición. Para la referencia a la humanidad anterior a la Revelación ha utilizado el espacio definido por elementos arquitectónicos reales, tales como los tímpanos y los lunetos. Los videntes (profetas y sibilas) aparecen en un escenario fingido que configura un espacio ideal situado entre dos elementos arquitectónicos reales, los lunetos. La exaltación divina, en cambio, ha sido representado en el ámbito de una escenografía creada a través de la sublimación de un espacio arquitectónico fingido que trasciende lo real.
Las figuras de profetas y sibilas, situadas entre los lunetos, aparecen en espacios retranqueados, a modo de un paramento ficticio que prolonga las paredes de la capilla. Estas figuras aparecen enmarcadas por pedestales con figuras de niños-atlantes/cariátides, que sustituyen a los capiteles de las pilastras, soportando el entablamento. Este muro fingido produce un ritmo alternativo de salientes y entrantes alrededor del espacio central. Los profetas y sibilas se hallan sentados y situados sobre un pedestal debajo del cual aparece un tenante con una cartela con el nombre de los siete profetas: Zacarías, Joel, Isaías, Ezequiel, Daniel, Jeremías y Jonás, y las cinco sibilas de la tradición clásica: Sibila Délfica, Sibila Eritrea, Sibila Cumea, Sibila Pérsica y Sibila Líbica. Estas figuras, acompañadas de jóvenes desnudos, han sido plasmadas a una escala mayor que las figuras de los tímpanos y de los lunetos. Representan personajes humanos que, como los profetas, poseen plenos poderes sobrenaturales para contemplar el espíritu divino, o que los tienen en un grado menor, como las sibilas, debido a su condición pagana.
El entablamento que sostienen los niños-atlantes bordea toda la bóveda. Sobre el entablamento, sentados y en posición enfrentada, Miguel Ángel ha representado diez parejas de ignudi (desnudos), entre los cuales aparecen figurados medallones de bronce con diversas composiciones bíblicas.





Triángulos con las imágenes de Ezequías y Roboam con Abies y Luneto con Aquim y Eliud.

Los ignudi, pertenecientes al segundo nivel en el que se representan los profetas y las sibilas e indicadores del presagio de la Revelación, determinan el límite del nivel ascendente antes de entrar en el ámbito de las escenas sagradas. Pero con independencia de su significado, constituyen una afirmación de la sintonía de la cultura pagana con la cristiana, propia de las realizaciones artísticas de Julio II. La función de los ignudi no queda clara, aunque son un elemento crucial en el concepto global de la obra y representan la concepción renacentista del hombre como medida de todas las cosas. Las hojas y bellotas de roble que sostiene un ignudi aluden a la familia Della Rovere, a la que pertenecía el propio papa Julio II, en cuyo escudo de armas aparece el roble. También el árbol del Bien y del Mal en la escena de La caída es un roble.

En el centro de la bóveda, con un enmarcamiento arquitectónico que finge una bóveda sobreelevada y aprovechando la forma semicilíndrica del cubrimiento de la capilla, se representan nueve composiciones del Génesis realizadas en formatos diferentes según su emplazamiento. Las que se hallan en los espacios situados entre las parejas de ignudi (La separación de la luz y las tinieblas, La separación de las aguas y el firmamento, La creación de Eva, El sacrificio de Noé y La embriaguez de Noé) son menores que las que se hallan alineadas con los tramos que ocupan todo el espacio comprendido entre los entablamentos fingidos: La creación de los astros, La creación de Adán, El pecado original y El diluvio universal.


                        La embriaguez de Noé


                        El diluvio universal

Al proyectarse el ciclo de pinturas de la bóveda, la distribución de las composiciones realizadas en el siglo XV tuvieron un papel determinante. Dado que el ciclo de las paredes laterales comenzaba por la parte alta del altar y extendiéndose hacia la puerta, Miguel Ángel tuvo que iniciar el programa iconográfico por el fondo de la capilla. Así, veremos cómo las escenas bíblicas de la bóveda empiezan por esta parte de la capilla. Por otra parte, dado que la capilla estaba dividida en dos espacios, el presbiterio y la zona laica, Miguel Ángel representó sobre el primero las composiciones del Génesis relativas a la creación:
-    La separación de la luz y las tinieblas
-    La creación de los astros
-    La separación de las aguas
-    La creación de Adán
-    La Creación de Eva
Luego  distribuyó sobre la zona laica las correspondientes al pecado y sus consecuencias:
-    El Pecado original
-    El sacrificio de Noé
-    El Diluvio universal
-    La embriaguez de Noé


                         El sacrificio de Noé


    Caída del hombre, pecado original y expulsión del paraíso.
 

Tantos las figuras y composiciones, integradas en los enmarcamientos de una arquitectura real (tímpanos, lunetos y pechinas), como las que aparecen enmarcadas por una arquitectura fingida (sibilas y profetas, ignudi y escenas bíblicas) plantearon el problema de una distribución acorde con las exigencias de lectura y percepción del conjunto. La distribución de figuras y escenas se organizó en función de una lectura que exigía seguir un itinerario que discurre alrededor del muro para percibir las figuras de los lunetos, sibilas y profetas e ignudi y las representaciones de los medallones situados entre éstos, para seguir con la lectura de las composiciones centrales, por el eje de la capilla, desde el muro en que se halla El Juicio final hasta el del acceso.
Las figuras de los tímpanos y de los lunetos, el conjunto de los ñiños-atlantes/cariátides sosteniendo el entablamento, la serie de sibilas y profetas y los tenantes de las cartelas, los desnudos figurados en bronce en las enjutas de los lunetos, y el grupo sobresaliente de los ignudi constituyen distintas unidades seriales en las que se desarrolla una experimentación en torno a los principios de variación, secuencia y contraposición de un mismo tema. A esto se debe que para la ejecución de alguna de las parejas de ignudi Miguel Ángel utilizase el mismo cartón aplicándolo por las dos caras como método para representar contrapuesto un mismo modelo.
Miguel Ángel, frente al clasicismo normativo de un Leonardo, partió de la superación de la idea de unidad inmutable planteando la idea de que el objeto es una noción surgida de la variedad infinita de modelos. Frente al valor del modelo único ideal, el florentino contrapone el valor de la diversidad y disparidad a través de una serialidad variable. Es la multiplicidad frente al uno y el rechazo del valor de la inmutabilidad basado en el culto a las apariencias. De ahí que los modelos de Miguel Ángel expresen, por el contrario, un efecto de fugacidad e inestabilidad, del discurrir del tiempo y de que nada es fijo y permanente.



                              Creación de Adán

En las pinturas de la bóveda de la Capilla Sixtina se desarrolla una constante tensión entre figura y enmarcamiento y entre la arquitectura fingida y la real. Las figuras de los lunetos aparecen comprimidas entre ellos y lo mismo sucede con los profetas y las sibilas, representadas con actitudes forzadas que crean una tensión en sentido horizontal con las paredes de los nichos que las albergan, contrapuesta a la que, en sentido vertical, muestran los niños-atlantes que sostienen el entablamento.La forma comprimida de estas figuras, contrasta con la inestabilidad e los ignudi, sentados sobre pedestales en actitudes dinámicas que parecen sugerir un estado previo a su caída al vacío.
La línea quebrada del entablamento describiendo un ritmo discontinuo de entrantes y salientes, con las figuras de los profetas y sibilas en la parte inferior y los ignudi en la superior, constituye la zona en que se concentra la tensión compositiva del conjunto. Se trata del núcleo donde se inicia la ficción de un cuerpo sobreelevado que altera el efecto visual de la bóveda, introduciendo un efecto tenso y desasosegante, que no recupera su equilibrio hasta la bóveda fingida del espacio central. Miguel Ángel ha ideado el conjunto como la expresión de un juego continuo de tensiones entre las figuras, las composiciones, la arquitectura real y la fingida. Un efecto inquietante y dinámico que se acentúa con el movimiento del espectador y, sobre todo, por el hecho de que el pintor no proyectó la decoración de la bóveda sometiendo la perspectiva de la composición a un sistema unitario y a un solo punto. Por el contrario, se trata de una acumulación de puntos de perspectiva de las diferentes composiciones y figuras que crean un escenario multifocal.


                  La separación de las aguas


                     La creación de los astros

Todos estos efectos fueron logrados a través del juego de recursos figurativos y perspectivos. Pero, junto a ellos, Miguel Ángel aplicó un nuevo concepto del color que acentúa la tensión plástica del conjunto. La limpieza de los colores en la reciente restauración de la Capilla Sixtina ha puesto de manifiesto cómo en las pinturas Miguel Ángel emprendió una renovación de los usos del color en clara contraposición con las entonaciones armónicas del clasicismo de en torno al año 1500.
Para Miguel Ángel el color se convierte en un medio de expresión, virulento e inquietante, entendido como un valor autónomo de la pintura. Miguel Ángel prescinde de la idea de unidad de color del conjunto para aplicar una contraposición cromática que subraya con más fuerza el drama y la tensión de las composiciones. La “Terribilitá” de Miguel Ángel no se produjo solamente por la expresividad forzada y patética de las figuras, de sus gestos, posturas, actitudes y de la vulneración de los principios clásicos de proporción, sino también por una nueva forma de utilizar el dibujo y el color.
El dibujo, aplicado con gran seguridad, introduce un efecto de discontinuidad en los contornos, como aparece, por ejemplo, en las figuras de Adán y Eva de La expulsión del paraíso; el color introduce el efecto de inestabilidad. Para Miguel Ángel, el color no es la consecuencia de una armonía universal de los componentes de la pintura, sino un elemento de contrastes y contraposición de los contrarios que dinamiza y perturba la noción clásica de orden. Al igual que Miguel Ángel vulnera conscientemente el juego de las proporciones clásicas, con el color crea la expresión de un universo en tensión, cargado de contradicciones y disonancias.
Confrontación y tensión. La figura de Dios Padre, suspendido en el aire en una actitud dinámica, y el cuerpo yacente y abandonado en tierra de Adán, de La creación de Adán, subliman la expresión de esta idea en la que a la contraposición formal se añaden el contraste del mundo natural y el terrenal que tiene un punto de contacto en la creación del hombre.


                     Separación de la luz

En definitiva, grandes son las novedades que aportó Miguel Ángel en esta obra: la novedad y grandiosidad del conjunto, el completo estudio de la figura humana en anatomía y expresión, la variedad y sabiduría compositivas, el dominio virtuosista de la perspectiva, la potencia el dibujo, el encuadre y simulación arquitectónicos de total atrevimiento que confiere por su especial disposición una especial tensión y dramatismo de lo colosal, que envuelve al espectador y lo incluye en el dinamismo de las fuerzas desencadenadas. Es un verdadero y deslumbrante canto al cuerpo desnudo.
10/04/2012 20:06
Teniamos una artista en la sala y sin enterarnos

Tiale nos manda una muestra de su arte que no tiene nada que envidiar ni al mismisimo Picasso



Técnica: Punto Cruz 
Materiales: Lana y Arpillera
Artista: Yo =)



: Témpera sobre tela
Materiales: Sábana vieja y témperas
Artista: Yo =)



Gracias Tiale muy bonitass
08/04/2012 18:33
Gracias Badra :)
08/04/2012 14:49

Todo el mundo quiere comprender la pintura. ¿Por qué no intentan comprender el canto de los pájaros? ¿Por qué a la gente le gusta una noche, un flor, todas las cosas que rodean al hombre sin tratar de comprenderlas? En el caso de la pintura, en cambio, se quiere comprender. Que comprendan sobre todo que el artista obra por necesidad (...) Quienes intentan interpretar un cuadro, casi siempre se equivocan.

Pablo Picasso, 1935.

Aqui te pongo el Guernica David:)
Ya pronto se celebra el aniversario del bombardeo sobre esta villa vasca.
Es un cuadro cargado de historia.
08/04/2012 14:15
Pero sin duda lo que he querido demostrar enseñandoos "El Guernica" era lo gran pintor que Pablo Ruiz Picasso.

(Y siento que la foto del Guernica que puse ahi no se pueda ver , es que no se como se ponen  fotos en foros)

Un saludo.
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