Ese mandamiento de amar a Dios es absurdo. Uno no elige a quien amar y la religión adiestra para la sumisión hasta el extremo de exigir que gobernemos sobre nuestros sentimientos involuntarios.
Una de las tantas hipocresías. Yo creo que uno de los daños que produce la religión es también el adiestramiento para la hipocresía. Te obliga a amar a Dios, amar a tu próximo como a ti mismo, a no desear la mujer de tu prójimo, y muchas cuestiones antinaturales que no dependen de la voluntad de las personas. Y cuando uno crece en un ambiente hipócrita tolera la hipocresía de los demás, en particular la hipocresía de los poderes establecidos que usan los mecanismos religiosos como herramienta.
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