"El humilde servicio"
Antes de la venida del Señor, los hombres buscaban la gloria en sí mismos. Ha venido como hombre para reducir la gloria terrena y aumentar la gloria de Dios. Ha venido sin pecado y nos ha encontrado a todos hundidos en el pecado. Si el Señor ha venido para perdonar los pecados, quiere poner de manifiesto que Dios es magnánimo; toca pues al hombre reconocer esta magnanimidad. Porque la humildad del hombre consiste en su gratitud y la grandeza de Dios se manifiesta en su misericordia. Si, pues, ha venido para perdonar al hombre sus pecados, toca al hombre reconocer su pequeñez y darse cuenta de la misericordia de Dios. “Él tiene que crecer y yo tengo que menguar” Es decir: Que él me dé y yo reciba. Es justo que la gloria sea del Señor y yo la reconozca en él; que el hombre reconozca dónde está su lugar, reconozca a Dios y comprenda lo que dice el apóstol al hombre soberbio y orgulloso que pretende ensalzarse: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?” El hombre que considera suyo lo que no le pertenece, comprenda, pues, que lo ha recibido y que se humille, porque le conviene que Dios sea glorificado en él. Que el hombre se considere cada vez menos importante para que Dios sea glorificado en él...
“Perdónale”
El amor consiste no en sentir que se ama, sino en querer amar: cuando se quiere amar, se ama; cuando se quiere amar por encima de todo, se ama por encima de todo. Si ocurre que se cae en un tentación, es que el amor es demasiado débil, no es que no haya amor : hay que llorar como san Pedro, arrepentirse como san Pedro, humillarse como él, como él decir también tres veces: “ Yo os amo, os amo, vos sabéis que a pesar de mis debilidades y pecados, os amo” En cuanto al amor que Jesús nos tiene, nos lo ha probado suficientemente como para que creamos en él sin sentirlo: sentir que le amamos y que nos ama, sería el cielo; el cielo no es, salvo raros momentos y raras excepciones, para aquí abajo.Recordemos con frecuencia la doble historia de las gracias que Dios nos hizo personalmente desde nuestro nacimiento y el de nuestras infidelidades; encontraremos... allí el motivo para perdernos en una confianza ilimitada en su amor. Nos ama porque es bueno, no porque nosotros somos buenos; ¿Acaso las madres no aman a sus hijos descarriados? Así encontraremos cómo profundizar en la humildad y la desconfianza en nosotros mismos. Procuremos redimir un poco nuestros pecados por el amor al prójimo, por el bien hecho al prójimo. La caridad hacia el prójimo, los esfuerzos por hacer el bien a otros son un remedio excelente que hay que utilizar ante las tentaciones: es pasar de la simple defensa al contraataque.
“Lo ha dado todo”
“Quiero hacerte leer en el libro de la vida, donde está contenida la ciencia del amor”. ¡La ciencia del amor! ¡Sí, estas palabras resuenan dulcemente en los oídos de mi alma! No deseo otra ciencia. Después de haber dado por ella todas mis riquezas, me parece, como a la esposa del Cantar de los Cantares, que no he dado nada todavía Comprendo tan bien que, fuera del amor, no hay nada que pueda hacernos gratos a Dios, que ese amor es el único bien que ambiciono.Jesús se complace en mostrarme el único camino que conduce a esa hoguera divina; ese camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de su padre. “El que sea pequeñito, que venga a mí” dijo el Espíritu Santo por boca de Salomón y ese mismo Espíritu de amor dijo también que “a los pequeños se les compadece y perdona” Y, en su nombre, el profeta Isaías nos revela que en el último día “El Señor apacentará como un pastor a su rebaño, reunirá a los corderitos y los estrechará contra su pecho” Si todas las almas débiles e imperfectas sintieran lo que siente la más pequeña de todas las almas, el alma de tu Teresita, ni una sola perdería la esperanza de llegar a la cima de la montaña del amor, pues Jesús no pide grandes hazañas, sino únicamente abandono y gratitud, como dijo en el salmo 49: “No aceptaré un becerro de tu casa ni un cabrito de tus rebaños, pues las fieras de la selva son mías y hay miles de bestias en mis montes... Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y de acción de gracias”. He aquí, pues, todo lo que Jesús exige de nosotros. No tiene necesidad de nuestras obras, sino sólo de nuestro amor. Porque ese mismo Dios que declara que no tiene necesidad de decirnos si tiene hambre, no vacila en mendigar un poco de agua a la Samaritana Tenía sed... Tenía sed de amor. Sí, me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento, entre los discípulos del mundo sólo encuentra ingratos e indiferentes, y entre sus propios discípulos ¡qué pocos corazones encuentra que se entreguen a él sin reservas, que comprendan toda la ternura de su amor infinito!
“Haced amigos”
"El que dé a beber a uno de mis discípulos, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, no perderá su recompensa")... Este es el salario que no perderá ni un solo día su valor: "Haced amigos con dinero injusto, a fin de que en el último día, os reciban en las moradas eternas".Las riquezas de las que disponemos no deben servir sólo para nosotros; con bienes injustos podemos hacer una obra justa y saludable, y aliviar a uno de los que el Padre ha destinado a sus moradas eternas... Qué admirable es, esta palabra del apóstol Pablo:"Dios ama al que da con alegría" el que da limosna de buena gana, siembra sin contar con una cosecha tan abundante, y comparte sin murmurar, vacilar o retener... Y todavía es más grande, esta palabra que el Señor dice en otro lugar: "A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames" Reflexiona entonces sobre la magnífica recompensa prometida a tu generosidad: las moradas eternas. ¡Qué buen negocio! ¡Qué extraordinario suceso! Compramos la inmortalidad con dinero; ¡cambiamos los bienes caducos de este mundo por una morada eterna en los cielos! Por tanto, vosotros los ricos, que tenéis sabiduría, aplicaos en este negocio... ¿Por qué os dejáis fascinar por diamantes y esmeraldas, por casas que el fuego devora, que el tiempo derrumba, que un terremoto derriba? Aspirad sólo a vivir en los cielos y a reinar con Dios. Un hombre, un pobre, os dará este reino... Por otra parte, el Señor no dijo: "Dad, sed generosos, socorred a vuestros hermanos", sino "haced amigos". La amistad no nace de una sola vez, sino de una larga familiaridad. Ni la fe, ni la caridad, ni la paciencia son obra de un día: "pero el que persevere hasta el fin se salvará"
“El templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros.”
Muchas veces hemos oído decir que Moisés, después de haber sacado a Israel de Egipto, construyó en el desierto un tabernáculo, una tienda del santuario, gracias a los dones de los hijos de Jacob... Démonos cuenta de que el apóstol Pablo dice que todo esto fue un símbolo. Vosotros, hermanos, sois ahora el templo, el tabernáculo de Dios, como lo explica el apóstol: “El templo de Dios sois vosotros.” Templo donde Dios reinará eternamente, sois su tienda porque él os acompaña en el camino. Tiene sed de vosotros, tiene hambre de vosotros Esta tienda, hermanos, sois vosotros mismos en el desierto de esta vida, hasta que lleguéis a la tierra prometida. Entonces tendrá lugar la verdadera dedicación, entonces será edificada la auténtica Jerusalén, no ya bajo la forma de una tienda sino de una ciudad.Pero ahora, si somos verdaderos hijos de Israel según el Espíritu, si hemos salido de Egipto en espíritu, ofrezcamos nuestros bienes para la construcción del tabernáculo: “A cada cual se le concede la manifestación del Espíritu para el bien de todos...” Que todo sea común para todos. Que nadie considere como bien propio el carisma que haya recibido de Dios. Que nadie tenga envidia de un carisma otorgado a otro hermano, sino que esté convencido de que el suyo sirve para bien de todos y no dude que el bien de su hermano es también su propio bien. Dios actúa de manera que cada uno necesite del otro. Lo que uno no tiene, lo puede encontrar en el hermano... “así nosotros siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros”
“¡Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.!”
Este hombre que posee cien ovejas, Cristo, es el buen pastor, el pastor misericordioso que agrupó a todo el género humano en una sola oveja, es decir, en Adán. Había colocado a la oveja en un paraíso delicioso y en una región de pastos abundantes. Pero ella, fiándose de los alaridos del lobo, olvidó la voz del pastor, perdió el camino que conduce al redil de la salvación y quedó lastimada con heridas mortales. Cristo ha venido al mundo a buscar la oveja y la encontró en el seno de la Virgen. Ha venido, ha nacido en la carne, ha colocado la oveja en la cruz, y la ha tomado sobre sus hombros en la pasión. Luego, lleno del gozo de la resurrección, la ha levantado, por su ascensión, hasta las moradas celestiales.“... Reúne a sus amigas y vecinas” es decir, a los ángeles y les dice: “¡Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!” Los ángeles cantan de júbilo y exultan con Cristo por el retorno de la oveja del Señor. No se irritan al verla entronizada con majestad. Porque la envidia no existe en el cielo de donde ha sido arrojada junto con el diablo. Gracias al Cordero que quita el pecado del mundo, el pecado de la envidia ya no puede penetrar en los cielos. Hermanos, Cristo ha venido a buscarnos a la tierra. ¡Busquémosle nosotros en el cielo! Nos ha llevado a la gloria de su divinidad. Llevémosle en nuestro cuerpo por la santidad de vida.
"El que no lleva su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo"
Puesto que nuestra Cabeza subió a los cielos, conviene que sus miembros sigan a su Maestro, pasando por el mismo camino que Él escogió. Porque "¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?". Debemos seguir a nuestro Maestro, tan digno de amor, Él, que llevó el estandarte de la cruz delante de nosotros. Que cada hombre tome su cruz y le siga; y llegaremos allí dónde él está. ¡Aunque vemos que muchos siguen los caminos de este mundo para obtener honores irrisorios, y para esto renuncian a la comodidad física, a su hogar, a sus amigos, exponiéndose a los peligros de la guerra - todo esto para adquirir bienes exteriores! Resulta lógico y plenamente justo que nosotros hagamos una renuncia total para adquirir el bien puro que es Dios, y que de este modo sigamos a nuestro Maestro...No es raro encontrar hombres que desean ser testigos del Señor en la paz, es decir, que todo resulte según sus deseos. De buena gana quieren llegar a ser santos, pero sin cansancio, sin aburrimiento, sin dificultad, sin que les cueste nada. Desean conocer a Dios, gustarlo, sentirlo, pero sin que haya amargura. Entonces, ocurre que en cuanto hay que trabajar, en cuanto aparece la amargura, las tinieblas y las tentaciones, en cuanto no sienten a Dios y se sienten abandonados interna y externamente, sus bellas resoluciones se desvanecen. Estos no son verdaderos testigos, testigos como los que necesita el Salvador... ¡Ojalá podamos librarnos de este tipo de búsqueda que carece de trabajos, amarguras y tinieblas y encontremos la paz en todo tiempo, incluso en la desgracia! Es ahí solamente donde nace la verdadera paz, la que permanece.
Reunidos de los cuatro vientos al banquete de Dios
Sobre la Eucaristía, dad gracias así:Primero por el cáliz:Te damos gracias, oh Padre nuestro,por la santa viña de David, tu siervoque nos has revelado por Jesús, tu Hijo.¡Gloria a ti por los siglos!Después sobre el pan partido:Te damos gracias, oh Padre nuestro,por la vida y el conocimiento que nos has revelado por Jesús, tu Hijo.¡Gloria a ti por los siglos!¡De la misma manera que este pan que partimos,anteriormente diseminado por las colinas,ha sido recogido para no hacer más que uno solo,que así también tu Iglesia sea reunidade los extremos de la tierra en tu Reino!Porque tuyos son la gloria y el poder por los siglosDespués de haberos saciado, dad gracias así:Te damos gracias, oh Padre santo,por tu santo nombreque has hecho habitar en nuestros corazones,por el conocimiento, la fe y la inmortalidadque nos has revelado por Jesús, tu Hijo.¡Gloria a ti por los siglos!Es a ti, Señor todopoderoso, que has creado el universo,a la alabanza de tu nombre;has dado gozosamentealimento y bebida a los hijos de los hombres,pero a nosotros, nos has hecho la graciade un alimento celestialy de una bebida para la vida eterna,por Jesús, tu Hijo.Por encima de todo, te damos graciaspor lo poderoso que eres.¡Gloria a ti por los siglos!Acuérdate, Señor, de tu Iglesia,para librarla del mal,para hacerla perfecta en tu amor.Reúne de los cuatro vientos, esta Iglesia santificada,en tu Reino, que tú mismo le has preparado.Porque tuyos son el poder y la gloria por los siglos de los siglos.“Ven Señor” y que pase este mundo.¡Hosanna a la casa de David!El que sea santo que se acerque.El que no lo es, que haga penitencia.“¡Marana tha!” Amén.
Invita a los pobres
Dios, emocionado por el gran desamparo del hombre, le dio la Ley y los profetas, después de haberle dado la ley no escrita de la naturaleza finalmente, él mismo se entregó para la vida del mundo. Nos entregó a los apóstoles, evangelistas, doctores, pastores, curaciones, prodigios. Nos devolvió a la vida, destruyó a la muerte, triunfó sobre el que nos había vencido, nos dio la Alianza prefigurativa, la Alianza de verdad, los carismas del Espíritu Santo, el misterio de la salvación nueva...Dios nos colma de bienes espirituales, si queremos recibirlos: no vaciles en ayudar a los que lo necesitan. Da sobre todo al que te pide, y hasta antes de que te pida, dando incansablemente limosna de la doctrina espiritual... A falta de estos dones, proponle por lo menos servicios más modestos: dale de comer, ofrécele viejos vestidos, abastécele de medicinas, venda sus heridas, pregúntale por sus dificultades, enséñale la paciencia. Acércate sin temor. Ningún peligro te hará daño ni te contagiarás de sus enfermedades... Apóyate en la fe; que la caridad triunfe ante tus reticencias... No engañes a tus hermanos, no permanezcas sordo a sus llamadas, no los evites. Sois miembros de un mismo cuerpo aunque esté quebrantado por la maldad; igual que a Dios, "a ti se encomienda el pobre"
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”
He leído que Dios es amor no que era honor o dignidad. El caso es que Dios no es que no quiera ser honrado, ya que dice:" ¿Si soy vuestro padre, dónde está el honor que me debéis?" Habla aquí como padre. Pero si se mostró como esposo, pienso que cambiaría de discurso y diría: "¿Si soy vuestro esposo, dónde está el amor que me es debido?" Porque ya había dicho: "¿Si soy vuestro Señor, dónde está el temor que me debéis?" Pide pues ser respetado como Señor, honrado como Padre, amado como Esposo.Entre estos tres sentimientos, ¿cuál es de mayor precio? El amor, sin duda alguna. Porque sin amor, el respeto es penoso y el honor se queda sin correspondencia. El temor es servil, hasta que el amor no viene a liberarlo, y un honor que no está inspirado por el amor no es honor, es adulación. A Dios sólo, ciertamente, honor y gloria, pero Dios los acepta sólo sazonados por miel del amor.El amor se basta, está a gusto consigo mismo, es su propio mérito y su propia recompensa. El amor no quiere otra causa, ni otro fruto que a sí mismo. Su verdadero fruto, es ser. Amo porque amo. Amo para amar... De todos los movimientos del alma, de sus sentimientos y de sus afectos, el amor es el único que permite a la criatura responder a su creador, si no de igual a igual, por lo menos de semejante a semejante
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