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Inmaculada Concepción de María. Hoy 8 de diciembre es el aniversario para recordar esta memorable fecha en el mundo cristiano.

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15/04/2013 23:50

  

“Danos siempre de este pan.”

Como primer signo de amor, Jesús nos ha dado su carne como comida, su sangre como bebida. Es una cosa inaudita que exige de nosotros admiración y estupor. Lo propio del amor es dar siempre y recibir siempre. Ahora bien, el amor de Jesús es a la vez pródigo y ávido. Todo lo que tiene, todo lo que es, lo da. Todo lo que tenemos, todo lo que somos, él lo asume.

Tiene un hambre infinita... Cuanto más nuestro amor le deja actuar, más ampliamente gustaremos de él. Tiene un hambre inmensa, insaciable. Sabe bien que somos pobres, pero no lo tiene en cuenta. Se hace pan él mismo dentro de nosotros, haciendo desaparecer primero, por su amor, vicios, faltas y pecados. Luego, cuando nos ve purificados, llega, ávido, para asumir nuestra vida y cambiarla en la suya, la nuestra llena de pecados, la suya llena de gracia y de gloria, preparada para nosotros, con tal de que renunciemos...Todos los que aman, me comprenderán. Nos da a experimentar un hambre y una sed eternas.

A esta hambre, a esta sed nos da en alimento su cuerpo y su sangre. Cuando los recibimos con devoción interior, su sangre llena de calor y de gloria corre desde Dios hasta nuestras venas. El fuego prende en el fondo de nosotros y el gusto espiritual nos penetra el alma y el cuerpo, el gusto y el deseo. Nos hace semejantes a sus virtudes: él vive en nosotros y nosotros en él.

15/04/2013 01:44

  

“El alimento que permanece para la vida eterna, es el que os dará el Hijo del hombre”

Los judíos en Pascua, comían de pie, con las sandalias puestas y los bastones en las manos, con prisa ¡Qué razón más fuerte puede mantenerte despierto! Ellos estaban alistándose para partir hacia la Tierra Prometida y se comportaban como viajeros; y tú, tú vas camino al cielo. Es por eso que siempre debemos permanecer en guardia... Los enemigos de Cristo han golpeado su santísimo cuerpo sin saber lo que hacían y tú,  lo recibirás en tu alma impura después de tanta generosidad! Porque Él no se conformó con hacerse hombre, ser flagelado y condenado a muerte: en su amor, quiso unirse aún más a nosotros, identificarse con nosotros no solamente por medio de la fe, sino realmente por la participación de su propio cuerpo...

Considera el gran honor que recibes, y a qué mesa estás siendo invitado. Aquel al que los ángeles miran y a la vez tiemblan, aquel al que no se atreven a mirar sin miedo, a causa del resplandor de la gloria que irradia su rostro, nosotros lo convertimos en nuestro alimento y nos unimos en comunión a Él, un solo cuerpo, una sola carne. “¿Quién hablará de las proezas del Señor, quién proclamará todas sus alabanzas?” ¿Qué pastor nunca ha alimentado a sus ovejas con su propia carne?... A menudo sucede que las madres les confían a nodrizas sus hijos. Cristo no es así: Él nos alimenta con su propia sangre, nos convierte con Él en un solo cuerpo.

14/04/2013 01:41

  

“Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago"

El mar es el símbolo del mundo actual, agitado por la tempestad de los asuntos y la marejada de la vida caduca. La orilla firme es la figura del reposo eterno. Los discípulos trabajan en el mar ya que todavía siguen en la lucha contra las olas de la vida mortal. Pero nuestro Redentor, está en la orilla pues ya ha superado la condición de una carne frágil. Por medio de estas realidades naturales, Cristo nos quiere decir, a propósito del misterio de su resurrección: “No me aparezco ahora en medio del mar porque ya no estoy con vosotros en el bullicio de las olas”.

Por esto dice a los discípulos: “Cuando aún estaba entre vosotros ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí...” De aquí en adelante, ya no estaba con ellos de la misma manera. Estaba allí, apareciendo corporalmente a sus ojos, pero...su carne inmortal distaba mucho de sus cuerpos mortales. Su cuerpo en la orilla, cuando ellos todavía navegaban por el mar, indica bien a las claras que él había superado aquel modo de existencia, pero que no obstante estaba con ellos.

13/04/2013 02:05

  

“Al instante, la barca tocó tierra en el lugar al que se dirigían.”

Cuando la tempestad se desata
Tú, Señor eres nuestra fortaleza
Te alabaremos, Dios fuerte
auxilio nuestro
Nos amparamos en ti
confiamos en Ti
Aunque la tierra ser resquebraje
el mar embravecido nos amenace.

Que las corrientes malignas crezcan
y vacilen las montañas,
La alegría nos iluminará
porque Tú habitas en medio de nosotros.
La ciudad de Dios te alaba
en ella tienes Tu morada
La preservas en la santa paz
y un río poderoso protege la ciudad de Dios.

Braman las naciones
el poder de los estados se hunde
Cuando él levanta su voz
la tierra tiembla, estremecida.
El Señor está con nosotros
el Señor de los ejércitos
Tú eres para nosotros luz y salvación
no tememos.

Venid a ver, venid todos
a contemplar los prodigios de su poder
Todas las guerras se extinguen
la flecha del arquero se detiene
Tirad al fuego los arcos,
las lanzas y las flechas
El Señor está con nosotros
el Señor nos salva del desastre.

11/04/2013 23:39

  

“Dadles vosotros de comer”

En el pan de la eucaristía recibimos la multiplicación infatigable de los panes del amor de Jesucristo, que es tan rico como para saciar el hambre por los siglos, y que también busca ponernos, a nosotros mismos, al servicio de esta multiplicación de panes. Algunos panes de nuestra vida podrían parecer inútiles, pero el Señor los necesita y los pide.

Los sacramentos de la Iglesia son, como la Iglesia misma, el fruto del grano de trigo que muere Para recibirlos debemos entrar en el movimiento mismo del que ellos provienen. Este movimiento consiste en perderse a sí mismo, sin lo cual uno no podría encontrarse: “Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” Esta palabra del Señor es la fórmula fundamental de la vida cristiana...; la forma característica de la vida cristiana está en la cruz. La apertura cristiana al mundo, tan preconizada en nuestros días, sólo puede hallar su modelo en el costado abierto del Señor expresión de este amor radical, la única capaz de dar salvación.

Sangre y agua brotaron del costado atravesado de Jesús crucificado. Lo que a primera vista es símbolo de su muerte, símbolo de su error más completo, constituye al mismo tiempo un nuevo comienzo: el Crucificado resucita y no muere nunca. De las profundidades de la muerte surge la promesa de la vida eterna. Sobre la cruz de Jesucristo resplandece ya la claridad victoriosa de la mañana de Pascua. Es por eso que vivir bajo la señal de la cruz es sinónimo de vivir bajo la promesa de la alegría pascual.

11/04/2013 01:15

  

“El que ha venido del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído.”

Si hubiese alguno para quien callase el tumulto de la carne; y callasen los fantasmas de la tierra y de las aguas y del aire; y callase el cielo, y hasta su propia alma callase y saliese fuera de sí, no pensando en sí; y callasen los sueños y las imaginarias revelaciones; y callase toda lengua y todo signo y todo cuanto nace para desaparecer; si hubiese alguno para quien todo esto callase --porque para quien tiene oídos, todas estas cosas dicen “no nos hicimos nosotros, sino que nos hizo El, que permanece para siempre.” Y si dicho esto todas las cosas enmudeciesen porque elevaron su oído hacia Aquel que las creó. Y si luego hablase El solo, no por ellas, sino por Sí mismo, para que oyésemos su palabra, no ya por lengua de carne, ni por voz de ángel, ni por tronido de nube ni por enigma de parábola, sino directamente a El mismo, a quien amamos en estas cosas...a El mismo, a quien sin estas cosas oímos, a la manera que ahora extendemos las alas de nuestro pensamiento y en su vuelo nos elevamos hasta tocar la sabiduría eterna...Por ventura, todo este cúmulo de cosas, ¿no es realización de aquellas palabras evangélicas que dicen: “Entra en el gozo de tu Señor.”

10/04/2013 00:45

  

“Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único”

El hombre enardecido por la llama de la verdad, aun no ha conocido la verdad en su esencia. Cuando la haya aprendido realmente ya no se enardecerá a causa de ella. El don de Dios y el conocimiento que confiere el don no son nunca motivo para turbarse o para levantar la voz, porque el lugar donde habita el Espíritu con amor y humildad es un lugar donde reina la paz...

Si el celo ardoroso hubiera sido necesario para enderezar los caminos del hombre ¿por qué Dios se habría revestido de un cuerpo y habría utilizado la dulzura y la humildad para convertir al mundo a su Padre? ¿Y por qué habría abierto sus brazos en la cruz por los pecadores, sometiéndo su cuerpo santísimo al sufrimiento en favor del mundo? Yo afirmo que Dios lo hizo por una sola razón: dar a conocer al mundo su amor, para que nuestra capacidad de amar, aumentada por esta constatación, se haga cautiva del amor de Dios. Así, el extraordinario poder del reino de los cielos que consiste en el amor, ha encontrado una ocasión de expresarse en la muerte de su Hijo...para que el mundo se dé cuenta del amor de Dios por su creación. Si este gesto admirable, hubiese tenido por fin únicamente el perdón de nuestros pecados, habría bastado otro medio para realizarlo. ¿Quién lo habría rechazado si se hubiese realizado por medio de una muerte corriente? Pero Dios no quiso una muerte cualquiera para que tú comprendieras que hay aquí un misterio...

¿Por qué hacían falta los insultos y salivazos?... ¡Oh sabiduría vivificante! Te has dado cuenta ahora y has comprendido cuál era la razón de la venida del Nuestro Señor y de todo lo que le siguió, antes que él mismo nos lo explicara por su propia boca. En efecto, está escrito que “tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único.”

09/04/2013 01:51

  

“Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo”

El pastor de todos ha bajado
a buscar a Adán, la oveja perdida
la puso sobre sus hombros y subió
ofreciéndose como sacrificio al amo del rebaño

¡Bendito su descenso a nosotros!

Como rocío y lluvia vivificante
descendió sobre María, la tierra agostada
Grano de trigo, encerrado en la tierra
germina en pan tierno

¡Bendita sea su ofrenda!

Desde arriba descendió el poder hacia nosotros
en el seno de la Virgen brilló la esperanza
de la tumba, la vida ha surgido para nosotros
Está sentado a la derecha del Padre como Rey nuestro.

¡Bendita su gloria!

Descendió como torrente desde las alturas
brota de María como retoño
colgado del leño como un fruto
sube al cielo como ofrenda de primicias.

¡Bendita su voluntad!

08/04/2013 01:19

  

"Yo soy la servidora del Señor"

El Padre de la misericordia quiso que precediera a la encarnación la aceptación de la Madre predestinada, para que de esta manera, así como la mujer contribuyó a la muerte también la mujer contribuyese a la vida. Lo cual se cumple de modo eminentísimo en la Madre de Jesús por haber dado al mundo la Vida misma que renueva todas las cosas y por haber sido adornada por Dios con los dones dignos de un oficio tan grande. Por lo que nada tiene de extraño que entre los Santos Padres prevaleciera la costumbre de llamar a la Madre de Dios totalmente santa e inmune de toda mancha de pecado, como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espíritu Santo. Enriquecida desde el primer instante de su concepción con el resplandor de una santidad enteramente singular, la Virgen Nazarena, por orden de Dios, es saludada por el ángel de la Anunciación como llena de gracia, a la vez que ella responde al mensajero celestial: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.”

Así, María , hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno, la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con El y bajo El, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres.. Como dice San Ireneo, “obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano.”

06/04/2013 23:50

  

“Recibid el Espíritu Santo”

Los acontecimientos pascuales —pasión, muerte y resurrección de Cristo— son también el tiempo de la nueva venida del Espíritu Santo, como Paráclito y Espíritu de la verdad Son el tiempo del “nuevo inicio” de la comunicación de Dios uno y trino a la humanidad en el Espíritu Santo, por obra de Cristo Redentor. Este nuevo inicio es la redención del mundo: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único” Ya en el “dar”el Hijo, en este don del Hijo, se expresa la esencia más profunda de Dios, el cual, como Amor, es la fuente inagotable de esta dádiva. En el don hecho por el Hijo se completan la revelación y la dádiva del amor eterno: el Espíritu Santo, que en la inescrutable profundidad de la divinidad es una Persona-don, por obra del Hijo, es decir, mediante el misterio pascual es dado de un modo nuevo a los apóstoles y a la Iglesia y, por medio de ellos, a la humanidad y al mundo entero.

La expresión definitiva de este misterio tiene lugar el día de la Resurrección. Este día, Jesús de Nazaret, “nacido del linaje de David”, como escribe el apóstol Pablo, es “constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos” Puede decirse, por consiguiente, que la “elevación” mesiánica de Cristo por el Espíritu Santo alcanza su culmen en la Resurrección, en la cual se revela también como Hijo de Dios, “lleno de poder”. Y este poder, cuyas fuentes brotan de la inescrutable comunión trinitaria, se manifiesta ante todo en el hecho de que Cristo resucitado, si por una parte realiza la promesa de Dios expresada ya por boca del Profeta: “Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo... mi espíritu” por otra cumple su misma promesa hecha a los apóstoles con las palabras: “Si me voy, os lo enviaré” Es él: el Espíritu de la verdad, el Paráclito enviado por Cristo resucitado para transformarnos en su misma imagen de resucitado.

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