Buho21 - red social y juegos online Multijugador  |  Juegos  |  VIP  |  Clubis  |  Software  |  Foros  |  Búsqueda
Inmaculada Concepción de María. Hoy 8 de diciembre es el aniversario para recordar esta memorable fecha en el mundo cristiano.

Para participar en los foros debes identificarte en la web. Gracias.
«3435363738»
23/08/2013 00:50

  

«El gran mandamiento»

        Dios pide  de nosotros dos cosas: amor de su Majestad y del prójimo; es en lo que hemos de trabajar. Guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y ansí estaremos unidos a El. Más ¡qué lejos  estamos de hacer como debemos a tan gran Dios estas dos cosas, como tengo dicho! Plega a su Majestad nos dé gracia para que merezcamos llegar a este estado, que en nuestra mano está si queremos.

        La más cierta señal que -a  mi parecer- hay de si guardamos estas dos cosas, es guardando bien la del amor del prójimo; porque si amamos a Dios no se puede saber, aunque hay indicios grandes para entender que le amamos, más el amor del prójimo, sí. Y estad ciertas que mientras más en éste os vierades aprovechadas, más lo estáis en el amor de Dios; porque es tan grande el que su Majestad nos tiene, que en pago del que tenemos al prójimo hará que crezca el que tenemos a su Majestad por mil maneras; en esto yo no puedo dudar. Impórtanos mucho andar con gran advertencia cómo andamos en esto, que si es con mucha perfección, todo lo tenemos hecho; porque creo yo que, según es malo nuestro natural, que si no es naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegaremos a tener con perfección el del prójimo.

22/08/2013 00:48

  

«El vestido de boda»

        ¿Cuál es el vestido de boda, el traje nupcial? El Apóstol nos dice:»Los preceptos no tienen otro objeto que el amor, que brota del corazón limpio, de la buena conciencia y de la fe sincera» Este es el traje de fiesta. Pero no un amor cualquiera, pues muchas veces parecen amarse incluso hombres cómplices  de una mala conciencia. Pero en ellos no hallamos ese amor. Pero estos que se someten juntos al bandidaje, a los maleficios, estos que se reúnen comediantes del amor, cocheros y gladiadores, se aman generalmente entre ellos, pero no es la caridad que nace de un corazón puro, de la buena conciencia y de la fe sincera: pues, un amor así es  el traje de fiesta.

        Revestios pues del traje nupcial, si es que aún no lo tenéis. Ya vosotros habéis entrado en la sala del festín, podéis acercaros a la mesa del Señor, pero no tenéis todavía el honor del esposo, el traje nupcial: buscáis aún vuestros intereses y no los de Jesucristo. El vestido nupcial tiene como finalidad honrar la unión conyugal, es decir, al Esposo y la Esposa. Conocéis al Esposo: es Cristo. Conocéis a la Esposa: es la Iglesia. Rendid honor  a  la que es esposa, rendid honor también al que es el esposo.

20/08/2013 23:35

  

“Id también vosotros a la viña...”

    Es evidente que esta parábola se dirige tanto a los que viven en la virtud desde su juventud y a los que se vuelven virtuosos en la vejez: a los primeros para preservarlos del orgullo e impedir que hagan reproches a los de la hora undécima; a los segundos para enseñarles que pueden merecer el mismo salario en poco tiempo. El Salvador acababa de hablar de la renuncia a las riquezas, del desapego de todos los bienes, virtudes que exigen un corazón grande y ánimo firme. Para ello es necesario el ardor y la generosidad de una alma joven. El Señor reaviva en ellos la llama de la caridad, fortifica sus sentimientos y les manifiesta que, incluso los de la última hora, reciben el salario de toda la jornada...

    Todas las parábolas de Jesús, la de las diez vírgenes, la de la red, de las espinas, de la higuera estéril, nos invitan a mostrar nuestra virtud en nuestras acciones. Jesús habla poco de los dogmas porque no piden mucho esfuerzo. Pero habla a menudo de la vida. Mejor dicho, hablo continuamente de la vida porque es un combate permanente con sus penas imparables.

19/08/2013 23:59

  

«He aquí  que nosotros hemos dejado todo por seguirte»

        Vosotros habéis entendido, mis queridos hermanos, que Pedro y Andrés han abandonado sus redes para seguir al Redentor a la primera voz de su llamada Puede ser que alguno se diga todo bajo: Para obedecer a la llamada del Señor, ¿ que es lo que estos dos pescadores han abandonado, ellos que no tenían casi nada? Pero en esta materia, nosotros debemos considerar las disposiciones del corazón antes que la fortuna. Ha dejado mucho, el que nada retenía para él; ha dejado mucho el que ha abandonado todo,  lo mismo si es poca cosa. Nosotros  que poseemos, lo conservamos con pasión, y esto que no tenemos, lo perseguimos nosotros  con  el deseo. Sí, Pedro y Andrés han dejado mucho, puesto que el uno y el otro han abandonado el deseo de poseer. Ellos han abandonado mucho, puesto que han renunciado a sus bienes y también han renunciado a sus codicias. Siguiendo al Señor, ellos han renunciado a todo lo que habrían podido desear si no le hubieran seguido.

18/08/2013 23:13

  

“El joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes”

    ¿Adoramos al Señor? ¿Acudimos a Dios sólo para pedir, para agradecer, o nos dirigimos a él también para adorarlo? Pero, entonces, ¿qué quiere decir adorar a Dios? Significa aprender a estar con él, a pararse a dialogar con él, sintiendo que su presencia es la más verdadera, la más buena, la más importante de todas. Cada uno de nosotros, en la propia vida, de manera consciente y tal vez a veces sin darse cuenta, tiene un orden muy preciso de las cosas consideradas más o menos importantes. Adorar al Señor quiere decir darle a él el lugar que le corresponde; adorar al Señor quiere decir afirmar, creer – pero no simplemente de palabra – que únicamente él guía verdaderamente nuestra vida; adorar al Señor quiere decir que estamos convencidos ante él de que es el único Dios, el Dios de nuestra vida, el Dios de nuestra historia.

    Esto tiene una consecuencia en nuestra vida: despojarnos de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, y en los cuales nos refugiamos, en los cuales buscamos y tantas veces ponemos nuestra seguridad. Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos; pueden ser la ambición, el carrerismo, el gusto del éxito, el poner en el centro a uno mismo, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados, y muchos otros. Esta tarde quisiera que resonase una pregunta en el corazón de cada uno, y que respondiéramos a ella con sinceridad: ¿He pensado en qué ídolo oculto tengo en mi vida que me impide adorar al Señor? Adorar es despojarse de nuestros ídolos, también de esos más recónditos, y escoger al Señor como centro, como vía maestra de nuestra vida.

18/08/2013 00:13

  

“Les doy mi paz”

    La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia Es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta justicia, han de llevar a cabo… La paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer. Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno constante dominio de sí mismo y vigilancia por parte de la autoridad legítima. Esto, sin embargo, no basta… Es absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y pueblos, así como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz. Así, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar.

    La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres. Por lo cual, se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para que, viviendo con sinceridad en la caridad se unan con los hombres realmente pacíficos para implorar y establecer la paz…

    En la medida en que el hombre es pecador, amenaza y amenazará el peligro de guerra hasta el retorno de Cristo; pero en la medida en que los hombres, unidos por la caridad, triunfen del pecado, pueden también reportar la victoria sobre la violencia hasta la realización de aquella palabra: De sus espadas forjarán arados, y de sus lanzas hoces. Las naciones no levantarán ya más la espada una contra otra y jamás se llevará a cabo la guerra

16/08/2013 23:51

  

«Dejad que los niños se acerquen a mí, el Reino de  los cielos es de los que se parecen a ellos»

        ¡Qué gran y admirable don nos hizo Dios, mis hermanos! En su Pascua, esto que ayer era decrepitud del pecado, la Resurrección de Cristo la hace renacer en la inocencia de todos los pequeños. La sencillez de Cristo hace suya la infancia. El niño está sin rencor, no conoce el fraude, no se atreve a golpear. De este modo este niño que ha llegado a cristiano no lleva más en si el insulto, no se defiende si se le despoja, no devuelve los golpes si es golpeado. El Señor exige lo miso al que ora por sus enemigos...La infancia de Cristo adelanta la misma infancia de los hombres. Ese que ignora el pecado, ese la detesta. Ese debe su inocencia a  su debilidad, esa a su virtud. Ella es digna de más elogios todavía: su odio del mal emana de su voluntad; no de su impotencia...

        A los Apóstoles ya maduros y de edad, el Señor dice: «Si vosotros no cambiáis y volvéis a ser como este niño, no entraréis en el Reino de los cielos» El les reenvía al origen mismo de su vida; les incita a recuperar la infancia, a fin de que estos hombres cuyas fuerzas ya declinan renazcan a la inocencia del corazón. «El que no nace del agua del Espíritu, no puede  entrar en el Reino de los cielos»

15/08/2013 23:54

  

“Gran misterio éste...”

    “Por lo demás, entre cristianos, ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer. Es lo que dice San Pablo. En el evangelio, el hombre y la mujer se encaminan juntos hacia el Reino. Cristo llama al hombre y a la mujer sin separarlos. Dios los une y la naturaleza los junta, dándoles, por una conformidad admirable poder participar en las mismas funciones y las mismas obras. Por el lazo del matrimonio, Dios hace de dos seres uno solo y de uno solo hace dos, de manera que el uno descubre en el otro un segundo “yo-mismo”, sin perder su personalidad ni confundirse con el otro.

    ¿Por qué en las imágenes que Dios nos da de su Reino hace intervenir al hombre y a la mujer? ¿Por qué sugiere Dios tanta grandeza con unos ejemplos que pueden parecer bien frágiles y desproporcionados? Hermanos, hay un misterio grande escondido en esta pobreza. Según la palabra de Pablo: “Gran misterio éste, que yo relaciono con la unión de Cristo y de la Iglesia"

    Estas palabras evocan el misterio más grande de la humanidad: el hombre y la mujer han puesto fin a la condena del mundo, una condena que duraba desde siglos. Adán, el primer hombre, y Eva, la primer mujer, son conducidos del árbol del conocimiento del bien y del mal al fuego del fermento evangélico. Los ojos que el árbol de la tentación había cerrado a la verdad, abriéndolos a la ilusión del mal, son abiertos por la luz del evangelio y cerrados al mal. Estas bocas enfermas por el fruto del árbol envenenado, son curadas por el sabor delicioso de la salvación, de aquel árbol cuyo sabor de fuego abrasa los corazones.

15/08/2013 01:50

  

María, signo de esperanza cierta y de consuelo para el Pueblo peregrinante de Dios

        Mientras tanto, la Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en los cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor

        Es motivo de gran gozo y consuelo para este santo Concilio el que también entre los hermanos separados no falten quienes tributan el debido honor a la Madre del Señor y Salvador, especialmente entre los Orientales, que concurren con impulso ferviente y ánimo devoto al culto de la siempre Virgen Madre de Dios. Ofrezcan todos los fieles súplicas apremiantes a la Madre de Dios y Madre de los hombres para que ella, que ayudó con sus oraciones a la Iglesia naciente, también ahora, ensalzada en el cielo por encima de todos los ángeles y bienaventurados, interceda en la comunión de todos los santos ante su Hijo hasta que todas las familias de los pueblos, tanto los que se honran con el título de cristianos como los que todavía desconocen a su Salvador, lleguen a reunirse felizmente, en paz y concordia, en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e indivisible Trinidad.

13/08/2013 23:48

  

 "Yo estoy allí, en medio de ellos"

    Cristo está siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos. Está presente en el sacrificio de la misa, no sólo en la persona del ministro, “ofreciéndose ahora por el ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz”, sino también, sobre todo, bajo las especies eucarísticas. Está presente con su virtud en los sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues es El mismo el que habla cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura. Está presente, finalmente, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos

    Realmente, en una obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, su esposa amadísima, que invoca a su Señor y por El rinde culto al Padre Eterno.

    Así, pues, con razón se considera la liturgia como el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante signos sensibles, se significa y se realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación del hombre y, así, el Cuerpo místico de Cristo, esto es, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público.

    Por ello, toda celebración litúrgica, como obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no iguala ninguna otra acción de la Iglesia.

«3435363738»

10 siguientes

Cupones y códigos de descuentos de Groupalia en Rebajas.Guru

Sí, quiero ser socio VIP  | Ayuda | Contacto