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Inmaculada Concepción de María. Hoy 8 de diciembre es el aniversario para recordar esta memorable fecha en el mundo cristiano.

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25/12/2013 23:07

  

“María guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,19)

Con palabras sublimes,
ardiente de amor,
María también lo mecía:
"¿quién me concedió, a mí,
concebir y dar a luz
al que es el único y el múltiple,
el Pequeño y el Grande?
está entero cerca de mí,
y por completo cerca de todo el universo.

El día en que Gabriel mismo
entró en mi pobre casa,
me saludó como a
noble dama siendo sirvienta:
¡si yo era la sierva de tu divinidad!(Lc 1,38),
pero soy la madre también
de tu humanidad,
¡mi Señor y mi hijo!

La sierva de repente
se hizo hija de rey,
¡por ti, Hijo de rey!
¡ Por de ti, hijo de David,
la más humilde
en la casa de David,
una chica de la tierra
alcanza hasta el cielo,
¿Por aquel que es del cielo!

¡Qué maravilla!
cerca de mí reposa
este recién nacido, el más Anciano de todos los tiempos! (Dn 7,9)
fija su mirada sobre el cielo entero,
Mientras que sin tregua
Sus labios balbucean.
¡Como se me parece!
¡Mientras que con Dios habla en silencio!

¿Quién jamás vió
a un recién nacido mirar
en todo lugar todas las cosas?
Su mirada da a entender
que es él quien dirige
toda la creación de arriba a abajo.
Su mirada da a entender
que es el dueño
de todo el universo.

¿Cómo abriré
unana fuente de leche
para ti, que eres la Fuente?
¿Cómo te alimentaré
a Ti que alimentas a todo ser
de tu mesa?
¿Cómo te cubriré de mantillas,
A Ti que estás vestido de esplendor? (Sal. 103,2)

¡Mi boca no sabe
cómo llamarte,
¡Oh, Hijo del Dios vivo! (Mt 16,16)
Si me atrevo a llamarte
hijo de José,
tiemblo porque no eres de su semilla …

Aunque seas el Hijo del Único
en lo sucesivo te llamaré  
el hijo de un gran número,
porque para ti no bastan
millares de nombres:
eres Hijo de Dios, pero también hijo del hombre (Mc 1,1; 8,31)
Y luego, hijo de José (Lc 3,23)
e hijo de David (Lc 20,41)
e hijo de María (Mc 6,3).

25/12/2013 13:45

Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

 “María guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,19)

Con palabras sublimes,
ardiente de amor,
María también lo mecía:
"¿quién me concedió, a mí,
concebir y dar a luz
al que es el único y el múltiple,
el Pequeño y el Grande?
está entero cerca de mí,
y por completo cerca de todo el universo.

El día en que Gabriel mismo
entró en mi pobre casa,
me saludó como a
noble dama siendo sirvienta:
¡si yo era la sierva de tu divinidad!(Lc 1,38),
pero soy la madre también
de tu humanidad,
¡mi Señor y mi hijo!

La sierva de repente
se hizo hija de rey,
¡por ti, Hijo de rey!
¡ Por de ti, hijo de David,
la más humilde
en la casa de David,
una chica de la tierra
alcanza hasta el cielo,
¿Por aquel que es del cielo!

¡Qué maravilla!
cerca de mí reposa
este recién nacido, el más Anciano de todos los tiempos! (Dn 7,9)
fija su mirada sobre el cielo entero,
Mientras que sin tregua
Sus labios balbucean.
¡Como se me parece!
¡Mientras que con Dios habla en silencio!

¿Quién jamás vió
a un recién nacido mirar
en todo lugar todas las cosas?
Su mirada da a entender
que es él quien dirige
toda la creación de arriba a abajo.
Su mirada da a entender
que es el dueño
de todo el universo.

¿Cómo abriré
unana fuente de leche
para ti, que eres la Fuente?
¿Cómo te alimentaré
a Ti que alimentas a todo ser
de tu mesa?
¿Cómo te cubriré de mantillas,
A Ti que estás vestido de esplendor? (Sal. 103,2)

¡Mi boca no sabe
cómo llamarte,
¡Oh, Hijo del Dios vivo! (Mt 16,16)
Si me atrevo a llamarte
hijo de José,
tiemblo porque no eres de su semilla …

Aunque seas el Hijo del Único
en lo sucesivo te llamaré  
el hijo de un gran número,
porque para ti no bastan
millares de nombres:
eres Hijo de Dios, pero también hijo del hombre (Mc 1,1; 8,31)
Y luego, hijo de José (Lc 3,23)
e hijo de David (Lc 20,41)
e hijo de María (Mc 6,3).

23/12/2013 23:11

  

“Les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo”

    Hace mucho frío sobre la tierra.Los cielos están tan bordados de estrellas que solamente se adivina el fondo azul oscuro de la bóveda celeste, inundada de tinieblas. En la tierra…una estrella de las más pequeñas del inmenso sistema planetario… están ocurriendo esta noche prodigios que asombran a los ángeles…: un Dios que por amor al hombre desciende humillado en carne mortal y nace de una mujer en una estrella de las más pequeñas… de las más frías, en la tierra…

    Los hombres también tienen hielo en sus corazones. Nadie acude a presenciar el milagro del nacimiento de Dios. Solamente se reduce el mundo entero, a una mujer que se llama María, a un hombre de ojos azules, que se llama José, y a un Niño recién nacido que envuelto en pañales, abre por primera vez los ojos entre el aliento de un asno y un buey, y apoyado entre un puñado de pajas, que la pobreza de José, y la solicitud y el amor de María, le han procurado. El mundo entero duerme inconsciente el pesado sueño de la carne… Hace mucho frío esta noche en las tierras de Judá… Las estrellas que bordan los cielos, son los ojos de los ángeles que cantan el “Gloria a Dios en las alturas”…, canto hecho para Dios, oído por unos pastores, que vigilan sus rebaños y acuden a adorar con sus almas infantiles, a Jesús que acaba de nacer…

    La primera lección del amor de Dios… Y aunque mi alma no tiene la castidad de José ni el amor de María…, ofrecí al Señor mi pobreza absoluta de todo, mi alma vacía; y si no le entoné himnos como los ángeles, procuraré cantarle coplas de pastores…, la canción del pobre, del que nada tiene, la canción del que sólo miserias puede ofrecer a Dios… Pero no importa, pues las miserias y flaquezas ofrecidas a Jesús por un corazón de veras enamorado, son aceptadas por Él, como si fueran virtudes… Grande…, inmensa es la misericordia de Dios. Mi carne mortal, no oye las alabanzas del cielo, pero mi alma divina, que también hoy como entonces, los ángeles miran asombrados a la tierra y entonan el “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

23/12/2013 01:27

  

«Su nombre es Juan»

    “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó, en las entrañas maternas y pronunció mi nombre” Celebramos hoy el nacimiento de san Juan Bautista. Las palabras del profeta Isaías, se adaptan bien a esta gran figura bíblica que se sitúa entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En la larga lista de profetas y justos de Israel, Juan “el Bautista” fue colocado por la Providencia de Dios, inmediatamente antes de la llegada del Mesías, para prepararle el camino por medio de la predicación y el ejemplo de vida.

    “Tu me escogiste desde el vientre de mi madre” Hoy podemos hacer nuestra esta exclamación. Dios nos ha conocido y amado incluso antes que nuestros ojos pudieran contemplar las maravillas de la creación. Cada hombre al nacer, recibe un nombre humano. Pero ya antes de que eso ocurra, posee ya un nombre divino: el nombre con el cual Dios, el Padre, le conoce y le ama desde siempre y para siempre. Y es así para todos, sin exclusión alguna. ¡Ningún hombre es anónimo para Dios! A sus ojos, todos tienen el mismo valor: todos son diferentes, pero todos iguales, todos llamados a ser hijos en el Hijo.

    “Su nombre es Juan”. Zacarías confirma, delante de los parientes que están maravillados, el nombre de su hijo escribiéndolo en una tabla. El mismo Dios, por mediación de su ángel, había dado este nombre que en hebreo significa “Dios es favorable”. Sí, Dios es favorable al hombre, quiere que viva, quiere su salvación. Dios es favorable a su pueblo: quiere que sea una bendición para todas las naciones de la tierra. Dios es favorable a la humanidad: le conduce por el camino hacia la tierra en la que reinarán la paz y la justicia. Todo esto se inscribe en este nombre: ¡Juan!

22/12/2013 00:45

  

“Se le dará el nombre de Emmanuel”

    “Emmanuel, que quiere decir ‘Dios con nosotros’”, ¡Sí, Dios con nosotros! Hasta entonces se había dicho “Dios está por encima de nosotros”, “Dios frente a nosotros”, pero hoy es el “Emmanuel”. Hoy es Dios con nosotros en nuestra naturaleza, con nosotros en su gracia; con nosotros en nuestra debilidad, con nosotros en su bondad; con nosotros en nuestra miseria, con nosotros en su misericordia; con nosotros por amor, con nosotros por lazos de familia; con nosotros por su ternura, con nosotros por su compasión…

    ¡Dios con nosotros! No le habéis visto vosotros, hijos de Adán, subir al cielo para ser Dios; Dios desciende del cielo para ser Emmanuel, Dios-con-nosotros. ¡Viene a nosotros para ser Emmanuel, Dios-con-nosotros, y nosotros descuidamos de ir a Dios para ser en él! “Oh, vosotros, humanos ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?” Mirad que ha venido la verdad: ¿por qué amáis la falsedad y buscáis el engaño?” Mirad que ha venido la palabra verdadera e inalterable; ¿por qué buscáis el engaño” Aquí tenéis al Emmanuel, aquí tenéis a Dios-con-nosotros.

    ¿Cómo podía él estar más cerca de mí? Pequeño como yo, débil como yo, desnudo como yo, pobre como yo… en todo se ha hecho semejante a mí, tomando lo que es mío y dando lo que es suyo. Yo yacía muerto, sin voz, sin sentido; ya ni tan sólo poseía la luz de mis ojos. Hoy él ha descendido, este hombre tan grande “este profeta poderoso en obras y palabras” “Ha puesto su rostro sobre mi rostro, su boca sobre mi boca, sus manos sobre mis manos” se ha hecho el Emmanuel, ¡Dios-con-nosotros!

20/12/2013 23:51

  

“María se puso rápidamente en camino”: la fe se tiende a invitar a los otros a la alegría

    Es imposible creer cada uno por su cuenta. La fe no es únicamente una opción individual que se hace en la intimidad del creyente, no es una relación exclusiva entre el «yo» del fiel y el «Tú» divino, entre un sujeto autónomo y Dios. Por su misma naturaleza, se abre al «nosotros», se da siempre dentro de la comunión de la Iglesia. Nos lo recuerda la forma dialogada del Credo, usada en la liturgia bautismal.

    El creer se expresa como respuesta a una invitación, a una palabra que ha de ser escuchada y que no procede de mí, y por eso forma parte de un diálogo… Es posible responder en primera persona, «creo», sólo porque se forma parte de una gran comunión, porque también se dice «creemos». Esta apertura al «nosotros» eclesial refleja la apertura propia del amor de Dios, que no es sólo relación entre el Padre y el Hijo, entre el «yo» y el «tú», sino que en el Espíritu, es también un «nosotros», una comunión de personas. Por eso, quien cree nunca está solo, porque la fe tiende a difundirse, a compartir su alegría con otros… Tertuliano dijo que el catecúmeno, «tras el nacimiento nuevo por el bautismo», es recibido en la casa de la Madre para alzar las manos y rezar, junto a los hermanos, el Padrenuestro, como signo de su pertenencia a una nueva familia.

19/12/2013 22:46

Evangelio según San Lucas 1,26-38.
En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.

 “Ave María, llena de gracia”

    Si conocieras el don de Dios, decía una tarde Cristo a la Samaritana (Jn 4,10). Pero ¿qué don de Dios es ese sino Él mismo? El discípulo amado nos dice: “Vino a su casa, pero los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). San Juan Bautista podría dirigir también a muchas almas este reproche: En medio de vosotros está, “en vosotros mismos”, el que vosotros no conocéis (Jn 1,26; cf Lc 17,21).

    ¡Si conocieras el don de Dios!... Hubo una criatura que conoció ese don de Dios; una criatura que no desperdició nada de él; una criatura tan pura, tan luminosa que parecía ser la luz misma: “speculum justitiae / espejo de justicia”. Una criatura cuya vida fue tan sencilla, tan absorta en Dios que apenas puede decirse algo de ella.

    “Virgo fidelis”. Es la Virgen fiel, la que guardaba todas aquellas cosas en su corazón
(Lc 2,19.51). Ella se consideraba un ser tan insignificante y permanecía tan recogida delante de Dios en el santuario de su alma, que atrajo las complacencias de la Santísima Trinidad. “Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso me llamarán feliz todas las generaciones” (Lc 1,48). El Padre al contemplar esta criatura tan bella, tan ignorante de su hermosura, determinó que fuera en el tiempo la Madre de Aquel de quien Él es el Padre en la eternidad. Vino entonces sobre Ella el Espíritu de amor que preside todas las operaciones divinas. La Virgen pronunció su “Fiat”: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc. 1,38) y se realizó el mayor de los misterios. Por la Encarnación del Verbo, María fue para siempre posesión de Dios.

18/12/2013 23:12

  

“He aquí que deberás guardar silencio”

    Por Navidad celebramos un triple nacimiento…El primero y más sublime es el nacimiento del Hijo único engendrado por el Padre celestial en la esencia divina, en la distinción de las personas. El segundo nacimiento es el que tiene lugar a través de una madre, la cual, en su fecundidad ha conservado la pureza absoluta de su castidad virginal. El tercero es aquel a través del cual Dios, todos los días y a todas horas, nace en verdad, espiritualmente, por la gracia y el amor, en un alma buena…

    Por este tercer nacimiento es por el que no debe quedar en nosotros más que una búsqueda simple y pura de Dios, sin ningún otro deseo que el de no tener nada propio…, con la única voluntad de ser de él, de darle cabida en nosotros de la manera más elevada, la más íntima con él, para que él pueda llevar a cabo su obra y nacer en nosotros sin que interpongamos ningún obstáculo… Por eso san Agustín nos dice: “Vacíate para que puedas ser llenado; sal para poder entrar”, y en otra parte: “Oh tú, alma noble, noble criatura, ¿por qué buscas fuera de ti al que está en ti, todo entero, de la manera más real y manifiesta? Y puesto que tú participas de la naturaleza divina, ¿qué te importan las cosas creadas y qué tienes que hacer con ellas?”. Si el hombre preparara así el lugar en el fondo de sí mismo, Dios, sin duda alguna, estaría obligado a llenarlo y completamente; si no fuera así, el cielo se rompería para llenar el vacío. Dios no puede dejar las cosas vacías; eso sería contrario a su naturaleza, a su justicia.

    Por eso debes callarte; entonces, la Palabra de este nacimiento, podrá ser pronunciada en ti y tú podrás escucharla. Pero, debes estar seguro que, si quieres hablar, él debe callarse. No se puede servir mejor al Verbo que escuchándole y callándose. Si tú, pues, sales completamente de ti mismo, Dios entrará todo entero; tanto en cuanto tú sales, él entra, ni más ni menos.

18/12/2013 00:09

  

“Dará a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”

    El nombre de Jesús es nombre divino, anunciado á María de parte de Dios por el arcángel san Gabriel; y por esto dijo san Pablo, que era nombre sobre todo nombre, en el que solamente se halla la salvación. Este nombre es comparado por el Espíritu Santo al aceite, por la razón, dice san Bernardo, de que así como el aceite es luz y comida, y también medicina; así el nombre de Jesús es luz para el entendimiento, alimento para el corazón y medicina para el alma.

    Es luz para el entendimiento, pues con este nombre se convirtió el mundo, sacándole de las tinieblas de la idolatría a la luz de la fe. Nosotros que hemos nacido en estas regiones, donde antes de la venida de Jesucristo, todos nuestros antepasados eran gentiles, seríamos aun tales, si no hubiese venido el Mesías a iluminarlos. ¡Cuánto, pues, debemos agradecer a Jesucristo el don de la fe!...

    Es también el nombre de Jesús alimento que nutre nuestros corazones; porque él nos recuerda lo que Jesús ha hecho por salvarnos. De aquí es que nos consuela este nombre en las tribulaciones , nos da fuerza para andar por el camino de la salvación, nos anima en las desconfianzas, nos enciende para amar, recordando lo que ha padecido nuestro Redentor por salvarnos.

    Este nombre, finalmente, es medicina para el alma, haciéndola fuerte contra las tentaciones de nuestros enemigos. Tiembla el infierno, y huye al invocar este santo nombre, según aquello que dice el Apóstol: “Al nombre de Jesús se doblará toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos” El que es tentado y llama a Jesús, no cae, y quien siempre le invocare no caerá y se salvará

16/12/2013 22:41

  

"Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán"

    Abrahán, nuestro padre en la fe: La fe nos abre el camino y acompaña nuestros pasos a lo largo de la historia. Por eso, si queremos entender lo que es la fe, tenemos que narrar su recorrido, el camino de los hombres creyentes…. Abrahán, nuestro padre en la fe, ocupa un lugar destacado. En su vida sucede algo desconcertante: Dios le dirige la Palabra, se revela como un Dios que habla y lo llama por su nombre. La fe está vinculada a la escucha. Abrahán no ve a Dios, pero oye su voz. De este modo la fe adquiere un carácter personal. Aquí Dios no se manifiesta como el Dios de un lugar, ni tampoco aparece vinculado a un tiempo sagrado determinado, sino como el Dios de una persona, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob capaz de entrar en contacto con el hombre y establecer una alianza con él. La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre.

    Lo que esta Palabra comunica a Abrahán es una llamada y una promesa. En primer lugar es una llamada a salir de su tierra, una invitación a abrirse a una vida nueva, comienzo de un éxodo que lo lleva hacia un futuro inesperado La visión que la fe da a Abrahán estará siempre vinculada a este paso adelante que tiene que dar: la fe « ve » en la medida en que camina, en que se adentra en el espacio abierto por la Palabra de Dios.

    Esta Palabra encierra además una promesa: tu descendencia será numerosa, serás padre de un gran pueblo Es verdad que, en cuanto respuesta a una Palabra que la precede, la fe de Abrahán será siempre un acto de memoria. Sin embargo, esta memoria… siendo memoria de una promesa, es capaz de abrir al futuro, de iluminar los pasos a lo largo del camino. De este modo, la fe… está estrechamente ligada con la esperanza.

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