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Inmaculada Concepción de María. Hoy 8 de diciembre es el aniversario para recordar esta memorable fecha en el mundo cristiano.

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07/04/2014 23:06

Los Santos y Santas de Dios.

Santa Maria Rosa Julia Billiart

Nació el 12 de julio de 1751 en Cuvilly, Francia. Era hija de agricultores que poseían también un comercio, y gozaban de una buena posición económica. Tuvo siete hermanos; ella fue la penúltima. Hizo su primera comunión a los 9 años, edad infrecuente en la época para recibir este sacramento, pero el párroco M. Dangicourt tomó la decisión de permitírselo al ver que se sabía el catecismo de memoria. En ese periodo consagró su castidad. A los 16 años se puso a trabajar en el campo para ayudar a su familia que había venido a menos. Se fortalecía en la oración y hacía todo el bien que estaba en sus manos, visitando a los enfermos. Algunos comenzaron a denominarla «la santa de Cuvilly». Entrada en la veintena fue testigo de un hecho trágico que marcó su vida. Se hallaba junto a su padre cuando un desalmado atentó contra él y falleció de un disparo. No está claro si ella fue herida también o simplemente quedó presa de un shock traumático. La cuestión es que el impacto fue tal que perdió por completo la movilidad de sus miembros inferiores. Se enfrentó a la terrible pérdida y las consecuencias que llevó anejas con admirable fortaleza. Siguió haciendo su apostolado en tan penosas condiciones de limitación y no se cansaba de alabar a Dios en sus penalidades, diciendo: «Qu'il est bon le bon Dieu!» (¡Qué bueno es el buen Dios!). En torno a su lecho se reunían los niños para recibir el catecismo, bordaba manteles para la parroquia. Y, sobre todo, rezaba. Allí tuvieron lugar muchos de sus éxtasis. Todos los días le llevaban la comunión.

La época del Terror que trajo consigo la Revolución francesa y el régimen de Napoleón hicieron de ella una fugitiva que debía trasladarse de un lugar a otro. Y es que valerosamente había defendido a su párroco, suplantado impunemente por otro sacerdote impío, y buscó cobijo para otros perseguidos. Un grupo que admiraba su virtud, en 1790 se ocupó de ponerla a salvo transportándola en un carro de heno a Compiègne. Un día manifestó: «Señor, en la tierra no hay posada para mí. ¿Quieres reservarme un rinconcito en el paraíso?». Como consecuencia de tantas dificultades y trasiegos, durante unos meses enmudeció. Únicamente podía hacerse entender mediante gestos mímicos. Recobró el habla en Amiens, al término de ese trágico periodo, en casa del vizconde Blin de Borbón. Trabó allí estrecha amistad con Francisca Blin, vizcondesa de Gézaincourt, un alma caritativa y luego colaboradora, que le prestó su ayuda. Las personas que se aglutinaron en torno a Julia en ese tiempo se impregnaron de su espíritu religioso y regidas por su testimonio hicieron una gran labor apostólica entre la gente del entorno. En 1793 tuvo una visión. A los pies de una cruz había un grupo de mujeres con vestiduras desconocidas para ella. Al tiempo en una locución divina se le hizo saber que serían las hijas que integrarían un Instituto que iba a estar marcado con la cruz.

Durante un tiempo, y como de nuevo estalló la persecución, convivió con la familia Doria en Bettencourt. Entonces conoció al P. Varin. Con su apoyo, Francisca y ella fundaron la congregación de Nuestra Señora (primeramente Instituto) orientada a la formación espiritual de niños y catequistas. Los quería para Cristo. No había distinción entre las religiosas y las legas, lo cual constituyó una novedad en la época. Con el primer grupo de postulantes interesadas abrieron el orfanato y comenzaron a formar a los catequistas. A Julia se le oía decir: «Hijas mías, pensad cuán pocos sacerdotes hay actualmente y cuántos niños pobres se debaten en la ignorancia. Tenemos que luchar por ganarlos para Cristo». En 1804, cuando llevaba veintidós años paralítica, acudió a una misión popular. El P. Enfantin le pidió que realizara junto a él una novena que quería efectuar por una intención particular. Al quinto día, coincidiendo con la festividad del Sagrado Corazón, el sacerdote le dijo: «Madre, si tiene fe, dé un paso en honor al Sagrado Corazón de Jesús». Lo hizo y vio que podía caminar. Con otras condiciones de salud, pudo dedicarse a viajar y extender la obra abriendo nuevos conventos en Namur, Gante y Tournai. También ayudó a los «Padres de la Fe» en su labor misionera por diversas localidades hasta que su acción fue vetada por el gobierno. Las fundaciones florecían cuando llegó la discordia de mano del sacerdote sustituto del P. Varin, el abad de Sambucy de St. Estève, quien primeramente pretendió reformular las constituciones, algo a lo que Julia se opuso, por lo cual alejó de ella a muchas personas y comenzó a sembrar dudas respecto a la Orden. El obispo de Amiens, Mons. Demandolx, influenciado por el abad, instó a la fundadora a abandonar la diócesis, y se retiraron al convento de Namur, donde el prelado de la ciudad Mons. Pisani de la Gaude las acogió. Después, aunque el de Amiens reclamó su presencia, y Julia intentó reconstruir la fundación, al no hallar quien la secundase regresó a Namur para siempre. Los últimos años de su vida siguió fundando nuevas casas y formando a las religiosas. 1816 constituyó el declive de su salud. Y el 8 de abril de ese año falleció recitando el Magnificat. Pío X la beatificó el 13 de mayo de 1906. Pablo VI la canonizó el 22 de julio de 1969.

06/04/2014 23:22

Los Santos y Santas de Dios.

San Juan Bautista de la Salle

Es el fundador de los Hermanos Cristianos y nació en Francia en 1651, en Reims y murió en Rouen, las dos ciudades que hizo famosas Santa Juana de Arco. Su vida coincide casi exactamente con los años del famoso rey Luis XIV. Para él, lo imprescindible, lo que constituía su obsesión, era obtener la salvación del alma de los educandos y hacerlos crecer en la fe. Juan Bautista había estudiado en el famoso seminario de San Suplicio en París. Fue ordenado sacerdote y queda encargado de una obra para niños pobres que el santo sacerdote había fundado y un orfelinato para niñas pobres, dirigido por unas hermanitas llamadas de El Niño Jesús. Allí en esa obra lo esperaba la Divina Providencia para encaminarlo hacia la gran obra que le tenía destinada: ser el reformador de la educación.

La Salle le dio un viraje de 180 grados a los antiguos métodos de educación. Antes se enseñaba a cada niño por aparte. Ahora La Salle los reúne por grupos para darles clases (en la actualidad eso parece tan natural, pero en aquel tiempo era una novedad). La Salle empezó a reunir a sus profesores para instruirlos en el arte de educar y para formarlos fervorosamente en la vida religiosa. Y con los más entusiastas fundó la Comunidad de Hermanos de las Escuelas Cristianas que hoy son unos 15.000 en más de mil colegios en todo el mundo. Y siguen siendo una autoridad mundial en pedagogía, en el arte de educar a la juventud. Siendo de familia muy rica, repartió todos sus bienes entre los pobres y se dedicó a vivir como un verdadero pobre.

Los últimos años cuando renunció a ser Superior General de su Congregación, pedía permiso al superior hasta para hacer los más pequeños gastos. Su humildad era tan grande que se creía indigno de ser el superior de la comunidad. No se cansaba de recomendar con sus palabras y sus buenos ejemplos, a sus religiosos y amigos que la preocupación número uno del educador debe ser siempre el tratar de que los educandos crezcan en el amor a Dios y en la caridad hacia el prójimo.

Que cada maestro debe esforzarse con toda su alma por tratar de que los jovencitos conserven su inocencia si no la han perdido o que recuperen su amistad con Dios por medio de la conversión y de un inmenso horror al pecado y a todo lo que pueda hacer daño a la santidad y a todo lo que se oponga a la eterna salvación. Pasaba muchas horas en oración y les insistía a sus religiosos que lo que más éxito consigue en la labor de un educador es orar, dar buen ejemplo y tratar a todos como Cristo lo recomendó en el evangelio: "haciendo a los demás todo el bien que deseamos que los demás nos hagan a nosotros".

San Juan Bautista de la Salle murió el 7 de abril de 1619 a los 68 años. Fue declarado santo por el Sumo Pontífice León XIII en el año 1900. El Papa Pío XII lo nombró Patrono de los Educadores del mundo entero.

05/04/2014 23:55
05/04/2014 00:09

Los Santos y Santas de Dios.

San Vicente Ferrer

Predicador. (año 1419). Nació en 1350 en Valencia, España. Se hizo religioso en la Comunidad de Padres Dominicos y, por su gran inteligencia, a los 21 años ya era profesor de filosofía en la universidad. Durante su juventud el demonio lo asaltó con violentas tentaciones. Siendo un simple diácono lo mandaron a predicar a Barcelona. La ciudad estaba pasando por un período de hambre y los barcos portadores de alimentos no llegaban. Entonces Vicente en un sermón anunció una tarde que esa misma noche llegarían los barcos con los alimentos tan deseados.

Al volver a su convento, el superior lo regañó por dedicarse a hacer profecías de cosas que él no podía estar seguro de que iban a suceder. Pero esa noche llegaron los barcos, y al día siguiente el pueblo se dirigió hacia el convento a aclamar a Vicente, el predicador. Una noche se le apareció Nuestro Señor Jesucristo, acompañado de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán y le dio la orden de dedicarse a predicar por ciudades, pueblos, campos y países. En adelante por 30 años, Vicente recorre el norte de España, y el sur de Francia, el norte de Italia, y el país de Suiza, predicando incansablemente, con enormes frutos espirituales. Los primeros convertidos fueron judíos y moros. Dicen que convirtió más de 10,000 judíos y otros tantos musulmanes o moros en España. Su voz sonora, poderosa y llena de agradables matices y modulaciones y su pronunciación sumamente cuidadosa, permitían oírle y entenderle a más de una cuadra de distancia.

Sus sermones duraban casi siempre más de dos horas (un sermón suyo de las Siete Palabras en un Viernes Santo duró seis horas). En pleno sermón se oían gritos de pecadores pidiendo perdón a Dios, y a cada rato caían personas desmayadas de tanta emoción. Gentes que siempre habían odiado, hacían las paces y se abrazaban. Pecadores endurecidos en sus vicios pedían confesores. El santo tenía que llevar consigo una gran cantidad de sacerdotes para que confesaran a los penitentes arrepentidos. Vicente fustigaba sin miedo las malas costumbres, que son la causa de tantos males. Invitaba incesantemente a recibir los santos sacramentos de la confesión y de la comunión.

Hablaba de la sublimidad de la Santa Misa. Insistía en la grave obligación de cumplir el mandamiento de Santificar las fiestas. Insistía en la gravedad del pecado, en la proximidad de la muerte, en la severidad del Juicio de Dios, y del cielo y del infierno que nos esperan. Los milagros acompañaron a San Vicente en toda su predicación. Y uno de ellos era el hacerse entender en otros idiomas, siendo que él solamente hablaba el español y el latín. Y sucedía frecuentemente que las gentes de otros países le entendían perfectamente como si les estuviera hablando en su propio idioma. Decía: "Mi cuerpo y mi alma no son sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la fetidez de mis culpas". Los últimos años, ya lleno de enfermedades, lo tenían que ayudar a subir al sitio donde iba a predicar. Pero apenas empezaba la predicación se transformaba, se le olvidaban sus enfermedades y predicaba con el fervor y la emoción de sus primeros años. Murió en plena actividad misionera, el Miércoles de Ceniza, 5 de abril del año 1419. Fueron tantos sus milagros y tan grande su fama, que el Papa lo declaró santo a los 36 años de haber muerto, en 1455.

El santo regalaba a las señoras que peleaban mucho con su marido, un frasquito con agua bendita y les recomendaba: "Cuando su esposo empiece a insultarle, échese un poco de esta agua a la boca y no se la pase mientras el otro no deje de ofenderla". Y esta famosa "agua de Fray Vicente" producía efectos maravillosos porque como la mujer no le podía contestar al marido, no había peleas. Porque lo que produce la pelea no es la palabra ofensiva que se oye, si no la palabra ofensiva que se responde.

03/04/2014 23:33

Los Santos y Santas de Dios.

San Isidoro de Sevilla

(Cartagena, hacia 556 - Sevilla, 636) Obispo, teólogo y erudito de la España visigoda, elevado a la santidad por la Iglesia Católica y proclamado, más tarde, Doctor Universal de la Iglesia. Su padre, llamado Severiano, pertenecía a un familia hispano-romana de elevado rango social; su madre, en cambio, era de origen visigodo y, según parece, estaba lejanamente emparentada con la realeza.

Se formó con lecturas de Agustín de Hipona y San Gregorio Magno; estudió en la escuela Catedralicia de Sevilla donde aprendió latín, griego y hebreo. Al morir su hermano Leandro, arzobispo de Sevilla, lo sucedió en el gobierno de la diócesis, y su episcopado duró 37 años (599-636). Vivió en una época de transición entre la decadencia de la Edad Antigua y del mundo romano, y el nacimiento de la Edad Media y de las nuevas nacionalidades de influencias germanas.

En ese contexto, se propuso recomponer las debilitadas estructuras culturales de España, y desplegó todos sus recursos pedagógicos para contrarrestar la creciente influencia de las culturas consideradas bárbaras. Propició el desarrollo de las artes liberales, del derecho y de las ciencias, y en el Cuarto Concilio Nacional de Toledo, iniciado el 5 de diciembre del 633, estableció las bases de un decreto que impuso una política educativa obligatoria para todos los obispos del reino.

Isidoro de Sevilla fue un escritor muy prolífico y un infatigable compilador y recopilador. Compuso numerosos trabajos históricos y litúrgicos, tratados de astronomía y geografía, diálogos, enciclopedias, biografías de personas ilustres, textos teológicos y eclesiásticos, ensayos valorativos sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, y un diccionario de sinónimos.

Su obra más conocida es Etimología (hacia 634), monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII. Este texto, también llamado Orígenes y dividido en veinte libros, tuvo enorme influencia en las instituciones educativas del Medioevo y fue impreso diez veces entre 1470 y 1529. Casi un siglo después de su muerte fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa Inocencio XIII.

02/04/2014 23:25

Los Santos y Santas de Dios.

San Juan Brittos

MARTIR

Siendo muy joven, pidió ser admitido en la Comunidad de los Padres Jesuitas. En los estudios del seminario brilló por su gran inteligencia y por su dedicación total a la preparación para el sacerdocio, y luego de su ordenación, recibió del rey y, de muy altas personalidades, la petición de quedarse en Portugal.

Sin embargo, el santo deseando imitar a San Francisco Javier pidió y obtuvo ser enviado como misionero a la India, y con 16 compañeros emprendió el larguísimo viaje por mar. Desde 1673 hasta 1693, por veinte años estuvo misionando incansablemente en la India. Y fue tanto el entusiasmo con el cual se dedicó a las actividades misioneras que lo nombraron superior de las Misiones de la India. Logró ganarse la simpatía de todas las clases sociales, y obtuvo notables éxitos espirituales en toda clase de personas.

Los sacerdotes paganos de estas tierras eran muy fanáticos y atacaban sin piedad a San Juan y a sus cristianos; muchas veces lo echaron a la cárcel y le hicieron padecer feroces torturas. El 4 de febrero de 1693 un gran gentío se reunió para ver la ejecución del santo misionero, a quien se le acusaba de enseñar doctrinas que no eran las de los sacerdotes de los dioses de ese país. El gobernador estuvo varias horas demorando la sentencia porque sentía miedo de ordenar semejante crimen. Pero al fin movido por los fanáticos enemigos del cristianismo mandó que le cortaran la cabeza.

01/04/2014 23:28

Los Santos y Santas de Dios.

San Francisco de Paula

San Francisco de Paula, ermitaño, fundador de la Orden de los Mínimos en Calabria, prescribiendo a sus discípulos que viviesen de limosnas, no teniendo propiedad ni manipulando dinero, y que utilizasen sólo alimentos cuaresmales. Llamado a Francia por el rey Luis XI, le asistió en el lecho de muerte, y célebre por la austeridad de vida, murió a su vez en Plessis-les-Tours, junto a Tours.

San Francisco de Paula, fundador. (1508). Nació en Italia, en 1416. Le pusieron por nombre Francisco porque sus padres habían deseado por quince años tener un hijo, y al fin, al rezarle a San Francisco de Asís, obtuvieron que naciera este niño. Cuando tenía unos pocos años se enfermó gravemente de los ojos. Se encomendó junto con sus padres a San Francisco y este Santo le obtuvo de Dios la curación. En acción de gracias se fue a los 14 años en peregrinación a Asís, y allá recibió la inspiración de irse de ermitaño solitario a rezar y a hacer penitencia en la soledad de un monte.

Pidió permiso a sus papás y por cinco años estuvo escondido en la montaña, rezando, meditando y alimentándose solamente de agua y de yerbas silvestres y durmiendo sobre el duro suelo, teniendo por almohada una piedra. Varios hombres más se fueron a seguir su ejemplo y Francisco tuvo que fundar varias casas para sus religiosos. Y en todos sus conventos puso una consigna o ley que había que cumplir siempre: "Cuaresma perpetua". Miles de hombres decidieron abandonar la vida pecaminosa del mundo e irse a la Comunidad religiosa fundada por San Francisco de Paula, les puso el nombre de "hermanos Mínimos". El Sumo Pontífice envió un delegado para que averiguara qué tan segura y cierta era la santidad de Francisco.

El delegado pontificio le preguntó si sus religiosos serían capaces de resistir toda la vida a ese reglamento tan severo que les prohibía comer carne, queso, leche y huevos y tomar licores. El Papa Pablo VI dijo en 1977 que San Francisco de Paula es un verdadero modelo para los que tienen que llamarles la atención a los gobernantes que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor de los pobres. San Francisco solía decirles que en el día del juicio le dirían aquellas palabras que Jesús, Dios nuestro Señor dijo en el Evangelio: "Dame cuenta de tu administración" (Lc. 16,2). Y les repetía lo que decía San Pablo: "Cada uno tendrá que presentarse ante el tribunal de Dios, para darle cuenta de los que ha hecho, de lo bueno y de lo malo". Todo esto hacía pensar muy seriamente a muchos gobernantes y los llevaba a corregir los modos equivocados de proceder que habían tenido en el pasado. Al rey de Nápoles (Fernando el Bastardo) no le agradaba nada este modo tan franco de hablar que tenía el santo varón y dispuso mandarlo apresar. Al rey y a sus empleados les sabía cantar las cuarenta, diciéndoles que no se pueden hacer gastos en lujos mientras el pueblo se muere de hambre.

El rey le ofreció una bandeja llena de monedas de oro para que con ese dinero construyera un convento. El santo no aceptó el tal regalo, pero tomando en sus manos una moneda de esas, la partió en dos, y de ella empezó a brotar sangre que salpicó el vestido del mandatario. El rey dobló la rodilla, y prometió que en adelante se preocuparía más por la suerte del pueblo pobre y necesitado. El rey Luis XI de Francia, que había sido bastante déspota y tirano y poco piadoso, tuvo un ataque de apoplejía (un derrame cerebral) y quedó con una enfermedad nerviosa que le hacía muy amarga su existencia y que lo puso de un mal genio tal que casi nadie se atrevía a acercársele. Luis XI le escribió al Papa Sixto IV y el Pontífice le dio la orden al santo de ir a visitar al rey enfermo. Con tristeza se despidió de su amada patria porque sabía que ya nunca más iba a volver a su bella Italia. Al llegar a Francia, las gentes se arrodillaban al verlo pasar, el hijo del rey, mandó construir una capilla en el sitio en el que por primera vez se encontró con este hombre de Dios.

A los 67 años llega el santo a Francia. El rey lo recibe postrándose ante sus pies y le suplica: "Padre mío: obténgame de Dios que me devuelva la salud y que me conceda unos años más de vida" Pero San Francisco le responde: "Cada uno, cuando le llega el tiempo prefijado por Dios, tiene que disponerse a partir hacia la eternidad, aunque sea un rey muy poderoso. Pero lo que el Señor quiere concederle ahora es la salud de su alma". Y siguieron varios días de charlas muy afectuosas e íntimas entre el enfermo agonizante y el Santo de Dios. Y Luis XI no consiguió la salud de su cuerpo, pero sí su conversión y la salud de su alma, tuvo la suerte incomparable de ser asistido por un santo en su última enfermedad. Y el rey quedó tan agradecido que nombró a Francisco de Paula como director espiritual de su hijo, el futuro Carlos VIII, rey de Francia. Nuestro santo tuvo que quedarse por el resto de su vida, sus último 24 años, misionando en Francia y allí consiguió muchísimas vocaciones para su comunidad de religiosos y convirtió multitud de pecadores.

El Viernes Santo, 2 de abril de 1507, después de hacer que le leyeran la Pasión de Jesucristo según el Evangelio de San Juan, se quedó plácidamente dormido con el sueño de la muerte, y pasó a la eternidad a recibir el premio de sus virtudes. El pueblo empezó inmediatamente a proclamarlo como santo y los milagros empezaron a sucederse por montones. Doce años después de su muerte, fue proclamado santo por el Sumo Pontífice León X (en 1519). Y es un dato curioso, que un santo que jamás comía carne, ni huevos ni leche, ni tomaba licor alguno, llegó en plena robustez hasta los 91 años de edad.

01/04/2014 00:07

Los Santos y Santas de Dios.

San Hugo Francia

San Hugo, (significa "el inteligente"), obispo, nació en Francia en el año 1052.

Gregorio VII ordenó de obispo a Hugo cuándo sólo tenía 28 años, lo envió a dirigir la diócesis de Grenoble, en Francia. Allá estará de obispo por 50 años, aunque intentará renunciar al cargo ante 5 Pontífices, pero ninguno se la aceptará.

El dedicaba largas horas a la oración y a la meditación y recorría su diócesis de parroquia en parroquia corrigiendo abusos y enseñando cómo obrar el bien. Creyéndose un inepto y un inútil para este cargo, se fue a un convento a rezar y a hacer penitencia. Pero el Sumo Pontífice Gregorio VII, que lo necesitaba muchísimo para que le ayudara a volver más fervorosa a la gente, lo llamó paternalmente y lo hizo retornar otra vez a su diócesis a seguir siendo obispo.

Un día llegó San Bruno con 6 amigos a pedirle a San Hugo que les concediera un sitio donde fundar un convento de gran rigidez, para los que quisieran hacerse santos basado en oración, silencio, ayunos, estudio y meditación. El santo obispo les dio un sitio llamado Cartuja, fue fundada la Orden de los Cartujos, donde el silencio es perpetuo (hablan el domingo de Pascua) y donde el ayuno, la mortificación y la oración llevan a sus religiosos a una gran santidad. Para San Hugo sus días en la Cartuja eran como un oasis en medio del desierto de este mundo corrompido y corruptor, pero cuando ya llevaba varios días allí, su director San Bruno le avisaba que Dios lo quería al frente de su diócesis, y tenía que volverse otra vez a su ciudad.

Los sacerdotes más fervorosos y el pueblo humilde aceptaban con muy buena voluntad las órdenes y consejos del Santo obispo. Varias veces fue a Roma a visitar al Papa y a rogarle que le quitara aquel oficio de obispo porque no se creía digno. Pero ni Gregorio VII, ni Urbano II, ni Pascual II, ni Inocencio II, quisieron aceptarle su renuncia porque sabían que era un gran apóstol. Cuando ya muy anciano le pidió al Papa Honorio II que lo librara de aquel cargo porque estaba muy viejo, débil y enfermo, el Sumo Pontífice le respondió: "Prefiero de obispo a Hugo, viejo, débil y enfermo, antes que a otro que esté lleno de juventud y de salud". Era un gran orador, y como rezaba mucho antes de predicar, sus sermones conmovían profundamente a sus oyentes.

Era muy frecuente que en medio de sus sermones, grandes pecadores empezaran a llorar a grito entero y a suplicar a grandes voces que el Señor Dios les perdonara sus pecados. Sus sermones obtenían numerosas conversiones.

Al final de su vida la artritis le producía dolores inmensos y continuos pero nadie se daba cuenta de que estaba sufriendo, porque sabía colocar una muralla de sonrisas para que nadie supiera los dolores que estaba padeciendo por amor a Dios y salvación de las almas. Un día al verlo llorar por sus pecados le dijo un hombre: "- Padre, ¿por qué llora, si jamás ha cometido un pecado deliberado y plenamente aceptado?- ". Y él le respondió: "El Señor Dios encuentra manchas hasta en sus propios ángeles. Y yo quiero decirle con el salmista: "Señor, perdóname aun de aquellos pecados de los cuales yo no me he dado cuenta y no recuerdo". Murió a los 80 años, el 1 de abril de 1132. El Papa Inocencio II lo declaró santo, dos años después de su muerte.

31/03/2014 00:32

Los Santos y Santas de Dios.

San Benjamin Ergol MARTIR

San Benjamin Ergol, diácono en Persia, es parte de un grupo de mártires asesinados sólo en Persia durante la larga persecución de los cristianos, que se inició en el reinado de Iezdegerd I y terminó con el sucesor Bahram-Gor. Existen varias versiones en relación con esta feroz persecución, entre ellos, en gran medida por el bizantino sinassari también las noticias sobre los nombres de los mártires, la fecha y el lugar del martirio es inexacto e incoherente.

El incidente ocurrió en la larga persecución de los cristianos en Persia, dice que alrededor de 420, el afán desenfrenado de algunos cristianos, encabezados por un sacerdote Hasu, llevó a incendiar Ergol (Argul) a El Pireo, que es un templo dedicado el culto del fuego.

Para esta destrucción fue arrestado el obispo Abdas, su hermano el Papa, los sacerdotes Hasu e Isaac, el Secretario Efrén, el Papa subdeacon, los laicos Daduq y Durtan; Abdas el obispo fue ordenado por las autoridades civiles para reconstruir el templo porque se negó , fueron condenados a muerte.

Ellos se han unido en la celebración de otros mártires de la persecución, el fuego provocado dall'episodio de Pireo y se Ormisda (Manides), Sahin y diácono de Ergol, Benjamín.

Sobre este último, la «Martyrologium Romanum" en conmemoración del 31 de marzo, incluye la siguiente cita: "En Ergol (Argul) en Persia, san Benjamin Deacon, no desistette por la predicación de la verdad de la fe, en virtud de Bahrom Gor-Rey, se consume su martirio venendogli atascado en las rejillas de ventilación y debajo de las uñas delgadas y punzantes de madera ".

El martirio tuvo lugar hacia las 420 que hay en los dos primeros años del reinado de Bahrom-Gor, debido a que en 422 fue ganada por Teodosio II, que como condición de la paz plantean la libertad de culto a los cristianos de Persia.

30/03/2014 01:37

Los Santos y Santas de Dios.

Santa Irene Macedonia

Santa Irene de origen eslavo, vivió en la segunda mitad del primer siglo, era hija de Licinio gobernante de la ciudad de Magedon en Macedonia. Ya en su juventud Irene creyó en Jesucristo, al comprender la futilidad de la vida pagana.

De acuerdo a la tradición fue bautizada por el Apóstol Timoteo, discípulo del Apóstol San Pablo. Deseando dedicar su vida al Señor, Santa Irene, renunció al casamiento. Al conocer mas profundamente la fe cristiana, Santa Irene empezó a convencer a sus padres para que se conviertan al cristianismo. El padre de Irene en principio comenzó a escuchar sus palabras con benevolencia. Luego se enojó con ella, y cuando ella renunció venerar a los ídolos, la arrojó bajo las patas de los caballos salvajes. Sin tocar a la mártir, los caballos se tiraron sobre el padre y lo aplastaron hasta matarlo. Cuando por sus oraciones él fue devuelto a la vida, él, toda su familia, y 3000 personas mas se hicieron creyentes.

Después de ello, Santa Irene comenzó con decisión a profetizar sobre Jesucristo entre los habitantes de Macedonia, por lo cual muchas veces fue sometida a sufrimientos y humillaciones. Por orden del gobernante de Sedeka, a Santa Irene la tiraron en un pozo con víboras, luego trataron de serrucharla, finalmente la ataron a la rueda del molino. Los sufrimientos de Irene eran acompañados por señales milagrosas, atrayendo a muchos a creer en Cristo. Así las víboras no tocaban a la mártir, los serruchos no lastimaban su piel, la rueda del molino no giraba. El mismo atormentador Vavodón creyó en Jesucristo y se bautizó. En total, gracias a Irene se convirtieron alrededor de 10.000 paganos.

Cuando el Señor comunicó a Irene el día de su deceso, ella se fue a una gruta dentro de una montaña en las cercanías de la ciudad de Efeso, y a pedido de ella la entrada fue cerrada con piedras. Al 4° día, sus conocidos volvieron a la gruta, y, al abrirla, no encontraron en ella el cuerpo de Santa Irene. Todos comprendieron que ella fue llevada por el Señor al Cielo.

En el antiguo Bizancio era muy venerada la conmemoración de Santa Irene. En Constantinopla se construyeron varios templos magníficos en su memoria.

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