Mas sobre la resurrección de JESÚS 3

El acontecimiento de la resurrección les resultó, pues, totalmente inesperado. Y fue la luz de la Pascua la que les permitió comprender la verdadera realidad de Jesús. Entonces pasaron de un conocimiento superficial e incompleto a la confesión convencida y el anuncio infatigable, hasta la entrega de la propia vida. La resurrección restituyó a Pedro y a sus compañeros la fe y el entusiasmo por Jesús, convirtiéndoles en difusores tenaces y perseverantes del Evangelio de salvación.

A partir de aquel acontecimiento, la Buena Noticia se concentra en un hecho fundamental: Jesús ha resucitado. Así lo vemos en los primeros discursos que encontramos en los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch 2, 14-39; 3, 13-16; 4, 10- 12). Tiene razón el Catecismo de la Iglesia Católica cuando afirma: «La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida por los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio pascual al mismo tiempo que la cruz» (n. 638).

 Mas sobre la resurrección de JESÚS

Si el Evangelio en definitiva es Jesús, lo que es y significa Jesús sólo se descubre a partir de su resurrección. Todo el cristianismo se puede resumir en estas tres palabras: Jesús ha resucitado.

Nos encontramos ante la cuestión más desconcertante que se haya planteado jamás al espíritu humano y ante la frontera que separa necesariamente la fe de la increencia. Para quien no cree, la resurrección de Jesús es lo totalmente inadmisible. Para quien cree, es el coronamiento de la historia, la confirmación de que la salvación del hombre no es una ilusión, sino una realidad, la victoria decisiva sobre todo mal y todo límite humano.

1. El anuncio de la resurrección

Según nos cuentan los evangelios, la resurrección de Jesús encontró a los discípulos en una situación de desánimo y desilusión por el final sin gloria de su Maestro. Se había transformado en tristeza el entusiasmo suscitado por la predicación y los milagros de Jesús.

Pues bien amigo Akiro, lo de poner en los tres foros idéntico contenido, no se debe a la pereza sino a la falta de tiempo.

 Ya veo que un malnacido ha vuelto a meter una de sus porquerías en este, y espero que el administrador lo borre.

 En adelante procuraré no meter faltas de ortografías aquí pero, déjame ser libre y meter la k donde me plazca pues la k también es una letra cristiana y además forma parte activa de tu propio nombre, Creo sinceramente que lo que pasa es que la has cogido manía a la pobre letra. Saludos.

Mis queridos hermanos, vuelvo con suma gratitud a este ya antiguo foro, y he de agradecer a dos de los más queridos hermanos por su nobilísima labor y empeño en mantener este foro entre los más visitados de la página que visitamos, que a buen seguro lo es. He de agradecer, hermanos, a mis muy queridos hermanos ADiestefano y KPS.

Al hermano ADiestefano he de agradecerle por su extraordinario y muy cristiano esfuerzo en mantener vivo este foro, con tan jugosos contenidos como los carteos que a propósito de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo nos ha traído. Ya lo dice el título del foro, en lo que puede considerarse manifestación de nuestras más profundas creencias, que creemos en Dios y en su Hijo, que resució al tercer día después de su muerte. Esa es nuestra más íntima y firme creencia, yt a ella debemos la redención de nuestro oscuro y pecaminoso pasado como especie humana, manchado desde aquella nefasta intervención de Eva, la primera mujer, al incurrir en el pecado original e incitar a Adán a cometerlo de la misma y pecaminosa forma.

Pero, mi querido hermano ADiestefano, una vez felicitado, he de decirte que también he de traerte un nuevo reproche. Y no es esta vez a cuenta de ya proverbial nefasta ortografía, que a buen seguro ofende a los ojos del Señor tanto como a los de cualquier buen cristiano respetuoso con los mandatos divinos, y con la divina creacción que es la ortografía. No, hermano, hoy no quiero hablarte de ello, sino de otra de tus manifestaciones, cuando nos dices que mantienes, ciertamente con gran esfuerzo por tu parte, los tres más cristianos foros, lo que ya es una noble tarea, pero que lo haces con el mismo contenido. He aquí, hermano, la parte criticable de tu noble tarea. Porque, mi querido hermano, he de señalar con pesar que al mantener el mismo contenido en tres foros pudieras estar incurriendo en el nefasto pecado de la pereza, tan odiado por Nuestro Señor. Hermano, desde el termendo cariño que te tengo, he de decirte que la pereza nunca puede ser buena, he de pedirte que diversifiques los contenidos para evitar ese pecado, he de advertirte que, como bien sabes, como bien sabemos porque en sus inicios este foro fue injustamente censurado, que debemos estar aletar porque los enemigos del Señor abundan entre los que dicen ser administradores de los foros, dispuestos a censurar las más cristianas expresiones bajo los más innobles pretextos, y que no hemos de darles pie con nuestra pereza a que puedan decir que los foros son repetidos, lo que aprovecharían, mi muy querido hermano, para cerrar nuestros cristianos foros.

Y he de referirme también con agrado a mi muy querido hermano KPS. Hermano, he de felicitarte efusivamente por tu excelso conocimiento de la Palabra del Señor, que demuestras conocer bien en lo relacionado con el más grande momento que jamás vieron los siglos, el momento de la Resurección de Nuestro Señor. Pero, hermano, una cosa he de decirte, y es que cuando nuestro hermano ADiestefano nos dice que fueron 500 los testigos de la resurección del Señor, no exagera, sino que se queda corto. Se queda corto, hermano, porque no fueron 500, sino que fueron, que somos, muchos más. Sí, hermano, porque todos somos testigos de ese tan hermoso momento, todos somos testigos de la Resurección de Señor, todos somos testigos del mayor de los presentes que el Señor nos ha enviado, que es la redención de nuestro pecado original por el sacrificio de su hijo. Sacrificio, pasión, muerte y resurección de la que todos debemos ser testigos, que todos debemos testificar, festejar y agradecer, y por la que Nuestro Señor nos ha ofecido la mayor de las bendicones. Amén.

Resurrección de Jesucristo 9º

III. CARACTER DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

La Resurrección de Cristo tiene mucho en común con la resurrección general, incluso la transformación de Su cuerpo y de su vida corporal es la misma que espera a todos los bendecidos con su resurrección. Pero debe precisarse lo siguiente:

· La Resurrección de cristo es necesariamente una resurrección gloriosa; ello implica no apenas la reunión del cuerpo y el alma, sino también la glorificación del cuerpo.

· El Cuerpo de Cristo no iba a conocer corrupción, sino a levantarse de entre los muertos, luego de haber pasado el tiempo suficiente para no dejar duda alguna de su verdadera muerte.

· Cristo fue el primero en resucitar a una vida inmortal; aquellos que resucitaron antes que Él murieron nuevamente (Col 1, I8; I Cor 15, 20).

· En tanto que el Divino poder que lo levantó de la tumba era su propio poder, Él se levantó de entre los muertos por su propio poder. (Jn 2,19; 10,l7-18).

· Desde que la Resurrección hubo sido prometida como la mayor prueba de la misión divina de Cristo, tiene una mayor importancia dogmática que cualquier otro hecho. "Si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe" (I Cor 15,14).

IV. IMPORTANCIA DE LA RESURRECCIÓN

Además de ser el argumento fundamental de nuestra fe cristiana, la Resurrección es importante por las siguientes razones:

· Muestra la justicia de Dios que exaltó a Cristo a una vida de gloria, luego de que Cristo se había humillado a sí mismo hasta la muerte (Fil 2,8-9).

· Con su Resurrección y posterior Ascensión a los cielos, Cristo completó el misterio de nuestra salvación y redención; por su muerte nos libró del pecado, y por su Resurrección nos restauró los privilegios mas importantes perdidos por el pecado (Rom 4,25).

· Por su Resurrección reconocemos a Cristo como Dios inmortal, la causa eficiente y ejemplar de nuestra propia resurrección (I Cor 15,21; Fil 3,20-21), y como el modelo y apoyo de nuestra nueva vida de gracia (Rom 6, 4-6; 9-11).