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Yo creo en Dios, y en Jesús, su Hijo, que nació de una virgen, resucitó al tercer día después de su muerte y subió al cielo, que caminó sobre las aguas,... y tú?

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20/05/2011 01:03

¿Cómo se explica la resurrección de Jesús? 2

 

De entrada, en el mundo griego hay referencias a

una vida tras la muerte, pero con unas características

singulares. El Hades, motivo recurrente ya desde los

poemas homéricos, es el domicilio de la muerte, un

mundo de sombras que es como un vago recuerdo

de la morada de los vivientes. Pero Homero jamás

imaginó que en la realidad fuese posible un regreso

desde el Hades. Platón, desde una perspectiva

diversa había especulado acerca de la reencarnación,

pero no pensó como algo real en una revitalización

del propio cuerpo, una vez muerto. Es decir, aunque

se hablaba a veces de vida tras la muerte, nunca

venía a la mente la idea de resurrección, es decir, de

un regreso a la vida corporal en el mundo presente

por parte de individuo alguno.

 

En el judaísmo la situación es en parte distinta y

en parte común. El sheol del que habla el Antiguo

Testamento y otros textos judíos antiguos no es muy

distinto del Hades homérico. Allí la gente está como

dormida. Pero, a diferencia de la concepción griega,

hay puertas abiertas a la esperanza. El Señor es el

único Dios, tanto de los vivos como de los muertos,

con poder tanto en el mundo de arriba como en el

sheol. Es posible un triunfo sobre la muerte. En la

tradición judía, aunque se manifiestan unas

creencias en cierta resurrección, al menos por parte

de algunos. También se espera la llegada del

Mesías, pero ambos acontecimientos no aparecen

ligados. Para cualquier judío contemporáneo de

Jesús se trata, al menos de entrada, de dos

cuestiones teológicas que se mueven en ámbitos

muy diversos. Se confía en que el Mesías derrotará a

los enemigos del Señor, restablecerá en todo su

esplendor y pureza el culto del templo, establecerá

el dominio del Señor sobre el mundo, pero nunca se

piensa que resucitará después de su muerte: es algo

que no pasaba de ordinario por la imaginación de un

judío piadoso e instruido.

Robar su cuerpo e inventar el bulo de que había

resucitado con ese cuerpo, como argumento para

mostrar que era el Mesías, resulta impensable. En el

día de Pentecostés, según refieren los Hechos de los

Apóstoles, Pedro afirma que «Dios lo resucitó

rompiendo las ataduras de la muerte», y en

consecuencia concluye: «Sepa con seguridad toda la

casa de Israel que Dios ha constituido Señor y

Cristo a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis»

(Hch 2,36).

La explicación de tales afirmaciones es que los

Apóstoles habían contemplado algo que jamás

habrían imaginado y que, a pesar de su perplejidad y

de las burlas que con razón suponían que iba a

suscitar, se veían en el deber de testimoniar.

19/05/2011 07:23

¿Cómo se explica la resurrección de Jesús?

La resurrección de Cristo es un acontecimiento

real que tuvo manifestaciones históricamente

comprobadas. Los Apóstoles dieron testimonio de lo

que habían visto y oído. Hacia el año 57 San Pablo

escribe a los Corintios: «Porque os transmití en

primer lugar lo mismo que yo recibí: que Cristo

murió por nuestros pecados, según las Escrituras;

que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según

las Escrituras; y que se apareció a Cefas, y después a

los doce» (1 Co 15,3-5).

Cuando, actualmente, uno se acerca a esos hechos

para buscar lo más objetivamente posible la verdad

de lo que sucedió, puede surgir una pregunta: ¿de

dónde procede la afirmación de que Jesús ha

resucitado? ¿Es una manipulación de la realidad que

ha tenido un eco extraordinario en la historia

humana, o es un hecho real que sigue resultando tan

sorprendente e inesperable ahora como resultaba

entonces para sus aturdidos discípulos?

A esas cuestiones sólo es posible buscar una

solución razonable investigando cuáles podían ser

las creencias de aquellos hombres sobre la vida

después de la muerte, para valorar si la idea de una

resurrección como la que narraban es una ocurrencia

lógica en sus esquemas mentales.

18/05/2011 01:30

Mas sobre la resurrección de JESÚS 9

La resurrección de Jesús es experiencia de misericordia y de perdón. Jesús perdona la traición de Pedro y el abandono de los demás discípulos. Pero, además, les encarga el ministerio del perdón: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos» (Jn 20,22-23).

La resurrección de Jesús es un acontecimiento de verdadera promoción de la mujer. Los sentimientos profundos de fidelidad y de piedad de las discípulas de Jesús, les dieron el coraje de acompañarlo hasta la cruz y de ser las primeras en acercarse al sepulcro. Y Jesús se lo premió haciéndolas las primeras en recibir el anuncio jubiloso de la resurrección, las primeras en encontrarse con el Señor resucitado y las anunciadoras de la noticia a los apóstoles. Se produce aquí una revaloración radical de las mujeres. Para los judíos, no valía la pena perder el tiempo enseñando la Ley a las mujeres. Para Jesús, ya no son las últimas sino las primeras en conocer y transmitir la verdad fundamental de su resurrección.

A la vista de la importancia central de la resurrección de Jesús para nuestra vida, cabría hacer una última observación. La espiritualidad y la piedad cristiana tradicional ha insistido mucho en el acompañamiento del Jesús sufriente. Así se explica la importancia que tiene la Semana Santa y venerables prácticas piadosas como el «Vía crucis». Y esto ha quedado plasmado en la iconografía: Cristo crucificado es la imagen más frecuente en templos, casas y hasta en caminos. ¿Seguimos con igual intensidad a Cristo glorificado? San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, junto al «Vía crucis» (Camino de la cruz), propone un «Vía lucis» (Camino de la luz), es decir, una contemplación de catorce apariciones del Resucitado. ¿No necesitaríamos los cristianos actuales insistir más en la espiritualidad pascual, ser más expertos en el canto de la Pascua, que es el canto a la vida, al triunfo definitivo de todo lo que es vida?

17/05/2011 00:23

Mas sobre la resurrección de JESÚS 8

La resurrección de Jesús nos da una nueva luz y una nueva energía para soportar las dificultades de la vida. En ella hemos aprendido que Dios no es alguien que se conforme con las injusticias, como la de matar al mejor hombre que ha pisado nuestra tierra. Que Dios no ha creado hijos para que acaben en el sufrimiento y la muerte. Desde entonces sabemos que nuestras cruces acabarán en felicidad, nuestro llanto en cantares de fiesta. Que todos los que luchan por ser cada día más hombres, un día lo serán. Que todos los que trabajan para construir un mundo más humano y justo, un día lo disfrutarán. Que todos los que creen en Cristo y le siguen, un día sabrán lo que es vivir. Que todos los que tienen sed de amor, un día quedarán saciados.

La resurrección de Jesús hace posible nuestro encuentro con él. Jesús es el Viviente que, estando ya junto al Padre para interceder por nosotros, se hace presente en nuestra vida para acompañarnos en nuestro caminar: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). La vida de cada uno de nosotros la vivimos dos, Jesús y yo. Y esta presencia amorosa y liberadora de Jesús en nuestras vidas cobra especial vigor cuando nos reunimos para la «fracción del pan». Porque en la eucaristía, no sólo recordamos su muerte y resurrección, sino que participamos realmente de su vida divina, hasta que lleguemos al encuentro definitivo.

La resurrección de Jesús crea la Iglesia. Los discípulos se dispersaron en el momento de la pasión y de la muerte. Jesús resucitado los vuelve a convocar y establece definitivamente su familia, la Iglesia, que es la comunidad de los que han conocido la Buena Noticia de la resurrección y en la que se comparte y aviva la experiencia del Resucitado.

La resurrección de Jesús nos envía como testigos a todo el mundo. En las apariciones, Jesús encargó a sus discípulos la misión definitiva: «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo» (Jn 20,21). «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,18-20).

16/05/2011 01:20

Mas sobre la resurrección de JESÚS 7

3. ¿Qué significa la resurrección de Jesús para nosotros?

Dice San Pablo: «Si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás» (Rom 10,9). Por tanto, la resurrección no sólo tiene consecuencias para la persona de Jesús, sino también para nosotros. ¿Cuáles son estas consecuencias?

La resurrección de Jesús crea una nueva humanidad. Recompone definitivamente la amistad entre Dios y los hombres, y abre para éstos la fuente de la vida divina. Jesús resucitado arrastra en su triunfo a todos los hombres porque tiene el poder de transformarlos a su imagen, liberándolos de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias: la muerte y el mal físico, moral y psicológico. Esta repercusión benéfica de Cristo resucitado para el hombre, queda muy bien ilustrada en la curación del lisiado que pedía limosna en el Templo por Pedro. El apóstol le dio lo mejor que tenía, el don de Cristo resucitado: «No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar» (Hch 3,6-8). El vigor físico recobrado y el gozo espiritual del lisiado, que da un alto y se pone a alabar a Dios, es señal de la nueva humanidad inaugurada y realizada por la resurrección de Jesús. El hombre recupera su libertad integral.

La resurrección de Jesús es el cumplimiento de la esperanza humana de inmortalidad. El hombre nunca se ha acostumbrado a morir, siempre ha soñado con vivir para siempre. Pero la dura experiencia de la vida le ha amargado siempre con la perspectiva del sufrimiento inevitable y de la muerte. Pues bien, ahora descubre que el dolor y la muerte no son la última palabra, que la vida no es un enigma sin meta ni salida. Lo que le ha pasado a Jesús nos pasará también a nosotros, su resurrección es fundamento y garantía de la nuestra.

15/05/2011 18:58

No nos fijemos en los errores de los demas, ya basta con los nuestros.

15/05/2011 18:57

HERMANO AKIRO:...no es lo externo ( como la mala ortografia), lo que ofende a Dios....lo que ofende a Dios es, lo malo que llevamos dentro

15/05/2011 18:56

 

Calixto- 1930 - 2009 | (Publicado el 10 de mayo de 1981). | Publicado el 15 de mayo de 2011

CRISTO ES EL BUEN PASTOR

Cuarto domingo de Pascua

"El Buen Pastor conoce a sus ovejas. Las va llamando por el nombre y éstas conocen su voz y lo siguen". San Juan, cap. 10.

El álbum familiar guarda con cariño la imagen del abuelo, el recuerdo de una excursión a la montaña, o a la orilla del mar, los rostros de los niños, la silueta de la casa de campo, el itinerario de un viaje y la alegría de un amigo ausente.

También el Evangelio conserva las distintas escenas de la vida del Señor. Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos retratan a Jesús de muy diversas formas: como esposo, como agricultor, padre de familia, viajero, negociante de perlas, buscador de tesoros, maestro, médico. O pastor.

Pero el afecto pudo más que la memoria. De ahí las repeticiones en el relato, las metáforas, muy del estilo hebreo, ciertas inexactitudes que no deslucen la verdad de su historia, los lugares comunes y un agradable desorden que no coincide cronológicamente con la vida de Jesús.

Pero volvamos a la metáfora del pastor. Israel era un pueblo de pastores. "Nosotros somos tus siervos, pastores desde nuestra infancia, lo mismo que nuestros padres", le dice José al Faraón. Pastores fueron muchos de sus jefes: Moisés, que guardaba el ganado de Jetró, sacerdote de Madián. David a quien Yahvé "sacó de los rebaños para que apacentase a su pueblo". Amós, que procedía "de los rebaños de Tecua".

Es lógico entonces que el Antiguo Testamento anuncie al Mesías con rasgos sacados de la vida pastoril. Y Jesús, apenas nacido en Belén, llama hasta el pesebre a "unos pastores que dormían a campo raso y velaban durante la noche sus rebaños".

Dos rasgos nos llaman la atención en este Buen Pastor del Evangelio: Cristo conoce sus ovejas y a todas llama por su nombre.

Todos tenemos un ansia infinita de individualidad. Ninguno quiere ser tratado como cosa. Porque no somos artículos producidos en serie. Somos personas con una historia íntima, en un proceso muchas veces glorioso, otras atormentado. Con una insondable intimidad, pocas veces conocida aun por nosotros mismos.

Para avanzar hacia la cumbre, basta que llegue alguien que nos conozca íntegramente. Dios es para nosotros como ese artista que conoce su instrumento y sabe pulsarlo sabiamente.

Además el Señor conoce a cada uno por su nombre. Pascal, quien supo conjugar en su vida la rudeza con la más delicada ternura, se conmovía pensando en "la gota de sangre de Dios derramada por el individuo Blas Pascal". Como San Pablo, quien a pesar de hablar casi siempre en plural, les escribió a los cristianos de Galacia: "Me amó y se entregó por mí" (2,20).

15/05/2011 01:37

Mas sobre la resurrección de JESÚS 6

Entonces, ¿qué pasó exactamente?

Hay que decir, ante todo, que los evangelios no nos describen el hecho mismo, el momento de la resurrección, sino sus consecuencias: que el sepulcro ha quedado vacío y que los discípulos vuelven a ver al mismo Jesús de antes, incluso con las llagas de su pasión en el cuerpo; pero con un cuerpo que, siendo el mismo, está en una situación diferente.

Esta situación diferente queda resaltada por el hecho de que Jesús puede entrar en una sala estando las puertas cerradas (cf. Jn 20,19 y 26). Y sobre todo porque no es reconocible a primera vista. No es la Magdalena o los discípulos los que lo reconocen, sino que es Jesús quien les concede la gracia de dejarse ver y reconocer (cf. Jn 20,14-16; 21,4-7).

San Pablo, que es quien más ha reflexionado sobre este asunto, explica que lo que ha ocurrido es una transformación gloriosa del cuerpo de Jesús, que, al ser traspasado por el soplo vital del Espíritu creador, ha sido transformado de corruptible en incorruptible, de débil en fuerte, de mortal en inmortal (cf. 1 Cor 15,35-58). Es decir, el cuerpo de Jesús, aun manteniendo su identidad y realidad humana, fue capacitado para vivir eternamente en Dios. Porque lo que realmente sucede después de su muerte es que el Hijo de Dios vuelve a entrar en la comunidad de amor del Padre pero ya con su humanidad resucitada. El Verbo que estaba desde siempre junto al Padre, se encarnó tomando una humanidad como la nuestra. Ahora vuelve al seno de la Trinidad, pero como Dios y hombre para siempre.

14/05/2011 00:07

Mas sobre la resurrección de JESÚS 5

2. ¿En qué consistió la resurrección?

En el Nuevo Testamento, el acontecimiento de la resurrección se expresa con varias palabras: exaltación, glorificación, ascensión, señorío cósmico, entrada en el santuario del cielo, presencia… Pero se prefiere el término «resurrección» porque es el más claro y completo para indicar que el que había muerto ha vuelto a la vida.

Para comprender lo que sucedió, vale la pena ver primero lo que no es la resurrección:

No es «revivir», es decir, volver a la vida terrena como antes. Eso es lo que hizo Jesús con Lázaro, con el hijo de la viuda de Naim y con la hija de Jairo: restituyó su cuerpo a la vida ordinaria. Pero después volvieron a morir.

No se trata tampoco solamente de la «inmortalidad del alma», que sería una especie de resurrección a medias. La resurrección se refiere a la entrada en la vida sin fin de toda la humanidad de Jesús, incluido su cuerpo. Por eso el sepulcro quedó vacío.

Tampoco se trata de una «reencarnación», como admiten el hinduismo y el budismo, que consiste en la transmigración del alma a un cuerpo distinto. El cuerpo de Jesús sigue siendo el mismo.

Mucho menos es como un «recuerdo vivo» de Jesús, que habría provocado en sus discípulos la convicción de que seguía presente. Porque fue el encuentro con Jesús resucitado lo que suscitó en sus discípulos la fe en la resurrección, no al revés.

Y tampoco se trató de una realidad «inventada» por los discípulos por fraude o alucinación. Después de la muerte de Jesús, los discípulos estaban tristes, miedosos, incrédulos, escépticos. Sólo un gran acontecimiento pudo cambiarlos, devolviéndoles el primitivo entusiasmo por Jesús y por su seguimiento.

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