Buho21 - red social y juegos online Multijugador  |  Juegos  |  VIP  |  Clubis  |  Software  |  Foros  |  Búsqueda
Yo creo en Dios, y en Jesús, su Hijo, que nació de una virgen, resucitó al tercer día después de su muerte y subió al cielo, que caminó sobre las aguas,... y tú?

Para participar en los foros debes identificarte en la web. Gracias.
«1617181920»
29/11/2012 21:51

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 30

 

Muchos pensaron en ese momento que los demonios podían vencer. Que por alguna extraña razón que no comprendían, la Oscuridad podía vencer a la Luz. No es que la Fuente Original vaya a dejar de existir, decían. No, ¡seguirá existiendo!, y lo hará rodeada de los suyos, de los pocos que se aferren a sus dogmatismos. La Fuente y los suyos quedarán relegados. Nosotros proseguiremos con nuestra Historia. Tenemos toda una Historia por delante. Esto ha sido un acto liberatorio que, antes o después, iba a acabar sucediendo. No se puede mantener sujetos a miles de millones de espíritus como si fueran niños. No se puede mantener a billones de voluntades, sometidas a una sola Voluntad. Al final, la libertad, la independencia, la autonomía de las mentes, triunfan.

El intelecto, también el intelecto errado, puede tener mucha fuerza. Y así no pocos buenos se dijeron: ¿y si hay alguna razón, que no hayamos considerado, por la que las Tinieblas puedan preponderar definitivamente? ¿Y si algo no ha entrado en nuestros cálculos? No es que digamos que la Oscuridad pueda aniquilar a la Perfección, pero ¿y si ambas están condenadas a coexistir? Quizá Dios sea un Padre que no puede hacer nada contra la desobediencia. Quizá exista una raíz oculta de debilidad en la Bondad. Quizá fuera de la Esfera exista espacio para que el Bien y Mal coexistan como dos opciones indiferentes. Tantos espíritus se embarullaron. Tantos erraron por los caminos del pensamiento. Algunos cayeron en las ciénagas de la tristeza. Otros en la lujuria del ego. Otros en la idolatría del Dragón. Algunos se perfeccionaron en el arte de dominar otros espíritus, y se deleitaban en forjar esas cadenas, en cazar ángeles en sus redes de pensamiento.

Dios tras sus nubes parecía imperturbable.

Pero así como unos espíritus fueron consumando su transformación en seres de oscuridad, otros refulgieron con un brillo más puro. Los cielos eran un campo de batalla. En medio del desorden se mantuvieron espacios de armonía. Eran islas donde la fidelidad se preservó. Ángeles unidos que mantuvieron sus vínculos de fidelidad entre sí bajo la obediencia a Dios. Fuera estaba el campo de batalla donde las fuerzas del caos obraban. En ese campo de lucha, entre muchos indecisos, entre muchos débiles, los peores se satanizaron, y los mejores se divinizaron bajo la acción de la gracia.

Visto desde la altura del ahora, aquel tiempo de triunfo del mal no fue muy largo, pero nos pareció inacabable. Hubo mucho sufrimiento, mucha santidad mancillada. Si los ángeles hubieran podido llorar, muchas lágrimas hubieran caído de los cielos. Hubo ángeles verdaderamente torturados en su espíritu por otros ángeles, que ya no merecían el nombre de ángeles, sino de demonios.

 

En mitad de esa desolación, de esa lucha, de esa falta de esperanza, sin que nadie lo esperara, varios ángeles santos, varios espíritus que se habían dedicado a la oración y el ascetismo, profetizaron el mismo mensaje en distintos puntos del mundo angélico. Y clamaron con voz solemne y tan fuerte que hasta los mismos demonios lo oyeron:

Así dice Dios: Mío es el poder y mía es la gloria. Mi fuerte brazo podría conocer la victoria ahora mismo. Nada puede resistir mi decisión. Una sola palabra de mi boca, y la Nada sería de nuevo la morada eterna de los malvados. Yo saco de la Nada y puedo devolver a la Nada. Yo no lucho contra nadie, porque nadie puede luchar conmigo. Podría Yo mismo poner orden con mi diestra. Pero otros son mis planes. Los que ahora se creen invencibles, por simples criaturas serán vencidos. El Mal no sólo retrocederá, sino que será expulsado de los Cielos. Mas la humillación será plena, escuchad, porque no será mi brazo, sino otros ángeles los que llevarán a cabo mi designio. Ésta es mi decisión y así se hará.

Los demonios se quedaron perplejos. ¿Cómo se habían puesto de acuerdo tantos ángeles en dar el mismo mensaje? Por un momento sintieron el escalofrío de pensar que lo dicho fuera verdad. Pero en seguida se recobraron y lanzaron nuevos gritos de lucha. Volvieron a la batalla y cosecharon nuevas victorias. El Diablo avanzaba como un gigantesco monstruo con muchas patas que acababan en garras. Como un monstruo de largo cuello y boca de dientes de acero, rodeado por una multitud de seres infernales que se veían como pequeños peces rodeando a un cetáceo, como saltamontes alrededor de un cocodrilo. Satán avanzaba con paso pesado, nadie lo podía detener.

28/11/2012 22:40

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 29

 

 

 

Se escucharon muchas oraciones dirigidas hacia el altísimo trono de Dios para que actuase. Haz algo, Señor, le suplicaban. Haz algo. No permitas que el mal siga avanzando.

Los perversos alzaban el rostro y el puño y proferían terribles blasfemias. Sacrilegios que horrorizaban los oídos de los cándidos espíritus. Las glorias puras se tapaban los oídos para no escuchar: ¡no querían escuchar! Pero todo estaba lleno de esos aullidos de bestias feroces.

Era el momento más amargo, con una tercera parte de los ángeles caídos en el error. Bien es cierto, que de esa tercera parte sólo una pequeñísima fracción había descendido al el odio. Sólo una pequeña cantidad de espíritus caídos se habían malignizado hasta convertirse en demonios. Entre ellos un cierto número se habían tornado, poco a poco, en espeluznantes monstruos. De las bocas de ese número de malditos se destilaba el veneno. El veneno que se mostraba en sus fauces, era el veneno que había fermentado en sus corazones. Se trataba de ángeles entenebrecidos, de ángeles envenenados, presas de un loco furor.

Al menos, los demonios eran pocos. El resto de los caídos simplemente se hallaban en las tinieblas del engaño, dudaban, habían prestado oídos a la nueva doctrina. El gusano que corroe en algunos buenos, pero 32

 

débiles, se hallaba dentro realizando su labor. Por eso era urgente hacerles entender, de lo contrario, si dejaban que la oscuridad echara raíces, acabarían engendrando rabia y se convertirían en demonios.

Pero no era fácil limpiar un espíritu. Entre ellos disponían de la palabra como arma, como semilla, como caricia. También la oración y el sacrificio, las buenas obras, la alabanza a Dios. Sí, ciertamente, el Bien también contaba con sus armas. Pero en la confrontación entre el Bien y el Mal siempre se tiene la sensación de que el lado del Bien es débil, que está en inferioridad de condiciones. El Mal siempre parece más fuerte, siempre parece que se mueve con más libertad. Y, sobre todo, era difícil superar el silencio de Dios. Siempre ese silencio.

27/11/2012 21:39

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 28

 

 

Además, los ángeles más malignos se organizaron para atacar en grupo el orden pacífico de los ángeles. Imaginaos el orden de un sistema solar con sus planetas y satélites. Las hordas de los demonios podían irrumpir con salvajismo en medio de esa armonía. Extendiendo sus aullidos, su caos, el miedo. Leviatán se sintió fuerte, era el momento de su máximo poder: a los ojos de miles de millones de ángeles, él era dios. El nuevo dios, el dios de la fuerza, el dios de la razón frente a una Divinidad silenciosa que imponía una doctrina de amor infantil, de humildad, de virtud. Satán había propuesto una alternativa, un nuevo reino, un orden nuevo, toda una nueva doctrina con las prodigiosas mentes que le habían acompañado. Satán había propuesto un nuevo reino, ahora lo imponía.

Incluso se puso en duda la Trinidad de Dios. ¿Acaso hemos visto esa Trinidad? ¿No será esta otra, la más grande, impostura de ese Ser Original? ¿Cómo es posible que la Unidad Suprema sea Tres Personas? ¿No es ésta una historia más, que debíamos creer a pies juntillas? Muchas antiguas glorias, confiadas en su propia ciencia, se habían convertido en seres sarcásticos.

Duda, sarcasmo, mordacidad… en el ápice de su poder, en lo más oscuro de la noche, con su cola el Dragón arrastró a la tercera parte de los ángeles. Una tercera parte de las estrellas cayeron. El resto con todas sus fuerzas resistieron el poder de la duda. De entre estos, bastantes tuvieron que emplear toda la energía de su voluntad para no dejarse arrastrar en una espiral de odio. No debían replicar con el mismo lenguaje. Devolver mal contra mal era un modo de empezarse a convertirse en algo parecido a él. Algunos, en la 31

 

defensa del Bien, se habían dejado llevar por las pasiones desatadas. Por eso, también algunos defensores de la Verdad mancharon sus espíritus inmaculados.

Como ahora comprobaban millones de espíritus, el pecado era mucho más pegajoso de lo que habían pensado, se ramificaba, se extendía como un virus y anidaba en los corazones de aquellos que menos lo hubieran pensado. La duda y la desazón eran generales. Las verdades más firmes parecían derrumbarse. ¿Y si en Dios hubiese anidado también alguna semilla de mal? Si tantas grandes glorias se habían manchado, ¿cabía alguna mácula en la Fuente Original?

Nadie le negaba su carácter de Fuente, de Origen, de Principio. ¿Pero debía estar ese hecho indudable unido a la imposibilidad de que estuviese manchado con alguna mácula? Todo debe ser revisado, sentenciaron muchos. Todo lo que hemos aceptado sin más, debe ser examinado atentamente bajo la luz de la inteligencia. Había grupos de glorias dubitantes que lo único que le echaban en cara a Dios, era que quizá fuera débil. Es santo, sí, pero nos parece que es débil.

Una tercera parte de los ángeles cayó. La sensación de derrota se enseñoreó de aquel mundo en esa hora desgraciada. El Dragón era fuerte. Era el momento más oscuro de la noche. Y en medio de ese triunfo de la sinrazón, el silencio de Dios.

Dos terceras partes de los ángeles se mantenían fieles. Algunos de ellos luchando con todas sus fuerzas contra las tensiones internas que, a duras penas, podían contener en su seno. Pero se preservaron impolutos gracias a un esfuerzo supremo. En medio de esa desazón, en medio de esa noche más oscura que nunca, todos los buenos se volvían hacia la Luz Divina. Esa Luz que se ocultaba tras las nubes. Sus rayos de luz eran bellísimos, pero silenciosos. ¿Se quedaría inmóvil hasta que todo fuera destruido? Llevaba ya mucho tiempo sin decir nada.

Había silencio en esa Luz, pero Él observaba todo.

26/11/2012 20:17

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 27

 

 

 

Los lodos, los pantanos pútridos… había sido todo eso necesario. Si hay un culpable es Dios, se repetían ellos en sus conciencias. Los pertenecientes al partido antagónico a los dictados de Dios, decían: Imaginemos que todos los ángeles nos siguieran. ¿Podría Dios condenar a todos sus hijos? ¿A todos y cada uno de ellos? Conjeturemos un Cielo en el que Dios se hubiera quedado solo. ¿Sería posible que rechazase a todos? ¿Sería posible un Dios que volviera a quedarse solo? No cambiaría mucho la situación si, aun manteniendo un porcentaje de fieles a Él, la mayoría se hubieran inclinado por la libertad. Y así, los heterodoxos defendían que la futura faz del Cielo, en el fondo, dependería de hasta qué punto la sedición fuera más o menos seguida. Les agradaba la idea de un Dios que, al final, tuviera que negociar, que ceder. El amor le obliga a ello, repetían algunos soberbios con aire de superioridad.

 

Por eso consideraban que el éxito de la rebelión, o al menos su difusión, era esencial. Que Dios ceda, depende del número, repetían. Y como expuso uno de los lugartenientes de Belcebú: no bastan los discursos si se quiere vencer. Había que imponer disciplina. Había que ofrecer una sensación de fuerza, no de debilidad. Se tomaron decisiones que imponían más orden en las filas de la oscuridad. Lo que hicieron los millones de rebeldes resulta difícil de explicar para los humanos que no conocen el mundo de los espíritus. Pero lo que vieron nuestros ojos, es algo parecido a lo que pasó con el III Reich.

Había nacido un nuevo orden en los Cielos. Nuevas jerarquías surgieron. Los niveles no se basaban sólo en la inteligencia, el mal pasaba a ser considerado un elemento a tener en cuenta. Espíritus malvados fueron elevados sobre otros muchos. Surgía así una jerarquía de la iniquidad. Hubo decisiones y reestructuraciones en sus filas que no comprenderíais, pero que se pueden comparar a los grandiosos desfiles como la Alemania nazi, a sus leyes, a su organización. La sociedad de los rebeldes desplegó magníficas demostraciones de fuerza que enardecieron a los ángeles caídos. Embriaguez satánica es lo que puede definir lo que sintieron tantos ojos atónitos. Es sorprendente lo que puede lograr el poder de millones de individuos lanzándose decididamente en una dirección. Se impuso una disciplina.

Los ángeles, además de conocimiento, tenían poder. Los poderosos se impusieron sobre los débiles. Se implantó una tiranía. Sus lazos eran no materiales, pero sí muy reales. Cadenas del espíritu, pero cadenas. Así unos pocos podían dominar a muchos, que se dejaban dominar con mayor o menor aquiescencia. Los más fieles de los demonios juraron por lo más sagrado seguir al gran guía diabólico, el cual ya no mostraba una hermosa faz, sino el rostro del traidor, el rostro del homicida, parecía, más bien, como un dragón. El ejército de las tinieblas se fue tornando poderoso, firme y disciplinado.

25/11/2012 18:06

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 26

 

 

 

 Esos ojos clarísimos habían comenzado por destilar agresividad. Ése fue el primer cambio. Pero, poco a poco, en su boca fue como si crecieran dientes afilados y colmillos sedientos de sangre. Luzbel hubiera querido tener mil garras para arañarnos, agarrarnos y despedazarnos. Hubiera deseado aplastarnos con pesadas patas de monstruo antediluviano. El Beemoth hubiera deseado triturarnos bajo el peso de su odio. Eso es lo que queréis transmitir cuando lo representáis con pobres iluminaciones en pergaminos o lo pintáis sobre un fresco en vuestras iglesias. No tiene cuerpo, pero es peor que esos sencillos colores y líneas con que plasmáis lo que conocéis por la fe. Por una fe transmitida, transmitida de lo alto, que os viene de los Cielos.

Una Tradición que se os comunicó, a vosotros los hombres, acerca del principio y que mantuvisteis de generación en generación, pero que provenía de una era anterior al Tiempo. Las tribus congregadas alrededor del fuego escuchaban esta historia resumida, sintetizada a sus líneas más esenciales, cada siglo algo más deformada. Pero, aun así, durante muchas generaciones mantenida sustancialmente íntegra. Desconocíais hasta qué punto esta historia que contaban vuestros bardos, vuestros patriarcas, vuestros conservadores de las tradiciones orales, era una historia antigua. Aun así quedaron ecos de esa guerra primigenia.

Podéis imaginaros a un Jacob contando esta historia a sus doce hijos a la entrada de su tienda bajo una noche estrellada. Y, a pesar del tiempo transcurrido, Jacob no desconocía que Satán era la malignidad concentrada. No conocíais la historia de esta guerra en sus detalles, ni hacía falta. Pero, creedme, el Mal en Luzbel se había vuelto ardiente. El Santificador Divino, durante todo este proceso, le había hablado en su corazón, suplicándole que diera marcha atrás. Sí, todo las tres Personas de la Santísima Trinidad le suplicaban. Le suplicaban no por debilidad, sino precisamente porque conocían cuán duro e impenetrable sería el muro de su Justicia si Lucifer quedaba atrapado tras él. Por eso le habló como un padre habla a su hijo. Por eso le habló con una humildad cómo sólo el Rey de Reyes puede tener. Ante todo debía evitar que Satanás quedara atrapado detrás del muro de una decisión irrevocable.

Pero el Diablo rechazaba gracia tras gracia que tantos ángeles ganaban con sus oraciones y sacrificios, desatendidas las cada vez más escasas invitaciones a cambiar que le llegaban de lo alto, los deseos de arrepentimiento que surgían de su corazón (enviados por Dios ) eran despreciados. El Creador ya no era escuchado en el corazón de Luzbel. Cuál fue la sorpresa de éste cuando le llegó un enviado de Dios. Desde el Trono Divino había sido enviado un arcángel llamado Gabriel. Ante todo por curiosidad, escuchó a este enviado. Gabriel, entre otras cosas, le dijo con serenidad: 29

 

-No estamos hablando de la justicia, de una justicia, sino de la Justicia, le explicó a Lucifer un arcángel llamado Gabriel. Mira que no confundas la paciencia de Dios con debilidad. Él te concede tiempo, pero su fallo no admite recurso.

Belcebú miró con curiosidad a ese enviado. Después concluyó:

-Yo también soy un dios.

Gabriel le miró compasivamente. Y tras un instante de reflexión, suspiró y concluyó:

-Muy bien, veremos todos, entonces, qué prevalece si la fuerza de un dios o la de Dios.

Dicho esto, Gabriel se retiró sin esperar respuesta.

Pero el Maligno había acorazado su corazón, había echado siete cerrojos en cada puerta de su voluntad. Había cubierto de hierro cualquier apertura a su conciencia. Satán, el Diabólico, había asesinado a su conciencia dentro de sí. Detrás de esas puertas cubiertas de hierro, cerradas a cal y canto, yacía el cadáver de su conciencia, descomponiéndose. En su corazón portaba un fétido cadáver, y él respiraba muerte. La Muerte avanzaba en él cada vez más. Luzbel no podía dejar de existir, no podía morir en ese sentido. Pero él deseaba la muerte de los ángeles que le torturaban con sus razones, con sus recriminaciones. Esos ángeles le angustiaban con la amenaza de la ira divina. Otra cosa que le llenaba de furia era que vinieran una y otra vez con el recuerdo de su santidad primera, aquella que llegó a alcanzar tras la Creación.

Sí, él había sido santo y ahora se revolvía en el lodazal de su inmundicia. Lo reconocía, pero había sido necesario revolcarse en esos lodos infectos. Para resistir la poder de atracción que la Esfera desplegaba, había tenido Belcebú que ejercer una fuerza equivalente, pero en sentido contrario.

Las invitaciones de Dios (que internamente sentía Lucifer) sólo habían podido ser contrarrestadas alimentando conscientemente la fuerza de la aversión. De lo contrario, hubiera regresado arrodillándose, pidiendo perdón. Posteriormente, la fuerza del amor de Dios (cada vez más insistente) sólo había podido ser contrapesada por una fuerza de odio a la altura de la primera. Lo mismo había sucedido con sus secuaces. Lo que sentían en sus corazones que venía de lo alto, había tenido que ser anulado por una fuerza de signo opuesto. Ellos, los peores, los más inicuos, uno a uno, siguiendo cada uno su propia historia personal, habían tenido que hacer como su caudillo. Cada uno de los peores, era un Satanás en pequeño.

24/11/2012 23:27

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 25

 

 

Cuánto sufrimiento provocaron los sembradores de la mentira. Se deleitaban los inicuos en hacernos sufrir. En volcar sobre nosotros toda su baba. Ya no eran sólo razones, eran risas burlonas, su mofa, el escarnio de millones de espíritus rebeldes.

Nos insultaron. Pasamos por inocentes crédulos a los que había que despertar. Y nos querían despertar a golpes. No a golpes físicos, no hubieran podido. Pero sí con golpes en el espíritu, cuánto daño, cuántas heridas provocaron. Nos hicieron creer que éramos niños. Ellos eran los adultos. Ellos habían probado el licor de la libertad. Ellos habían probado el sabor de lo ilícito que tan prohibido habíamos tenido siempre.

Poseían el doble conocimiento del Bien y del Mal. Nosotros custodiábamos la ortodoxia con toda la fuerza de nuestros brazos. Aferrábamos con nuestros dedos (no teníamos dedos) ese tesoro, para que nadie nos lo robara. Pero ellos tenían el doble conocimiento. Muchas veces nos entraba la duda de si no estaríamos en inferioridad de condiciones. Nosotros únicamente conocíamos a la Vida que se había hecho vida en nosotros. ¿Podríamos resistir los conocedores del Bien, frente a la fuerza indómita de la que parecían estar dotados los conocedores del Bien y del Mal?

El doble conocimiento parecía tener un sabor deleitoso. Aunque visto desde nuestro bando, parecía que ese sabor les volvía como locos. El pecado llamaba al pecado. Se estaba formando un abismo de iniquidad. Aunque entre ellos no todos eran exaltados. Lo que hacía más creíble su movimiento de independencia era cuántos individuos razonables les apoyaron.

Esta guerra fue larga, como fue larga la historia que hubo antes de la guerra. Conocéis muy poco por el Apocalipsis de nuestras crónicas. Lo que conocéis de esta protohistoria antes de vuestra historia, es como si resumiésemos el tiempo que va desde Abraham a Jesucristo en un par de párrafos. Pero nuestro destino eterno no se decidió en un momento: fue una verdadera guerra con una larga historia. Larga según nuestros parámetros. Tampoco os haréis mucha idea de cuánto tiempo duró en una era en la que no existía el tiempo. Cada espíritu tenía su propio tiempo interno. Ningún reloj hubiera marcado ni un solo minuto. A veces, un tiempo se nos hacía extremadamente largo e inacabable. Otras veces el tiempo se nos hacía breve. ¿Cuánto

 

tiempo duró esta guerra? Sin duda, para unos espíritus fue más larga que para otros. Cada uno la vivió con su propia duración interna y subjetiva.

Durante esa guerra, imperceptiblemente, sin percatarse de ello, algunos de los antiguos ángeles se fueron transformando de seres bellísimos llenos de luz en monstruos repletos de resentimiento. El odio, el veneno que salía de sus bocas, la oscuridad de sus pensamientos, su soberbia, su deseo de hacer el mal, fue transformando a esos espíritus en seres deformes, feroces, horribles. Al final, daba miedo verlos.

No tienen cuerpo, pero si vierais sus espíritus comprenderíais que hacéis bien en representarlos con garras, colmillos, colas, pezuñas y todos los atributos de los animales malignos de la tierra. También fue impactante la transmutación en Lucifer.

23/11/2012 22:12

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 24

 

Entre los ángeles fieles a Dios, en medio de todas esas luchas, uno hubo que se destacó. No se trataba de un ángel superior, pero su amor sí que lo era. Fue él el que mantuvo más viva la llama de la fidelidad en los peores momentos de la batalla, cuando todo se vio más negro, cuanto pareció que la mitad de los ángeles iban a rebelarse. Y pudo transmitir esa llama. Se destacó en el bien, y su fe alumbró a muchos. Fue él el que en el momento más oscuro, en la hora más terrible en que las multitudes comenzaron a dudar, había gritado en medio del inicial silencio general: ¡Quién como Dios!

Y así quedó su nombre: Mika-El, Miguel. El luchador infatigable e invencible. Miguel se seguía destacando como guerrero. La luz de su vehemente amor iluminó a muchos confundidos. Su amor arrebatador derribó a no pocos de los que luchaban a favor del error. Incluso los que combatían con Lucifer reconocían que ningún dardo envenenado con sus razones, podía penetrar la coraza de su fe inquebrantable. En medio de la duda, él fue imbatible.

Se le representa con coraza, pero no portaba ninguna coraza material. Se trataba de una coraza espiritual impenetrable a las seducciones que le lanzaban los inicuos. Su única arma era la espada de la verdad, de la verdad sobre Dios. Miguel conocía mejor a Dios que los inteligentes, porque él amaba más. Por eso los que le salieron a su encuentro, tuvieron que retroceder.

Muy triste fue el legado de oscuridad que los soberbios trajeron. Si antes nos sentíamos protegidos, ahora la vacilación había sido sembrada. La duda, una vez insertada, era difícil de extraer. Para tener paz, necesitamos de la fe, de todas las fuerzas de nuestra voluntad. Si antes nos sentíamos como polluelos bajo las alas de una gallina, ahora planeaba la sospecha de que las cosas no fueran como habíamos pensado. Quizá habíamos sido muy cándidos. La fe... ¿Qué era lo cierto? ¿Qué era lo falso? Estábamos necesitados de la fe. Sin ella, nos hubiera devorado el abismo de oscuridad que rodeaba el mundo angélico. Nada hubiera tenido

 

sentido, todo hubiera sido una gran mentira. ¿Y si, en el fondo, hubiéramos estado creyendo cuentos, fábulas? Claro que si la confianza en Él estaba desprovista de fundamento, entonces, en realidad, no hubiéramos sabido ni de dónde veníamos, ni adónde íbamos. Estrictamente hablando, no sabíamos de dónde veníamos, porque de pronto habíamos despertado al ser. De pronto, habíamos comenzado a existir.

Después estaban las incontables versiones mitigadas del mensaje de los rebeldes. Versiones no tan radicales, versiones con grandes dosis de verdad. El supuesto realismo frente a la ingenuidad con que habíamos tomado por cierta la versión original. Existía un concepto al que debíamos aferrarnos con todas nuestras fuerzas: ortodoxia.

No era sólo la rebelión de Lucifer, eran los miles de arroyos de conocimiento torcido que comenzaron a recorrer las mentes del mundo angélico.

Os recuerdo que no veíamos el rostro de Dios. Si hubiéramos visto su esencia, hubiera sido imposible no ver la verdad de las cosas en todo su esplendor. Pero el Forjador de los espíritus permitió la zozobra. Muy duro debía ser el acero, un acero que iba a permanecer toda la eternidad, para que el horno tuviera que ser elevado a tales temperaturas. Los golpes que nos batían parecían inmisericordes. Lo último que pensábamos era que todo aquello siguiera un designio. Por el contrario, parecía el triunfo del Caos. Dios permitió que pudiéramos ser heroicos en la esperanza. No se trataba de una mera cuestión intelectual. Hacía mucho que los argumentos venían acompañados de cada vez más tristes elementos morales.

22/11/2012 22:12

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 23

 

Y la Esfera habló y dijo: Dios hecho hombre nacerá de una mujer. A esa mujer la ornaré con gracia sobre toda gracia. Sus virtudes y amor, su heroísmo en mi servicio serán tales que a ella la haré Reina de los Ángeles. Ella será vuestra Reina: Reina de los Ángeles.

Si las glorias fieles habían admirado el plan de amor que suponía la Encarnación, quedaron todavía más embelesados ante la santidad que les mostró en María. Antes de la rebelión, Lucifer había sido bueno, pero no había sido santo. Lucifer había sido grandioso por su naturaleza, esa mujer lo iba a ser en lo sobrenatural. De ella iba a nacer la Segunda Persona de la Santísima Trinidad cuando se encarnase. Ella sería la Puerta.

¡La Puerta!, exclamaron todos. El plan era de tal naturaleza que jamás podría haberlo pensado nadie entre las Jerarquías. Qué inteligencia en estas disposiciones. Qué santidad la de Dios que llegaba a estos extremos de sabiduría en sus designios. Qué humildad y sencillez la de Dios, que ponía en la cumbre de todo lo creado a una mujer humilde. Coronaba su obra magnífica con la gema de la humildad. Muchos ángeles sin dudar se postraron ante los designios de Dios, y acto seguido veneraron a la Virgen María Madre de Dios y Reina de los Ángeles. La veneraron ya entonces, antes de que naciera. No había nacido ni un solo hombre todavía, no había ni un átomo todavía en el universo, y ellos ya se postraron ante ella: ¡la Madre de la Palabra hecha carne!

Pero otros ángeles dijeron: Ya lo que nos faltaba. Si Dios nos pidió antes un despropósito, ahora colma la medida. ¿Qué será lo siguiente que nos exigirá? Hoy nos pide esto. Mañana puede pedir que adoremos a una

 

vaca. Pasado mañana puede exigirnos que veneremos como reina nuestra a una abeja o a un matorral. Esto no puede seguir así.

Y los rebeldes se reunieron en un gran concilio. De allí salió la decisión definitiva de separarse. Encontraron culpable a Dios. El Creador si había sido Dios, había dejado de serlo. Aquel concilio de insumisos tuvo el carácter también de juicio: juzguemos a Dios. Sus posturas se dividieron entre los que con serias y graves razones defendieron que Dios nunca había sido Dios, y los que postulaban no la negación de la existencia de Dios, pero que Dios ya no era Dios. Dios había existido, pero era evidente –decían-, que ya no. Por qué el Infalible dejó de serlo, será objeto de nuestro estudio durante, quizás, milenios. Puede que ése sea el gran misterio del universo angélico.

La decisión era definitiva, exclamaron. Se aprestaron para la guerra. Es decir, intentarían convencer a más glorias para que se unieran a la sedición. Y lo lograron. Hubo muchos espíritus que cayeron en las trampas del intelecto. Hubo tronos y principados que no fueron fieles. La desarmonía se extendió por todas las jerarquías. El poder del error no podía ser subestimado. Aun así, también fueron numerosas las bajas entre los rebeldes. Muchos ángeles pidieron perdón, se arrepintieron de corazón.

21/11/2012 23:06

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 22

 

 

Y no era Lucifer el más radical. No era el más grande espíritu el más extremista. Le rodeaban grupúsculos de seres sin importancia que quisieron hacerse un nombre. El Rebelde no sólo no les detuvo, sino que les apacentó. Pero a la vez, durante un tiempo, Lucifer quiso aparecer como el término medio entre dos extremos: el de la sumisión absoluta y el de la rebelión más furiosa. La propia visión que ofreció de sí mismo no engañó a muchos, pero sí a algunos. Cada engaño de Lucifer, siempre arañaba a un cierto número entre las filas de los que dudaban. Como eran tantos, cada pequeño porcentaje significaba millones de glorias que, cuando menos, se aproximaban a sus posiciones.

 

La rebelión de Lucifer había sido una insubordinación fría, cerebral y, al menos externamente, carente de emociones. Pero, imperceptiblemente, se fue deslizando por la colina de su ego. Él mismo notó que se fue llenando de odio. Sus razones, al final, cada vez iban más cargadas de blasfemia. Un nuevo fuego fue prendiendo en él y entre los caídos. Con la amargura de ver, que cada vez más le abandonaban. Los que le dejaban no es que le hubieran seguido, pero habían sido atrapados en las redes de la duda. Habían caído en un terreno intermedio entre el Diablo y el Hacedor. Pero más y más contemplaban horrorizados la metamorfosis.

Muchos ángeles extendieron su brazo y le señalaron gritando con voz dura como el mármol: tú, Lucifer, te has convertido en Belcebú. Otros le gritaron: ¡Satanás! Las altas jerarquías exclamaron a coro: eres el Diablo. Para otros era Luzbel. Así recibió muchos nombres. Nombres que han permanecido hasta hoy. Apelativos que recuerdan los convulsos días de la rebelión. Unos admirativos, otros tratando de advertir lo que se escondía tras ese calificativo. Los nombres admirativos continúan siendo usados, aunque con el gusto evidente de ser una ironía, casi una parodia. Una cosa quedaba patente, el que antes había sido Lucifer, ahora se había convertido en Satán. Había habido un cambio de nombre, porque realmente era ya otro.

Luzbel miró a lo lejos, como un príncipe que mira desde su trono con la glacial mirada del que mantiene la sangre fría ante cualquier evento. Los rebeldes fueron reducidos a una quinta parte de los ángeles.

Después el Señor añadió: Pero no os lo he revelado todo, para evitar que fueran más lo que desobedecieran en ese primer momento y en el segundo momento. Pero es necesario que sepáis una cosa más. Algo que os voy a manifestar, para consumaros en la esperanza de mis promesas, para forjaros más profundamente en la fe, para que vuestro amor sea perfecto. El silencio en el Cielo era total. ¿Qué diría el Omnisciente ahora?

20/11/2012 23:08

 

HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO 21

 

 

Pero las razones se hicieron cada vez más hirientes, cada vez más personales. Se destilaron venenos más y más ponzoñosos. Se faltó el respeto a Dios. Dios ya no era más que un opresor. Si hasta entonces entre las jerarquías había habido conmoción, ahora comenzó a darse una verdadera lucha. Aquello ya no era un mero coloquio entre seres inteligentes. Lo que antes eran meras palabras entre seres que buscaban la verdad, ahora esas palabras se habían tornado cada vez más afiladas. Las palabras ya no eran simplemente portadoras de verdad, sino instrumentos cargados deliberadamente de agresividad. Así aparecieron discursos

 

verdaderamente tóxicos, frente a otros dulces y acariciadores que hechizaban al alma. Había comenzado un verdadero combate. Un combate por la conquista de los muchos espíritus indecisos. El número de los que se arrodillaban continuaba creciendo. Pero también el número de los que no veían claro y se ponían, sin convicción, bajo la sombra de Lucifer. Sin convicción, pero con el deseo de no ser arrastrados de momento hacia posturas definitivas. Los luciferinos hablaban entre ellos, mejoraban sus razones. Los indecisos trataban de averiguar la verdad, pero al mismo tiempo reconocían lo embriagante que resultaba la idea de la completa independencia, de ser ellos los artífices de un nuevo orden de cosas. El futuro era de ellos, decían los indecisos señalando al bando de la rebelión antes de unirse a sus filas.

¿Por qué tener que someterse a un Dios que imponía normas contrarias a la dignidad de los ángeles? Bajo Dios había mandamientos, había prohibiciones. Dios enseñaba un camino de renuncia, de sacrificio, de ascetismo intelectual. La satisfacción que sintieron algunas glorias al ser seguidas por las multitudes de ángeles, tenía un sabor especial que nunca antes habían probado. También un ángel podía romper las reglas. Aquello era embriagante. Sí, ¿por qué no ser autónomos? Libertad fue la palabra que más repitieron. Teníamos cadenas y no nos habíamos dado cuenta. Teníamos un yugo invisible sobre nuestros espíritus, y ahora nos hemos liberado de él.

Lucifer y sus seguidores se alejaron de ese Mar de Luz. Un poco más lejos de esa atracción espiritual de la Esfera estaba su propio destino. Podrían ser ellos, ser uno mismo, decidir por su cuenta. Dios lo que no quería era que se convirtieran en pequeños dioses. Quería reservarse para sí el carácter divino. ¿Por qué no podían tratarse de igual a igual? Lentamente, se fueron distanciando de esa Esfera cuyo peso cada vez se les hacía más insoportable.

El bando de los obedientes a Dios luchaba con denuedo. Los espíritus donde reinaba la fidelidad, no sólo ofrecían razones, algunos ofrecían también sacrificios espirituales, otros se dedicaban más a la oración para que la verdad volviera a prevalecer, otros investigaban la Teología, la Filosofía, la Lógica, para poder oponer razones nuevas y mejores. Fue una lucha con armas intelectuales y las espirituales de la oración y el sacrificio, no había otro tipo de armas, no tenían cuerpos.

El número de los que no se arrodillaron en un primer momento llegó a ser de un tercio de todos los ángeles. Pero después, gracias a la lucha, al denodado esfuerzo de algunos, uno a uno se fueron humillando ante Dios. El número de los rebeldes se fue reduciendo. Por eso Lucifer se alzó con un furor inaudito y utilizó todo el poder de su persuasión, movilizó a todos los que le apoyaban, y comenzó a organizar una ofensiva en toda en regla: no quería quedarse solo. Aquello ya no era simplemente pertinacia y soberbia, su tono se volvió agrio. La acritud se fue avinagrando de un modo cada vez más intenso.

«1617181920»

10 siguientes

Mejores ofertas de YOOX en Rebajas.Guru

Sí, quiero ser socio VIP  | Ayuda | Contacto