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En un lugar de la Mancha ...

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12/06/2017 13:31
Y yo lo entiendo así, respondió Don Quijote, el cual, pasando al tercero, preguntó lo que a los otros; el cual de pretesto y con mucho desenfado, respondió y dijo: Yo voy por cinco años a las señoras gurapas, por faltarme diez ducados. Yo daré veinte de muy buena gana, dijo Don Quijote, por libraros de esa pesadumbre. Eso me parece respondió el galeote, como quien tiene dineros en mitad del golfo, y se está muriendo de hambre sin tener adonde comprar lo que ha menester. Dígolo, porque si a su tiempo tuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos la péndola del escribano, y avivado el ingenio del procurador a manera que hoy me viera en mitad de la plaza de Zocodover en Toledo, y no en este camino atraillado como galgo; pero Dios es grande, paciencia, y basta.
Pasó Don Quijote al cuarto, que era un hombre de venerable rostro, con una barba blanca que le pasaba del pecho, el cual, oyéndose preguntar la causa por qué allí venía, comenzó a llorar y no respondió palabra; mas el quinto condenado le sirvió de lengua, y dijo: Este hombre honrado va por cuatro años a galeras, habiendo paseado las acostumbradas vestido en pompa y a caballo.

11/06/2017 14:00
Lo mismo preguntó Don Quijote al segundo, el cual no respondió palabra, según iba de triste y melancólico; mas respondió por él el primero, y dijo: Este, señor, va por canario, digo que por músico y cantor. ¿Pues cómo? repitió Don Quijote. ¿Por músicos y cantores van también a galeras? Sí, señor, respondió el galeote, que no hay peor cosa que cantar en el ansia. Antes he oído decir, dijo Don Quijote, que quien canta sus males espanta. Acá es al revés, dijo el galeote, que quien canta una vez, llora toda la vida. No lo entiendo, dijo Don Quijote. Mas uno de los guardas, le dijo: Señor caballero, cantar en el ansia, se dice entre esta gente non sancta confesar en el tormento. A este pecador le dieron tormento y confesó su delito que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias, y por haber confesado le condenaron por seis años a galeras amén de doscientos azotes que ya llevaba en las espaldas; y va siempre pensativo y triste, porque los demás ladrones que allá quedan y aquí van, le maltratan y aniquilan y escarnecen y tienen en poco, porque confesó y no tuvo ánimo para decir nones: porque dicen ellos, que tantas letras tiene un no como un sí, y que harta ventura tiene un delincuente que está en su lengua su vida o su muerte, y no en la de los testigos y probanzas; y para mí tengo que no van muy fuera de camino.

09/06/2017 22:21
Llegó en esto la cadena de los galeotes, y Don Quijote con muy corteses razones pidió a los que iban en su guarda fuesen servidos de informalle y decille la causa o causas por qué llevaban aquella gente de aquella manera. Una de las guardas de a caballo respondió que eran galeotes, gente de su majestad, que iba a galeras, y que no había más que decir, ni él tenía más que saber. Con todo eso, replicó Don Quijote, querría saber de cada uno de ellos en particular la causa de su desgracia. Añadió a éstas otras tales y tan comedidas razones para moverlos a que le dijesen lo que deseaba, que el otro de a caballo le dijo: Aunque llevamos aquí el registro y la fe de las sentencias de cada uno destos malaventurados no es tiempo este de detenerlos a sacarlas ni a leellas. Vuestra merced llegue y se lo pregunte a ellos mismos, que ellos lo dirán si quisieren; que sí querrán, porque es gente que recibe gusto de hacer y decir bellaquerías.
Con esta licencia, que Don Quijote se tomara aunque no se la dieran, se llegó a la cadena, y al primero le preguntó que por qué pecados iba de tan mala guisa. El respondió que por enamorado iba de aquella manera. ¿Por eso no más? replicó Don Quijote. Pues si por enamorados echan a galeras, días ha que yo pudiera estar bogando en ellas. No son los amores como vuestra merced piensa, dijo el galeote, que los míos fueron que quise tanto a una canasta de colar atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente, que a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta ahora no la hubiera dejado de mi voluntad. Fue en fragante, no hubo lugar de tormento, concluyóse la causa, acomodáronme las espaldas con ciento, y por añadidura tres años de gurapas, y acabóse la obra. ¿Qué son gurapas? preguntó Don Quijote. Gurapas son galeras, respondió el galeote, el cual era un mozo de hasta edad de venticuatro años, y dijo que era natural de Piedrahita.

08/06/2017 21:42

Capítulo vigésimosegundo

De la libertad que dio Don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir

Cuenta Cide Hamete Ben-Engeli autor arábigo y manchego, en esta gravísima, altisonante, mínima, dulce e imaginada historia, que después que entre el famoso Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza su escudero pasaron aquellas razones que en fin del capítulo veintiuno quedan referidas, que Don Quijote alzó los ojos y vio que por el camino que llevaban venían hasta doce hombres a pie ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos, y todos con esposas a las manos. Venían asimismo con ellos dos hombres de a caballo y dos de a pie; los de a caballo con escopetas de rueda, y los de a pie con dardos y espadas, y que así como Sancho Panza los vio dijo: Esta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va a las galeras. ¿Cómo gente forzada? preguntó Don Quijote. ¿Es posible que el rey haga fuerza a ninguna gente? No digo eso, respondió Sancho, sino que es gente que por sus delitos va condenada a servir al rey en las galeras de por fuerza. En resolución, replicó Don Quijote, como quiera que ello sea, esta gente, aunque los llevan, van de por fuerza y no de su voluntad. Así es, dijo Sancho. Pues desa manera, dijo su amo, aquí encaja la ejecución de mi oficio, desfacer fuerzas y socorrer y acudir a los miserables. Advierta vuestra merced, dijo Sancho, que la justicia, que es el mesmo rey, no hace fuerza ni agravio a semejante gente, sino que los castiga en pena de sus delitos.
08/06/2017 14:03
Digo que le sabría bien acomodar, porque por vida mía, que un tiempo fui muñidor de una cofradía, y que asentaba tan bien la ropa de muñidor, que decían todos que tenía presencia para ser prioste de la mesma cofradía. Pues ¿qué será cuando me ponga un ropón ducal a cuestas, o me vista de oro y de perlas a uso de conde extranjero? Para mí tengo que me han de venir a ver de cien leguas. Bien parecerás, dijo Don Quijote; pero será menester que te rapes las barbas a menudo, que según las tienes de espesas, aborrascadas y mal puestas, si no te las rapas a navaja cada dosía por lo menos, a tiro de escopeta se echará de ver lo que eres.
¿Qué hay más, dijo Sancho, sino tomar un barbero, y tenerle asalariado en casa? Y aún si fuera menester, le haré que ande tras mí como caballerizo de grande. Pues ¿cómo sabes tú, preguntó Don Quijote, que los grandes llevan detrás de sí a sus caballerizos? Yo se lo diré, respondió Sancho. Los años pasados estuve un mes en la corte, y allí vi que paseándose un señor muy pequeño, que decían que era muy grande, un hombre le seguía a caballo a todas las vueltas que daba, que no parecía sino que era su rabo. Pregunté que cómo aquel hombre no se juntaba con el otro hombre, sino que siempre andaba tras dél. Respondiéronme que era su caballerizo, y era uso de grandes llevar tras sí a los tales. desde entonces lo sé tan bien, que nunca se me ha olvidado. Digo que tienes razón, dijo Don Quijote, y que así puedes tú llevar a tú barbero; que los usos no vinieron todos juntos ni se inventaron a una, y puedes tú ser el primer conde que lleve tras sí a su barbero; y aún es de más confianza el hacer la barba que ensillar un caballo. Quédese eso del barbero a mi cargo, dijo Sancho, y al de vuestra merced se quede el procurar venir a ser rey y el hacerme conde. Así será, respondió Don Quijote.
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FIN DEL CAPÍTULO XXI
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07/06/2017 21:32
Ahí entra también, dijo Sancho, lo que algunos desalmados dicen: no pidas de grado lo que puedes tomar por fuerza, aunque mejor cuadra decir: más vale salto de mata que ruego de hombres buenos. Dígolo, porque si el señor rey, suegro de vuestra merced, no se quisiere domeñar a entregarle a mi señora la infanta, no hay sino, como vuestra merced dice, roballa y trasponella; pero está el daño que en tanto que se hagan las paces y se goce pacíficamente del reino, el pobre escudero se podrá estar a diente en esto de las mercedes, si ya no es que la doncella tercera, que ha de ser su mujer, se sale con la infanta, y él pasa con ella su mala ventura hasta que el cielo ordene otra cosa; porque bien podrá, creo yo, desde luego dársela su señor por legítima esposa. Eso no hay quien lo quite, dijo Don Quijote, como yo deseo, y tú, has menester, y ruin sea quien por ruin se tiene.
Sea por Dios, dijo Sancho, que yo cristiano viejo soy, y para ser conde esto me basta. Y aún te sobra, dijo Don Quijote, y cuando no lo fueras, no hacía nada al caso, porque siendo yo el rey, bien te puedo dar nobleza sin que la compres ni me sirvas con nada, porque en haciéndote conde, cátate ahí caballero, y digan lo que dijeren, que a buena fe que te han de llamar señoría, mal que les pese. Y montas, que no sabría yo autorizar el litado, dijo Sancho. Dictado has de decir que no litado, dijo su amo. Sea así, respondió Sancho Panza.

06/06/2017 14:14
También me falta otra cosa, que puesto caso que se halle rey con guerra y con hija hermosa, y que yo haya cobrado fama increíble por todo el universo, no sé yo como se podrá hallar que yo sea de linaje de reyes, o por lo menos primo segundo de emperador; porque no me querrá el rey dar a su hija por mujer, si no está primero muy enterado en esto, aunque más lo merezcan mis famosos hechos: así que por esta falta temo perder lo que mi brazo tiene bien merecido: bien es verdad que soy hijodalgo de solar conocido, de posesión y propiedad, y de devengar quinientos sueldos: y podría ser que el sabio que escribiese mi historia deslindase de tal manera mi parentela y descendencia, que me hallase quinto o sexto nieto de rey: porque te hago saber, Sancho, que hay dos maneras de linaje en el mundo: unos que traen y derivan su descendencia de príncipes y monarcas, a quien poco a poco el tiempo ha deshecho, y han acabado en punta como pirámides, y otros que tuvieron principio de gente baja, y van subiendo de grado en grado, hasta llegar a ser grandes señores; de manera que está la diferencia en que unos fueron que ya no son, y otros son que ya no fueron, y podría ser yo destos, que de después de averiguado hubiese sido mi principio grande y famoso, con lo cual se deberá de contentar el rey mi suegro que hubiere de ser: y cuando no la infanta me ha de querer de manera, que a pesar de su padre, aunque claramente sepa que soy hijo de azacan, me ha de admitir por señor y por esposo: y si no, aquí entra el roballa y llevarla donde más gusto me diere, que el tiempo o la muerte ha de acabar el enojo de sus padres.

05/06/2017 22:18
Consuélase con esto la cuitada, y procura consolarse por no dar mal indicio de sí a sus padres, y al cabo de dos días sale en público: ya se es ido el caballero: pelea en la guerra, vence al enemigo del rey, gana muchas ciudades, triunfa de muchas batallas. Vuelve a la corte, ve a su señora por donde suele, conciértase que la pida a su padre por mujer en pago de sus servicios, no se la quiere dar el rey, porque no sabe quién es; pero con todo esto, o robada, o de otra cualquier suerte que sea, la infanta viene a ser su esposa, y su padre lo viene a tener a gran ventura, porque se vino a averiguar que el tal caballero es hijo de un valeroso rey de no sé qué reino, porque creo que no debe estar en el mapa. Muérese el padre, hareda la infanta, queda rey el caballero en dos palabras. Aquí entra luego el hacer mercedes a su escudero y a todos aquellos que le ayudaron a subir a tan alto estado. Casa a su escudero con una doncella de la infanta, que será sin duda la que fue tercera en sus amores, que es hija de un duque muy principal.
Eso pido, y barras derechas, dijo Sancho; a eso me atengo, porque todo al pie de la letra ha de suceder por vuestra merced, llamándose "el caballero de la Triste Figura". No lo dudes, Sancho, replicó Don Quijote, del mismo modo y por los mismos pasos que esto he contado suben y han subido los caballeros andantes a ser reyes y emperadores. Sólo falta ahora mirar qué rey de los cristianos o los paganos tenga guerra, y tenga hija hermosa; pero tiempo habrá para pensar esto, pues como te tengo dicho, primero se ha de cobrar fama por otras partes que se acuda a la corte.

04/06/2017 15:06
Levantarse han las tablas, y entrará a deshora por la puerta de la sala un feo y pequeño enano con una fermosa dueña, que entre dos gigantes detrás del enano vienen con cierta aventura hecha por un antiquísimo sabio, que el que la acabare será tenido por el mejor caballero del mundo: mandará luego el rey que todos los que están presentes la prueben, y ninguno le dará fin y cima sino el caballero huésped, en mucho pro de su fama, de lo cual quedará contentísima la infanta, y se tendrá por contenta y pagada además, por haber puesto y colocado sus pensamientos en tan alta parte: y lo bueno es, que este rey o príncipe, o lo que es, tiene una muy reñida guerra con otro tan poderoso como él, y el caballero huésped le pide (al cabo de algunos días que ha estado en su corte) licencia para ir a servirle en aquella guerra dicha.
Darásela el rey de muy buen talante, y el caballero le besará cortésmente las manos por la merced que le face: y aquella noche se despedirá de su señora la infanta por las rejas de un jardín en que cae el aposento donde ella duerme, por las cuales otras muchas veces la habrá fablado, siendo medianera y sabidora de todo una doncella de quien la infanta mucho se fía. Suspirará él, desmayaráse ella, traerá agua la doncella, acuitaráse mucho, porque viene la mañana y no querría que fuesen descubiertos por la honra de su señora; finalmente la infanta volverá en sí y dará sus blancas manos por la reja al caballero, el cual se las besará mil y mil veces, y se las bañará en lágrimas: quedará concertado entre los dos del modo que se han de hacer saber sus buenos o malos sucesos, y rogarále la princesa que se detenga lo menos que pudiere. Prometérselo ha él con mucho juramentos; tórnale a besar las manos, y despídese con tanto sentimiento, que estará poco para acabar la vida; vase desde allí a su aposento, échase sobre su lecho, no puede dormir del dolor de la partida; madruga muy de mañana, vase a despedir del rey, y de la reina, y de la infanta, diciéndole (habiéndose despedido de los dos) que la señora infanta está mal dispuesta, y que no puede recibir visita. Piensa el caballero, que es de pena de su partida, traspásasele el corazón, y falta poco de no dar indicio manifiesto de su pena: está la doncella medianera delante, halo de notar todo, váselo a decir a su señora, la cual la recibe con lágrimas, y le dice que una de las mayores penas que tiene es no saber quién sea su caballero, y si es de linaje de reyes o no: asegura la doncella que no puede caber tanta cortesía, gentileza y valentía como la de su caballero sino en sujeto real y grave.

03/06/2017 23:02
¡Que mejor celebración para un día inolvidable que un nuevo pasaje de Don Quijote!.
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A cuyo mandamiento saldrán todos, y él llegará hasta la mitad de la escalera, y le abrazará estrechísimamente, y le dará paz besándole en el rostro, y luego le llevará por la mano al aposento de la señora reina, adonde el caballero la hallará con la infanta su hija, que ha de ser una de las más hermosas y acabadas doncellas que en gran parte de lo descubierto de la tierra a duras penas se pueden hallar: sucederá tras esto luego en continente que ella ponga los ojos en el caballero, y él en los della, y cada uno parezca al otro cosa más divina que humana; y sin saber cómo ni cómo no, han de quedar presos y enlazados en la intrincada red amorosa, y con gran cuita en sus corazones por no saber cómo se han de fablar para descubrir sus ansias y sentimientos. Desde allí le llevarán sin duda a algún cuarto del palacio ricamente aderezado, donde habiéndole quitado las armas, le traerán un rico mantón de escarlata con que se cubra, y si bien pareció armado, tan bien y mejor ha de parecer en farceto: venida la noche, cenará con el rey, reina, e infanta, donde nunca quitará los ojos della, mirándola a furto de los circunstantes, y ella hará lo mesmo con la mesma sagacidad, porque, como tengo dicho, es muy discreta doncella.

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