Afortunados los que deciden alejarse a
tiempo sin otorgar un extra como yo para abrir las manos, expandir los brazos y canjear los sueños.
Afortunados los que no han mezclado las tristezas con las alegrías ni el optimismo con la utopía.
Afortunados los que no se dejan doblegar por la costumbre y no presionan su voluntad de quedarse.
Afortunados los presumidos e inexorables, como los felinos que se mantienen firmes y fuertes ante el momento.
Afortunados los que se atreven a pretender nuevos amores porque entienden que el viejo se ha consumado.
Y afortunados los que aún no se han enamorado porque no saben lo que es tener el alma, la paciencia, el corazón y la ilusión rota como yo.
Afortunados