Dulce hada de la oscuridad...
La certeza de un hada en la oscuridad.
El tiempo se escurría entre sus dedos, lentamente. El hada de alas brillantes sonreía a la sombra que se acercaba intimidante entre la penumbra de un presente sin horas.
Pacientemente el hada observa como se acerca su enemiga, callada espera el encuentro.
-¿Qué quieres?- Dice con voz serena pero desafiante, cuando la sombra estuvo lo suficiente cerca como para oírla.
-Tu muerte- Contestó su enemiga, con voz de vacíos y milenios de soledad.
-¿Mi muerte?, ¿Qué no sabes que la esperanza no puede morir? – Murmuró esta con voz cansada, pero segura.
-El hada de la esperanza está cansada- Dijo la sombra con una carcajada helada, sin detener su paso- Y su tiempo en esta tierra de incrédulos suicidas está llegando a su fin.
Un escalofrío recorrió las alas y la sonrisa de la dulce silueta, que aún sostenía su paciente espera, al saberse reflejada de verdad en esas palabras. Un testigo observaba el extraño encuentro, y garabateaba en un pergamino viejo, con palabras cansadas, todo lo que sucedía.
-¿Por qué no huyes?- Dijo la sombra, acelerando su paso.
-¿Para que huir?..Quién debería irse de este universo de sueños estancados eres tú, maldita desolación.
-A mi me quieren, los hombres a los cuales proteges, los que te ignoran… Me buscan incesantes preguntando un motivo para cegar la vida, que con tanto esfuerzo se les ha regalado- Dijo, algo enfurecida la sombra.
- Precisamente por eso me necesitan…-Dijo, conteniendo un suspiro el hada oscura.
Sombra y luz estaban tan cerca una de la otra, que pronto se tocarían. El hada no mostraba signos de querer dar ni un paso atrás, erguida ante la sombra sonreía con melancolía, y apretaba sus sutiles manos con angustia. La sombra fiera aumentaba la rapidez de su paso y sus ojos destellaban con luces escarlata de venganza, sonreía también, pero con sarcasmo...
…Y se encontraron.
La sombra desenvainó la espada de plata forjada con lágrimas, y con un golpe certero, atravesó el corazón del hada, apagando la luz que dependían sus hermosas alas. Pero al mismo tiempo, el hada, aún sonriente, sacaba un haz de luz de la manga, y con indudable pericia, borraba la sonrisa sarcástica de la sombra mortecina.
El testigo ahogó un grito, y una mancha de tinta inmortalizó la sorpresa al ver el choque...
…Silencio. Una nube grisácea cubrió el cielo de improviso, el tiempo al verse retirado de los dedos del hada paró unos momentos, un vacío extraño, inconciente, se apoderó de la tierra….Silencio.
El mundo se sumió en tinieblas, pero segundos después, volvió a su ritmo normal...La única prueba de que aquel encuentro realmente había sucedido era un pergamino arrugado, y dos lágrimas que danzaban silenciosas por las mejillas del testigo.
El cielo, que no olvida tan rápido, lloró estrepitosamente la muerte del hada.
El poeta, quien había sido el único digno de ver y narrar aquel encuentro, detuvo el danzar de sus lágrimas, y dejando su escrito a merced de la tempestad y el viento, se acercó al claro mágico donde el suceso más triste en la historia de la humanidad había sucedido.
No había nada, en aquel lugar no había vestigios de la tragedia. No había cuerpos, no había sombras, no había sangre...pero tampoco había vida.
Entre la hierba muerta brilló algo, una daga hermosa, plateada como un haz de luna, pero manchada de sangre...sangre del hada.
El poeta recogió la daga y la acercó a su cuello...la desesperanza y el vacío lo habían tomado preso...un trueno enmarcó los ojos de aquel que había visto la muerte de la esperanza, y con su muerte, la muerte de todo por lo cual valía la pena vivir.
Ahogó un suspiro, acerco más la daga y otro relámpago lo hizo caer en cuenta de que algo más brillaba entre aquel desolador lugar...
La daga se detuvo, y cayó de nuevo a tierra. Asombrado, aquel hombre recogió de entre una brizna de hierba, un dije dorado, brillante y hermoso...Sin reparar en nada, lo abrió y la frase que estaba grabada en aquella joya lo dejó sin aliento...
...Guardó el dije en su bolsillo, sonrió, recogió su pluma y su papel...y volvió al mundo real...en donde la sombra no tiene cuerpo, y la esperanza no brilla.
Volvió para hacer vigente lo que había leído en aquel medallón de sueños...la frase que ha pasado de generación en generación de locos poetas esperanzados…
¿Qué decía el medallón?
“La esperanza es la certeza de un hada que canta aún en la oscuridad"
